Cuando alguien nos pregunta cómo se puede comer bien en restaurantes de Madrid por menos de 30 euros nos lanza un auténtico órdago. Moverse en la banda de los cincuenta euros es fácil, pero no superar los treinta, sin recurrir a las barras, los menús del día o las cadenas de comida rápida, requiere un esfuerzo.
En los 30 restaurantes que aparecen en esta lista hemos comido a la carta, sentados y no hemos pagado más de 30 euros. Eso sí, vaya por delante que somos de los que sabemos pedir barato, porque nos gustan las cosas sencillas y los ingredientes humildes siempre que estén bien cocinados. No lo vamos a negar: hay que ser habilidoso a la hora de pedir para ajustarse al presupuesto. Nada de derrochar en vinos, ni de elegir los platos más caros. Los gin tonics tampoco están incluidos. Para comer bien y barato es necesario saber componer el menú con gracia y cierta picardía. No hay que dejarse influir por los camareros empeñados en abultar la comanda y no está de más recurrir a ciertos trucos que funcionan para pagar menos y no salir con hambre, como por ejemplo: optar por medias raciones, seleccionar platos para compartir, elegir guisos y platos contundentes (además suelen ser más baratos), pedir vinos por copas (dejar la botella a la mitad es un despilfarro), apuntarse a la moda del «pan con aceite» (sobre todo si se tiene mucho apetito) y por supuesto, beber agua de Madrid, que es gratis.
En el comentario de cada restaurante hemos incluido recomendaciones, consejos útiles para acertar a la hora de pedir y algunos trucos. Hemos dividido el listado por tipo de locales y comida para que sea más fácil acertar en la elección. ¡Confiamos en que os sirva!
Una de las agradables novedades de los últimos meses. Cocina de mercado, nunca mejor dicho, con impecable técnica. Cambian la carta con las estaciones del año. En el menú de invierno garbanzos con pulpo y butifarra, cardo guisado con carbonara marina (de calamares) o trigo en paella con verduras de invierno. El taco de ossobuco o la excelente codorniz con mole demuestran que los guisos son el fuerte de la casa. Y siempre hay algunas sorpresas fuera de carta como las pochas frescas con oreja y langostinos de Sanlúcar. Está muy rica la tarta de queso para acabar. Local pequeño e incómodo. Servicio muy amable que ofrece varios vinos por copas bien seleccionados.
Solo para los amantes del picante porque aquí lo utilizan con poca moderación. Los afortunados que disfrutan de ese placer no se perderán los estupendos dumplings caseros de butifarra y ternera con kimchi, las alitas con chile dulce y el potente curry thai de gambones. Después hay que atreverse con la merluza black pepper o las costillas korean bbq para terminar. En barra o en mesa, el servicio es amigable e informal y le aconsejará como pedir. No se moleste en pedir algo sin picante, no se lo darán. La cerveza es la mejor opción para acompañar esta sabrosa comida.
Boles de arroz con sashimi de pescado fresco y diferentes combinaciones de sushi. Eso es lo que va a encontrar en Yokaloca, un local japonés que ocupa un espacio con personalidad propia en el mercado de Antón Martín. Sin duda manejan el arte del arroz, que es excelente. Dos barras y comedor, camareros japoneses y mucha autenticidad. Algunos días ofrecen platos de ramen, uno de los mejores de Madrid. No hay que perderse tampoco los originales postres, como el dorayaki.
Tras su traslado al local contiguo de su otro negocio, la Vinoteca García de la Navarra, Pedro García de la Navarra ha vuelto a retomar el mando de la cocina de esta Taberna que enamoró a los vecinos de su antigua ubicación en Alberto Alcocer. Sus guisos, como las albóndigas, los callos y las manitas, demuestran que aquí hay un cocinero de los de verdad. Las lentejas también son de nota. Si quieren comer barato, olvídense de los “fuera de carta” y disfruten de la sencillez y sabor de los revueltos, el salmorejo, los chipirones encebollados y su famoso pisto manchego con huevos fritos (con puntilla, como mandan los cánones). Servicio muy amable con unos camareros paraguayos que llevan muchos años en la casa y miman al cliente. Selección estupenda de vinos gracias a Luis, hermano de Pedro, que ejerce de sumiller y jefe de sala en la vecina Vinoteca.
A esta taberna gallega neoclásica se viene a comer su famosa tortilla de Betanzos, una de las mejores de Madrid. Otras elaboraciones buenas y baratas son las croquetas, el caldo gallego y la empanada del día. Muy rico también su pulpo, mejor con patatas, que llena más y evitará tener que seguir pidiendo. El marisco es de buena calidad pero se sale del presupuesto. Ruidoso e informal, servicio correcto y animada terraza de verano en Jorge Juan.
Mesas altas para el concepto informal de Treze, donde se puede comer barato si uno se limita a los clásicos del bar: patatas con salsa bravioli, buñuelos de bacalao o croquetas, de jamón o de cocido. Curiosas las dos recetas de ensaladillas (Elena vs Saúl, los propietarios y chefs).También un guiño a la fusión oriental con el bun de rabo de ternera, aguacate y mole. Buena mano del chef en los guisos. La molleja de ternera sobre manitas o el guiso de morro son perfectos para terminar compartiendo y que la cuenta no se dispare. Pidan vinos por copas, pueden probar algunos muy originales.
Taberna moderna e informal con zona de mesas altas en la entrada y un salón más tranquilo al fondo del local. Dirige la cocina el chef Javier Aparicio y salen platos clásicos y baratos como los torreznos, las bravas y la ensaladilla rusa. Pero también unas justamente afamadas carrilleras al curry Massaman, con una mezcla de sabores espectacular. Las cocas y los huevos con patata, queso y trufa no decepcionan y logran llenar el estómago a un precio muy razonable. Buena selección de vinos por copas.
Negocio contiguo a La Tasquita de Enfrente y gestionado por el mismo dueño, algo que no debe llevar a engaños. Estamos ante una bocadillería informal y sin pretensiones. Está muy buena la hamburguesa cuando se pide poco hecha. Entre los bocadillos destaca el más castizo, el de calamares con ralladura de limón. También muy buenos el de salchicha artesana y el mollete de tortilla de patatas, ambos con una rica salsa “canalla” picante. El nombre del local viene de los porrones que se pueden pedir para beber (de cerveza, sangría o vino).
Javi Estévez, el top chef que está triunfando en Madrid con La Tasquería, ha creado este nuevo concepto de bocadillos originales. El pan tiene mucha importancia, ya que lo hacen allí. Excelente el de chapata que lleva el bocata de calamares. Destacan también el huevo a baja temperatura sobre pan de semillas con pisto verde y la barrita de carrillera guisada con mahonesa de chipotle. Además, algunos platillos sueltos como las originales croquetas (que se pueden pedir por unidades) o la lasaña con pasta wan tun. En barra o en mesa, siempre muy informal, aquí se viene a disfrutar de bocados diferentes a un precio razonable.
En Buns and Bones se han especializado en los baos o buns, esos panecillos al vapor tan de moda actualmente en nuestro país. Imitan con éxito el de pork belly (panceta) de Momofuku en Nueva York. Y la otra parte, “bones”, se refiere a los cortes de carne que ofrecen, como el chuletón y el costillar. Está en los bajos del mercado de Antón Martín, con entrada por la calle de Santa Isabel. Local muy informal y con buen ambiente por las noches, ya que también abren para las cenas.
A este diminuto y alborotado restaurante se viene a comer los ya mencionados baos. Estos bocadillos con pan al vapor se rellenan de calamares, panceta, pollo o hamburguesa con agradables resultados. Ideales para maridar con cerveza. No están mal las gyozas, aquí llamadas “gyozilla” por su tamaño. Y hay que probar el picanthai, que es un picantón a baja temperatura con una rica salsa tailandesa, del cual ya avisan en la carta que es para chuparse los dedos. Buenos precios.
Es el favorito para una cena en pareja de los jóvenes que frecuentan la animada zona. Los fines de semana es difícil conseguir mesa y es que la relación calidad-precio de los platos que sirven en el comedor del fondo del local es muy razonable, sobre todo si se utiliza el descuento del 30% que ofrecen en alguna web. Gyozas japonesas, huevos con chistorra versionados, risotto de setas y hamburguesa de angus son sus platos más solicitados. Algunos vinos por copas o unas cañas bien tiradas en la barra de la entrada son la mejor opción para beber barato.
Espacio de techos altos, desenfadado y con decoración moderna. La carta de vinos ya es un juego en sí misma, ayudando a elegir por criterios de personalidad. Lleva muchos años consolidado como exponente de las tres bes: bueno, bonito y barato. Son ya clásicos sus potitos con huevo, patata y trufa. Divertidos también el taco-pato, el bao de albóndigas marranas, las gyozas de ropa vieja y el bocata de calamares, que además sacian. La ensalada de kale, los bimi o las alcachofas fritas son opciones más ligeras. Buen ambiente garantizado y servicio joven e informal.
El local no puede ser más acogedor y romántico, con luz tenue y velitas en las mesas. La carta tiene precios suaves y el servicio es agradable. Compartiendo tres platos en pareja se puede cenar estupendamente. Están muy ricos los puerros confitados como entrante y los canelones son ideales para terminar. En mitad el pulpo es correcto y el salmón marinado es agradable. Una copa de vino por cabeza, a elegir entre su fantástica selección, y evitar el postre, para una digestión ligera, harán una velada perfecta al precio deseado.
Aquí se viene a comer su estupenda y tiernísima costilla de vaca asada a baja temperatura. Es fácil de compartir, ya que se despega del hueso con muchísima facilidad. Buenísimo también el brisket, corte de pecho de ternera muy típico en las barbacoas de los Estados Unidos. También hay cortes de cerdo (pulled pork), salmón a la brasa y verduras asadas para acompañar. Es un pequeño local con mesas de madera en la animada calle Ponzano. Conviene ir temprano los fines de semana porque no admiten reservas. Ambiente muy informal para dar todo el protagonismo a unas excelentes carnes a la brasa.
Alboroto y gente joven en mesas comunales de madera. Eso es lo que hay en este smokehouse que ofrece una excelente selección de cervezas y tiene una decoración típicamente norteamericana. Agradable sabor ahumado en sus carnes asadas a baja temperatura, que se pueden pedir en grandes bandejas para compartir. Las costillas y las salchichas llegan un poco secas. Mejor el brisket y el pollo. De entrante, los nachos con pulled pork son una bomba que sacia hasta a los más hambrientos. Postres prescindibles.
Reconocida hamburguesería de la capital con varios locales. En el de la calle Miguel Ángel sirven una estupenda costilla de vaca black angus que bien justifica la visita. Pídanla para dos. También está muy bueno el brisket y los tacos de pulled pork. Las hamburguesas son excelentes, por calidad de la carne y el sabor característico de la parrilla. No hay que salirse del guión pidiendo otros platos, con estos se acaba lleno y satisfecho, que no necesariamente es lo mismo. Servicio algo despistado y precios que obligan a pedir con cuidado.
Nuevo lugar, cercano a la Gran Vía madrileña, que apuesta por la cocina fusión, tan de moda en la capital. Mesas de madera, enchufes en las mesas, mucha gente joven y ambientazo los fines de semana. Es de agradecer que tengan en consideración a los discapacitados, con barra para minusválidos y carta en Braille. Tengan cuidado con el precio si prueban sus estupendos cocktails, que no son baratos. En su cambiante carta es estupendo el bocadillo de soft shell crab (cangrejo de concha blanda). Están muy ricos el bocadillo de calamares y el naam de papada ibérica. Menos gracia tiene el pollo macerado al carbón con romesco. Para acabar, tarta de queso gamoneu con maracuyá.
En un ambiente completamente informal de mesas altas, Sergio Guijarro y su equipo comandan diferentes platillos con fusión asiática. Ellos le llaman kung food y bien merece una visita incluso para los que no son vecinos de este barrio de la periferia de Madrid. Los platos estrella de la casa son el bao de butifarra, el dim sum de rabo de toro con huevo de codorniz y las gyozas. La crispy chicken está para chuparse los dedos y, si ese día lo tienen, hay que terminar la degustación con un plato de curry. Cervezas de Madrid La Virgen y algunos vinos. Pidan comedidamente y compartan postre para que no se dispare la factura.
Cocina viajera que fusiona producto gallego con elaboraciones de diferentes países. Larga barra y cocina vista antes de llegar a las mesas bajas. También un pequeño salón con opción de ser privado. Muy informal el servicio y la decoración para un ambiente más bien joven. De la corta carta merecen mucho la pena los platos al vapor, con diferentes dim sum y gyozas. Las empanadas de chocos y las croquetas-niguiri de merluza son otros divertidos aperitivos. La pizza Indy y las ancas de rana fritas con guiso de callos son originales y estupendas para terminar sin pedir la carne, que, aunque está rica, encarecería la cuenta.
El proyecto de Alejandro Alcántara, ahora con nueva sucursal en Sevilla, se basa en guisos sencillos y cocina andaluza renovada con toques asiáticos. El televisivo chef logra ilusionar con su cocina en el pequeño local que inauguró hace casi 3 años. Ha ido subiendo el precio pero aún se puede comer barato y disfrutar de sus croquetas de puchero, sus gyozas de carrillera o sus kebap de chicharrones de Cádiz, su tierra natal. También están muy buenos el sándwich japo-cubano (es un bao, ya tan de moda) y el curry de raya thai. Aquí hay que ser comedidos al pedir para quedarse en el precio deseado.
El restaurante chino más antiguo de la capital (abrió en 1974) se ha renovado, tanto en la decoración como en la cocina. Aspecto más moderno, en ambos casos, con cuidadas presentaciones de los platos. No ha mejorado sin embargo el servicio, que sigue siendo al estilo de cualquier chino de Madrid: los platos llegan a la mesa sin ningún orden ni sentido. Están muy ricos los tallarines hechos a mano y las berenjenas marinadas. No están mal los dim sum y el pato laqueado. Y no pasan de correctos los rollitos especiales, algo bastos. La cerveza china es ideal para acompañar los platillos, que se deben pedir al centro para compartir. La experiencia global es satisfactoria, sobre todo por los suaves precios.
En el local que ocupaba anteriormente Soy Kitchen, y gestionado por el mismo cocinero, el simpático chino Julio. Él ya no está, ocupado en su nuevo negocio en Chamberí, pero su equipo se encarga de preparar unos sabrosos y divertidos ramen, que son lo mejor de la carta. Atrévanse a compartir entre dos el “Jackie Chan no es Bruce Lee”, original ramen de rabo de toro con pimienta de Sichuan que no decepciona. Están ricos los dim sum y los baos, sobre todo el negro de calamar. Y, si quieren probar algo más, vayan a los sabores potentes: callos “Gangnam Style” o el chili crab, con el que es inevitable mancharse las manos y chuparse los dedos.
Este es el lugar para los amantes de la cocina del sudeste asiático: picantes, hierbas, especias y cítricos se mezclan en sus platos. Vayan al local original, el de Cardenal Cisneros, donde mantienen una gran regularidad en la cocina. Bullicioso e informal pero con sabores que trasladan a Tailandia, Indonesia o Malasia. Imprescindible probar alguno de sus curries y el nasi goreng (plato de arroz frito con huevo típico de Bali y otras partes de Indonesia). Gusta mucho su “sexy sio bao”, que es un bun de pulled pork con salsa hoisin. Precios muy ajustados. Han abierto varias franquicias con resultado desigual. Admiten take away para llevárselo a casa.
Amplísimo local que apenas se vislumbra desde la entrada. Salón principal al fondo del pasillo. El horno especial para las pizzas se encuentra a la vista en el lado izquierdo. Y es que la especialidad aquí son las pizzas artesanales, que están buenísimas. Mozzarella de verdad y una masa fina y crujiente, muy al estilo de las pizzerías del Trastevere en Roma. Son individuales, aunque fácilmente pueden servir para compartir entre dos. Muy buenas las gourmet “Tartufo” y la “Ibérica”. También la clásica “Tropical” para los amantes de la piña en la pizza. Algunos entrantes, ensaladas y pastas completan la oferta. Dejen sitio para el postre y prueben la cheesecake o la tarta de chocolate belga. Excelentes precios.
Este negocio está dirigido por los cocineros del tristemente cerrado Sudestada. El concepto es de pizzas originales en horno de leña al estilo argentino, con la masa más gruesa que las romanas. Algunos mezzes (entrantes) porteños y fiambres al corte completan la oferta. Las pizzas son bastante grandes, como para saciar al menos a dos o tres personas. Están buenísimas la de chorizo criollo y grelos y la de gorgonzola y trompetas de la muerte. La de papada ibérica con alcachofas y la de pato con higos no le van a la zaga. El local es informal y algo desangelado pero pueden pedirlas para llevar y comerlas en casa.
Concepto original y divertido para comer sano en un local nuevo, muy animado e informal. El cliente puede elegir entre las diferentes opciones de los “market plates” o de los “garden bowls”. En el primero de los casos se elige una proteína, que puede ser tofu black pepper o falafel para los vegetarianos. Para el resto hay más opciones: tataki de atún de aleta amarilla, ternera, marinada o guisada, o pechuga de pollo con salsa chipotle (chiles picantes y ahumados típicos de México). Se le pueden añadir diferentes guarniciones y salsas. En el caso de los bowls se elige primero una ensalada de bas; hay varias diferentes, como la de quinoa y coco. Se le añade después la proteína con las opciones ya mencionadas. Se consigue así un menú a medida a un precio imbatible. Zumos naturales y café orgánico.
Bonito espacio en plena Calle Velázquez, con cuidada decoración moderna y diferentes salones para degustar una cocina sana y natural. Muchos platos vegetarianos, como la coca pizza de verduras o la crema de remolacha con cúrcuma y jengibre. Las alcachofas confitadas y las berenjenas asadas son otras estupendas opciones. Para los no vegetarianos están ricos el tartar de salmón y la hamburguesa de ternera con kimchi. No dejen de probar los estupendos zumos naturales que preparan con frutas y verduras. Y, si le gustan los tés, la selección que tienen es fabulosa, incluyendo algunos orgánicos.
Encantador café restaurante que ya no es un secreto para casi nadie en Madrid. Preciosa decoración de cuento de hadas y ambiente relajado. Sus estupendas tartas hacen que sea una gran elección para una merienda cena, con o sin niños. La de zanahoria y el orgasmo por chocolate son ya clásicas. Aparte tienen algunos platos para cenar salado. Prueben algo ligero que compense las calorías de las tartas, como sus originales carpaccios de avestruz o alguna de sus ensaladas. Gran selección de tés y cafés. Y si la noche se pone romántica se pueden tomar cocktails hasta bien tarde los fines de semana.
Proponer una carta con platos cuya base es un estupendo hojaldre, hecho diariamente por ellos, es una interesante novedad en Madrid. La hace el propietario de Sala de Despiece y Smoking Club en Ponzano. El salón es agradable aunque las mesas están un poco juntas. Hay carta de desayunos y carta para comidas y cenas, que se divide en dulce y salado. Entre los salados destaca la genial hamburguesa Wellington. Y, entre las muchas opciones dulces, sobresalen las tartaletas de frambuesa con chocolate blanco y la de merengue, maracuyá y vainilla. Riquísimas también las milhojas. Un buen consejo es llevarse una de sus palmeras para merendar o desayunar al día siguiente, sin duda de las mejores de Madrid.
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