Del pan del primer currusco a la última miga se puede aprovechar y bajo esta premisa desarrolla su trabajo el autor. Aunque hay más que un simple recetario, uno de los detalles más bonitos del libro es que cuenta cómo conservar el pan: en una bolsa de algodón. Y la belleza del detalle está en que generaciones no tan lejanas bajaban a por el pan con ellas a la panadería, mientras que ahora se recibe un papel o un plástico… Sigue Barriga hablando de la humedad y cómo conservarla y de que los grandes formatos (hogazas y tal) se conservan mejor que los panecillos. Evidentemente cuenta cómo descongelar o devolverle la vida, bonita metáfora la que utiliza. Todo ello antes de ponerse a salvar curruscos de terminar como desperdicio.
Lo primero y más importante, las recetas de este panadero son siempre muy sencillas, es poco dado a cosas complicadas y es de agradecer, no todo es alta gastronomía y Roner; por lo tanto, no es arriesgado decir que cualquiera puede enfrentarse a ellas.
Empieza, como no podía de ser de otra forma, con las tostas. Primero las clásicas de aceite de oliva y sal y avanza hacia las de ajo, de finas hierbas, las extrafinas… para llegar a otras más elaboradas como las de chocolate y fresas, de miel y frutos secos, de fruta fresca y crema pastelera, de cuatro quesos, de verduras… Básicamente, lo que intenta es abrir la imaginación del que cocina, solo con las propuestas que hace hay muchas variables dependiendo del gusto o de lo que hay en la nevera.
Como no podía ser de otra manera da cancha al pan rallado, base para esos tigres maravillosos o picatostes que bañados en crema de queso completan una verdura. Pero lo más llamativo, quizá porque no se suele hacer tanto, es el aprovechamiento de bollería dura para marcarse una Sopa de chocolate o un Pudin especial o de chocolate y canela. Especial mención merece esa tarta tatin de brioche, sencilla y superapetecible. Hay mucho más en el libro como una Pizza sin pizza y otras estravagancias.
En una época marcada por el ahorro, el aprovechamiento de los productos y la ecología (en el más amplio sentido de la palabra, es decir, el de aprovechar) este es un libro que no puede faltar en una cocina en la que se cocine de verdad. Y, sí, ya lo hacían las abuelas, pero lo cierto es que el consumismo ha hecho que de alguna manera se olvide lo suculento y apetecible que puede ser «reciclar» alimentos.
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