Calle Blanca del Navarra, 8. Tel.: 911 387 106. Precio medio: 30 euros.
Santiago el veterinario visionario, Guillermo de Pedaque y sus pitas o Carlos y su finca La Noria son las estrellas de la carta de la Vaquería Montañesa. Bueno, ellos, y tantos otros productores, pastores o agricultores que abastecen al restaurante con el producto más natural que se puede encontrar en la península. En un ambiente cómodo y confortable, con mucha luz y música de fondo, se sirve una cocina desenfadada, de inspiración internacional, pensada para todos los gustos, que encaja bien es este espacio con aire retro (inspirado en el Nueva York de los años 50) y guiños al mundo rural. Los platos están pensados para que los clientes puedan repetir con frecuencia, pollo de corral con verduras, cremas frias, ensaladas, tiras de carne salteadas, crudités… Nada de sofisticaciones innecesarias: elaboraciones sencillas y buenos productos. Las verduras tienen una especial importancia, así como las carnes, por supuesto todas ecológicas. Cada tres días un camión de reparto propio llega con viandas desde Cantabria donde se concentran casi todos los proveedores. El pan lo compran en el barrio y los vinos -que componene una carta muy divertida- son de diferentes procedencias, muchos de ellos naturales.
Una curiosidad: el local en el que ahora se encuentra la Vaquería Montañesa había hace años una auténtica vaquería, fue de las últimas en cerrarse en Madrid allá por los años 70 cuando se prohibió por ley que hubiera vacas en el casco urbano. Montar el restaurante en este local ha sido un gesto hacia las vaquerías de montaña con las que el restaurante trabaja, y donde los animales viven en inmejorables condiciones. El cocinero empresario Carlos Zamora suma con este local una nueva dirección en Madrid al grupo Deluz, que cuenta ya con 7 restaurnates y un catering muy especial en el que minusválidos psíquicos se ocupan de las cocinas que dan de comer a varios colegios y oraganizaciones cántabras.
Calle Libertad, 16. Tel.: 91 531 09 11. Precio medio: 30€.
Ni presumen por ello, ni se ponen pesados porque lo que importa es el resultado de los platos y la diversión del comensal, pero la mayoría de su despensa es ecológica y nacional. Desde 2013 trabajan con apicultores, agricultores o queseros, entre otros, de varias regiones de España para recuperar el espíritu, y no sólo la decoración –que también mantienen- de la gran casa de comidas que fue La Carmencita en 1854. De la mañana a la noche operan en horario non-stop. Para dar gusto a todos tienen seis cartas: desayuno, vermú, comer, vinos, postres y meriendas. Propuetas sencillas y sabrosas. Nada menos que 75 recetas "míticas" sacadas del recetario regional español, que no quieren deslumbrar pero que cumplen con holgura, teniendo en cuenta el rango de precios en que se mueve el ticket medio del local. Sabores de siempre con alguna concesión a la modernidad. Callos, calamares en su tinta, albóndigas, fritura, soldaditos de pavía, ensaladilla, huevos fritos, pollo en pepitoria… Una taberna del siglo XXI en toda regla, por ello la etiqueta ‘eco’ se repite constantemente, pero no como bandera de modernidad, si no como sinónimo ‘de verdad’. En su página web dan detalles de cada uno de los proveedores con los que trabajan, un bonito gesto en favor de aquellos de los que se suele saber poco.
CC. Moda Shopping. Calle general Perón, 38. Tel: 91 770 85 87. Precio medio: 30 euros.
Paredes cubiertas de bambú, sillas de mimbre, plantas de interior colgadas del techo y mucha luz. Nest es un sitio bonito donde, si trabajas por la zona, puedes comer a diario muy bien y si vas a propósito también disfrutarás. Dicen los propietarios que hacen la cocina que a ellos les gustaría encontrar cuando salen a comer por ahí. Lo importante es que todos los productos son ecológicos, porque ellos son militantes convencidos de que cuanto más naturales son los ingredientes, mejor le sienta al organismo. Pero ojo, no es un restaurante vegetariono, que nadie se confunda. Simplemente es un restaurante orgánico 100%, algo muy común en Estados Unidos, Gran Bretaña o Alemania. Aquí hay carne, pollo y pescado (salvo el porcedente de pesca extractiva) con certificado ecológico. Lo mismo que las verduras, las frutas, el pan -que no es muy allá- o los vinos, todos biodinamicos, naturales, etc. Los camareros son igual de agradables que el lugar, así que no apetece marcharse: los cócteles ( con destilados eco) y zumos animan a alargar la sobremesa. Además de un completo menú del día, su carta, que no es muy extensa, engloba clásicos como hamburguesas, ensaladas, buñuelos de pisto o carrillera ibérica y otros platos algo más exóticos como el tabuleh de quinoa. Todos ellos resultones y sabrosos. El poryecto Campo-Ciudad en el que el restaurante está seriamente implicado, pretende revitalizar zonas rurales activando el consumo de productos orgánicos porducidas en ellas.
Calle Trafalgar, 22. Tel.: 91 447 41 38. Precio medio: 30 euros.
Mirando los jardines de la plaza de Olavide, llaman la atención los esportones (persianas de esparto estilo andaluz) que en verano protegen del sol el interior. Decoración cuidada rustica y chic en un local animado que en verano se vacía para dar vidilla a la terraza. Ecologicos, convencidos y militantes, los propietarios defienden esta filosofía culinaria desde el restaurante y también a través de la tienda de alimentación contigua donde puedes comprar todo tipo de productos con el sello orgánico. El espacio se divide en tres ambientes: el restaurante; la cantina, más informal; y la cocina dedicada al público infantil donde organizan actividades y talleres. En el restaurante sirven platos del recetario tradicional con alguna innovación, todos elaborados con productos certificados eco. Además de la carta, ofrecen un interesante menú del día por 11 €. En La cantina, aperitivos y raicones para picar cuando el cuerpo te lo pida. En poco tiempo se ha convertido en un imprescinidble para la gente del barrio que lo ha hecho suyo.
Calle San Lucas, 13. Tel.: 91 513 54 66. Precio medio: 20 euros.
Esta pequeña cantina forma parte de un proyecto más grande: El Huerto de Lucas, un huerto y mercado ecológico en el que se pueden adquirir productos orgánicos cultivados por ellos mismos. En pleno barrio de Chueca, este proyecto integral ‘ecogastrocultural’, como ellos mismos se definen busca crear cultura de lo orgánico y lo natural. Además de lo orgánico, defienden todas las opciones alimentarias, en su carta hay opciones de todos los colores: sin gluten, sin huevo, sin lactosa, para veganos, para vegetarianos y para crudivegetarianos. Todos, o casi todos, sus platos se elaboran a partir de los productos del propio mercado.
Crianza en dehesas y curación artesanal son la seña de identidad de este producto inigualable.
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