Netflix y el punto G de gastronomía…

En todo gastrónomo, gastrópata, foodie o sencillo aficionado a comer y beber existe un punto de voyeaur.

Le gusta observar cómo le cocinan, cómo comen los demás, cómo se relacionan con la comida, cómo es el entorno del plato, cómo se creo una receta o un concepto… y la televisión se ha convertido en una herramienta imprescindible para disfrutar de esta pasión observadora. Más allá de la ola de concursos que invaden las pantallas tipo Masterchef Top Chef, del docudrama de Daviz MuñozEl Xef, y de los sorpresivos -suelen ser sin avisar- documentales gastronómicos que, entre leones de las sabanas y visitas a ciudades del mundo o Jamie Olivier o El chef del mar, ofrece La 2, Netflix se ha convertido en un reducto para darse un buen baño de gastronomía catódica.

Japón es un país clave al hablar de comida estos momentos. Y pese a lo que pueda parecer o sentir el visitante del último japonés de su ciudad, es, en general, un gran desconocido. Este canal de pago ha incluido entre su oferta dos series que pueden llegar a encandilar, ambas de capítulos cortos -menos de media hora-, en japonés subtituladas y con toques de humor que en ocasiones no estamos muy seguros de entender en su totalidad. Click en Samurái Gourmet, basada en el manga de Masayuki Kusumi, que muestra a un jubilado que, tras dejar una existencia basada en el trabajo, da un giro vital en el que la comida es el epicentro. Nuestro protagonista recrea como es el día a día de la gastronomía nipona más allá de los grandes restaurantes y algo, si cabe, más interesante: en el archipiélago, al igual que en España, cocinar y comer está intrínsecamente ligado a la biografía y a la memoria de las personas. Es una hermosa ventana a la mesa familiar, el desayuno en una pensión o las izakayas, entre otros lugares.

Midnight Diner: Tokyo Stories (Cena de medianoche: historias de Tokio) es la otra opción. Expone la vida en un local que abre cuando acaba el día y cierra al amanecer. Del espíritu nocturno de la ciudad surgen personajes atípicos, pero el gastrónomo apreciará este lugar con carta de un solo plato y donde el cocinero te hace lo que le pidas si tiene los ingredientes. De nuevo, no tiene esa visión glamourosa de la culinaria nipona que hemos construido en nuestro imaginario, sino más bien pequeños debates que surgen entorno a ¿ramen sin fideos ? o ¿puede ser un perrito caliente de maíz un bocado excepcional?.

A la estela del país del sol naciente aparece la primera entrega de The Mind of A Chef (La mente de un chef), en el que el estadounidense David Chang va a descubrir el tsukemen original (en otros capítulos irá a otros sitios como España por distintas razones). La serie que, por cierto, está producida por Anthony Bourdain, tiene puntos atractivos como las explicaciones científicas de Harold McGee -no hace falta presentación- y las visitas que hace a maestros como Andoni Luis Aduriz. Pero cualquier foodie quedará estupefacto al ver en qué transforma su contacto con los maestros. De vuelta en su cocina interpreta recetas como la fideua haciéndola con los fideos deshidratados de un sobre de Yatekomo y otras maravillas. Sr. Chang no hay necesidad.

El bellísimo documental The Birth of Sake (El nacimiento del sake) de Erik Sirai será un serio contraste con la anterior. Desarrollado con mentalidad japonesa, estética y narrativamente, consigue trasmitir la esencia de la fábrica de Tedorigawa, abierta desde hace 140 años, y el futuro incierto que tienen modos artesanales de hacer las cosas en nuestra sociedad. Un trabajo televisivo onírico y parco en palabras, pero profundo en sus mensajes, parece inspirada en el Toji, maestro del sake, que muestra su oficio porque no hay escuelas ni textos para enseñarlo. La intuición y la armonía, esencia para realizar un buen sake, se convierten  también en las claves de esta crónica visual. Muy recomendable.

Y claro, si uno se queda prendado por esta elegía al vino de arroz, quizá pueda sentirse subyugado por otras opciones menos estéticamente impactantes, pero muy informativas. Encontramos dos a resaltar: Somm (Sumiller) y Somm into the Bottle (El sumiller, dentro de la botella). La primera, con la excusa del examen del Master Sommelier, se convierte en un buen reflejo de muchas de las idiosincrasias que rodean al vino. No dejará a nadie indiferente. La continuación da una visión más precisa del mundo del sumiller, aunque ambas adolecen de una perspectiva estadounidense del tema. Cuanto menos sacamos un consejo de maridaje perfecto: “Si estás en un punto muerto y no sabes qué hacer, no olvides el champán”. Otro trabajo que atraerá al aficionado será Sour Grapes (Uvas agrias) que relata con pelos y señales el timo de la estampita que organizó Rudy Kurniawan a unos millonarios ansiosos por vivir y beber vinos excepcionales, ¿castigo divino?. Más relajado es Crafting a Nation que recorre la revolución de la cerveza artesana en Estados Unidos que, al llevar bastantes más años que en España, se puede convertir en auténtica inspiración. Además de hablar del proceso de fabricación, explica como sucede aquello de que uno convierta una afición en un negocio.

Volviendo a los fogones, hay unos documentales que han traído cierta polémica en la piel de toro, Chef’s Table (La mesa del chef) y Chef’s Table France, enfocada a cocineros de todo el mundo y la Galia, respectivamente. ¿Cuál es la controversia?. Más allá de las nacionalidades es cautivador, porque un gastrónomo de pro disfrutará del storytelling que han creado los maestros. El realizador logra hacer sentir al televidente que está en la auténtica mesa del chef como si contara retazos de su vida y luego juntara el puzzle para ser visionado. Dan Baker, Magnus Nilsson o Francis Mallmann, entre otros, tienen tras su labor un relato, no sabemos cuan verdadero, que apetece descubrir.

La popular serie documental Netflix descubrirá los secretos de los postres de Jordi Roca 

Para aquellos que se pregunten qué ocurre cuando los brillos y los focos desaparecen -ese momento en que ya nadie les hace entrevistas ni programas de televisión-, nada más recomendable que King Georges (El rey Georges), que vuelca su atención sobre el restaurante Le Bec-Fin de Filadelfia y su dueño Georges Perrier, inmerso en el proceso de cierre de sus puertas tras cuatro décadas en la cumbre. Ver al francés a grito pelado trabajando lo mismo en los fogones que limpiando un suelo o mostrando su pasión hace comprender, incluso al neófito, que, con personajes como él, ha desaparecido una generación de maestros únicos que, por muchas razones, no tienen cabida en los nuevos tiempos. Diametralmente opuesto a este desgarrador reportaje es Entre les Bras. Michel Bras, la herencia de la cocina que narra como este grande cedió a su hijo Sébastien el bastón de mando de su establecimiento, de forma bella y tranquila, como su trabajo. Se palpa que esa transición llevaba preparándose desde la infancia del heredero e igual de fascinante es ver imágenes de cómo componen los platos los Bras, traspasan la pantalla. Relajante.

Y, como no podía ser de otra manera, el mundo documental de este canal ofrece espacios  para la controversia, para emparanoiarse alimentariamente y no volver a tomar un trozo de carne, queso, verdura no ecológica… Fed up (Harto) habla del poder del azúcar en la alimentación y la salud; Cowspiracy (Conspiración vacuna) se puede uno imaginar de qué va, aunque quizá sorprenda como se enfrenta a las ONG y su labor; Steak (R)evolution (Filete (R)evolución) busca la mejor carne del mundo y a la vez muestra los cambios que están teniendo lugar en su mercado; Cooked (Cocinado) es una densa visón social y antropológica de la cocina, no engancha mucho; y uno de los favoritos seguro que será Food Choices (Elección alimentaria) que intenta desgranar las consecuencias de la forma que tenemos de comer especialmente en la salud; algo extrema, pero con base científica e interesantes planteamientos de por qué comemos ciertos alimentos. En Netflix hay más documentales y películas relacionadas con nuestro punto G y es sin duda una oportunidad de ponerse al día en muchos temas apetitosos, además no hay horarios, llegas pinchas y disfrutas… y como dan un mes gratis, se puede probar y, si no convence, desengancharse.

Alejandra Yañez

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