No son milagrosos, pero ayudan a mantener fuerte el sistema inmune. En casos de pandemias como la del coronavirus es importante que nuestro organismo esté fuerte y preparado. Aumentar las defensas y comer sano es clave.
Los beneficios del ajo (Allium sativum) son bien conocidos en la cuenca mediterránea. Hipócrates, padre de la medicina moderna, ya lo utilizaba para tratar distintas dolencias. Nuestras abuelas sabían que es bueno para el hígado, para el aparato digestivo y para los resfriados. El ajo descongestiona y es un antibiótico natural muy efectivo a la hora de tratar los problemas pulmonares. También es eficaz contra la tos y la sinusitis, en estos casos se recomienda hacer vahos. Pero lo más importante es que es un potente inmunoestimulante y antiviral, tanto el normal como el popular ajo negro, ya que con es tratamiento no pierde propiedades, sino que las concentra. Dos dientes al día son un buen plan de defensa. También existen comprimidos de ajo que evitan el tema del olor desagradable.
Conocida como vitamina antiescorbútica o ácido ascórbico, es una vitamina hidrosoluble imprescindible para el desarrollo y crecimiento. En invierno es un buen aliado ya que se trata de un inmunoestimulante. No cura ni previene los resfriados, pero ayuda a reducir su duración según a recogido en un informe tras cotejar diferentes investigaciones Richard Shader, Editor Jefe de la revista Clinical Therapeutics. Las frutas y los vegetales son la fuente mayoritaria de vitamina C. Las frutas que contienen una mayor cantidad de esta vitamina son los cítricos, el kiwi, el mango, la papaya, la piña, las fresas, la sandía o el melón. Los vegetales con mayor carga de vitamina C son el brócoli, la coliflor, los pimientos, la espinaca, la patata blanca o los tomates.
Ahora no está de más tomar un suplemento en forma de tabletas efervescentes o comprimidos. La dosis diaria recomendada es entre 2 y 6 gramos diarios de vitamina C.
Son bacterias que aportan beneficios para el organismo. Los probióticos se encuentran típicamente en alimentos ricos en bacterias como el yogur, queso y otros productos lácteos, así como alimentos fermentados como el chucrut y la kombucha. Estos microorganismos permanecen activos en el intestino en cantidad suficiente como para alterar la microbiota intestinal. Pueden tener efectos beneficiosos cuando son ingeridos en cantidades suficientes. Uno de los más populares es el kéfir. Se trata de un producto lácteo, originario de las regiones caucásicas, fermentado a través de la acción de un conjunto de levaduras y bacterias. También reciben este nombre los gránulos o nódulos utilizados para su producción. Es fácil prepararlo en casa cuando se dispone de estos gránulos (solo hay que añadir leche cada día después de recoger el kéfir) pero también se puede comprar en los supermercados.
La Echinacea o equinacea es una planta originaria de América del Norte de hermosas flores. Las tribus indígenas la usaban como desinfectante y bactericida. La empleaban para curar heridas producidas por flechas y tratar las mordeduras de serpientes, ya que se trata de un antibiótico natural. Sus propiedades antimicrobianas permiten combatir bacterias, virus y hongos. Estimula la producción de glóbulos blancos, lo que contribuye a reforzar el sistema inmunitario.
A principios del siglo XX empezó a utilizarse en la medicina occidental y es uno de los remedios favoritos de quienes practican la medicina ayurvédica. Es rica en vitamina B y C, riboflavina, betacarotenos y minerales como hierro, calcio, magnesio y sodio.
De sus 23 subespecies, solo 10 son aptas para el consumo humano. Las 3 variedades comestibles más extendidas son la purpúrea, la considerada más efectiva, la angustifolia y la pallida. Puede tomarse desecada, en tintura o en forma de suplemento alimenticio (cápsulas y tabletas). Tienen un efecto inmunoestimulante y antiviral amplio.
Es otra de las plantas milagrosas que no tienen desperdicio. Tanto la fruta del saúco (Sambucus nigra) como sus hojas contienen propiedades antisépticas, antioxidantes y antiinflamatorias. En la medicina natural popular se utiliza para tratar infecciones.
La ciencia ha investigado y probado sus indicaciones terapéuticas, sobre todo en relación con el tratamiento de gripes y resfriados. Sin embargo, las bayas crudas, las hojas y la corteza del saúco contienen compuestos tóxicos. Por eso conviene tomar preparados comerciales y seguir las instrucciones de consumo. La mejor fórmula es tomarlo en infusión.
Una de sus propiedades es que estimula las defensas. El alto contenido en compuestos antioxidantes es beneficioso para el sistema inmunológico y muy activo contra los efectos dañinos de los radicales libres. Según algunos estudios realizados en universidades, el extracto de saúco también es capaz de incrementar el número de glóbulos blancos que luchan contra virus y bacterias. Excelente para el aparato respiratorio, presenta un efecto antiviral amplio.
Es uno de los tesoros de la farmacopea china. En Oriente los médicos lo utilizan desde hace siglos. Es muy popular porque se le atribuyen cualidades afrodisíacas. Esto no está probado que sea verdad, pero en la medicina natural está considerado un potente inmunoestimulante. Popularmente en China se utiliza para tratar diversos trastornos de salud: problemas cardíacos, diabetes, trastorno por déficit de atención con hiperactividad, prevención del cáncer, etc.. pero no hay evidencias científica de su eficacia. Bajo el nombre de ginseng se agrupan numerosas especies de plantas del género Panax (panacea) y otras que no son del género Panax, pero tienen propiedades muy parecidas. La que se utiliza en la medicina tradicional china es la especie Panax ginseng. La parte empleada de la planta es la raíz. etc. En las farmacias se vende en forma de comprimidos. Sólo debe utilizarse en personas adultas y tiene numerosas contraindicaciones ya que puede generar taquicardia, subidas de tensión arterial, etc.
Es una mezcla resinosa obtenida por las abejas de las yemas de los árboles u otras fuentes vegetales, que luego procesan en la colmena y utilizan para barnizar el interior de esta. Se conoce que los egipcios utilizaban el propóleo o própolis (gr. προπόλεως propóleōs,) como parte de los ingredientes para conservar las vísceras de los faraones. Tradicionalmente se ha utilizado por sus propiedades antisépticas y fungicidas, para tratar diversas infecciones. Según la Agencia Europea de Sanidad Alimentaria no hay evidencia científica de que se sea efectivo para tratar los resfriados y afecciones pulmonares. Sin embargo, Teresa Ortega, profesora de Farmacología de la Universidad Complutense y vicepresidenta del Centro de Investigación sobre Fitoterapia (INFITO) explicaba en declaraciones a 20 Minutos que «el própolis está indicado para prevenir y tratar procesos infecciosos relacionados con las vías respiratorias”. El jefe del Servicio de Otorrinolaringología del Hospital de Móstoles (Madrid), el doctor Primitivo Ortega, sostiene que tienen efectos antivirales. Lo mejor es comprarlo en pastillas en la farmacia.
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