Los participantes, preseleccionados de entre los 50 candidatos que se presentaron a concurso, habían llegado de Barcelona, Sevilla, Cádiz, Asturias, Canarias y Madrid. Jóvenes estudiantes de cocina de entre 18 y 25 años que están formándose en escuelas de hostelería. Todos soñaban con conseguir el primer puesto y la beca para cursar un diploma en el prestigioso Le Cordon Bleu de la UVF, donde el año próximo se podrá cursar un grado universitario en gastronomía.
El jurado lo componíamos Diego Guerrero (Dstageconcept) que actuaba como presiendente, Javier Goya (Triciclo), Erwan Poudouec el director técnico de Le Cordon Bleu, Yann Barreaud profesor de cocina, Nicolas Serrano, profesor de pastelería y yo que era la única no profesional de cocina.
Cada uno de los participantes debían elaborar en cuatro horas un plato con pierna de cordero, polenta y verduras baby, en el que además debía haber una salsa. Tenían que emplatar cuatro raciones para que las probara el jurado. Debíamos valorar la presentación, el equilibrio, la destreza técnica, los puntos de cocción, el sabor, etc. Un jurado técnico puntuaba los movimientos de los concursantes en cocina. Nervios, emoción y muchas ganas de hacerlo bien y superar las dificultades.
Salvo algún pequeño despiste y algún problema de elaboración, la media de los platos presentados por los alumnos fue bastante similar, salvo en el caso del ganador, Víctor Ródenas que lo fue por unanimidad y destacó sobre el resto. La finalista, Lola Hedrera también quedo holgadamente por encima de sus competidores.
Si algo se les puede reprochar a los participantes, es la tendencia a complicarse sin necesidad y acometer elaboraciones por encima de sus posibilidades técnicas, pretensión que también encontramos cada día en la cocina profesional. Se preocupan más por contar historias y buscar nombres bonitos que por armar platos coherentes y sólidos. Técnicamente, la crítica más severa, al menos desde mi punto de vista, es la poca sensibilidad que han mostrado a la hora de trabajar las verduras, hecho que debería hacernos reflexionar a todos, alumnos y profesores, cocineros y comensales.
Lo importante es la enorme labor de formación que están haciendo las escuelas para que cada año salgan al mercado laboral jóvenes bien preparados y más cualificados, lo que garantiza la continuidad del buen momento que vive la cocina española.
Finalistas del II Premio Promesas alta cocina “Le Cordon Bleu”
Francisco José Martín, del IES de San Roque de Cádiz; Daniel Castro y María Dolores Hedrera, del IES de Sevilla; José Pablo Arán, del IES de Almería; Alejandro Villa del IES de Pravia de Asturias; Yarely Pérez del CIFP de Las Palmas de Gran Canaria; Israel Coria, de la EHT Simone Ortega de Madrid; David Esteve y Víctor Ródenas del CETT de Barcelona y Cristian Domínguez del Institut Escola d'Hoteleria i Turisme de Cambrils de Tarragona.
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