Estos son los restaurantes nuevos de Madrid 2018 que por un motivo u otro más nos han interesado hasta el momento. Una oferta heterogénea y diversa, acorde con el espíritu de la ciudad. Los hay para todos los gustos y bolsillos: informales, lujosos, temáticos, marchosos, divertidos, canallas… hasta uno absolutamente singular, que más que un restaurante es un lugar de ocio y encuentro cultural que ocupa el espacio de la que fuera la última sala de cine porno de Madrid.
Por fin han cumplido su sueño. Los hermanos Sandoval -Rafael, Mario y Diego- han trasladado su restaurante desde Humanes a Madrid. Un cambio necesario, según ellos mismos sostienen, para poder seguir creciendo gastronómicamente. Una apuesta valiente (la inversión ha sido tremenda) y un regalo para la ciudad que necesita más restaurantes de esta envergadura. El respaldo del público no se ha hecho esperar: los llenos son diarios.
La elegante y colorista puesta en escena desarrollada por el interiorista Jean Porsche ha dado nueva vida al viejo Archi, local mítico de los 80 madrileños. Ambientes diferentes, incluída coctelería y club de fumadores en el sótano; una gran cocina vista por la que pasean a los clientes, en la que no falta el horno para asar los cochinillos; y una bodega de aupa, en la que Rafael ha dedicado un espacio prioritario a Dom Perignon, el monje que veía estrellas cuando bebía champán. En esta suerte de sacristía se guardan botellas exclusivas de la casa de Reims difíciles de encontrar en otros lugares del mundo.
Cada servicio atienden a 55 comensales y ofrecen solo un menú degustación que se inspira en las líneas de investigación culinaria que desarrolla Mario: ahora es el momento de la cocina de las fibras. Lo que no falta es el cochinillo, icono de la casa, que se prepara en el horno como manda la tradición y deja en evidencia todas esas carnes maltratadas por las largas cocciones a baja temperatura. Tiene mucho mérito que un restaurante de este porte mantenga una herramienta popular para preparar el mejor de sus platos. El trabajo de Diego en la sala se deja notar en los pequeños detalles: la delicada vajilla, la temperatura de servicio de los cubiertos, el uso de guantes blancos… Una visita imprescindible entre los restaurantes nuevos de Madrid 2018.
La alianza de Ángel León y su amigo Paco Patón ha sido un éxito y ha devuelto al bar del hotel Urban las noche de gloria. Cocina marinera con alma castiza pensada para compartir o comer de manera informal. La carta cambia con alguna frecuencia pero los platos más aplaudidos se mantienen. “Se trata de traer un pedacito de Cádiz a Madrid, ofrecer pequeños bocados de Aponiente, una carta sencilla, sabrosa y muy marinera que estamos diseñando en colaboración con el equipo de Derby Hotels Collection”. Nos contaba Ángel en la inauguración.
Koke Clos, ha diseñado el espacio con capacidad para una treintena de personas. Dos barras (cocina sólida y líquida) y mesas bajas con sillas para un relax urbano. En la carta cosas tan apetecibles como ajo verde de plancton, sardina ahumada con huesos de aceituna, cremoso de jalapeños, royal de erizo, cazón en adobo, arroz meloso con plancton o chuleta de atún.
Conducir hacia el futuro la casa de comidas familiar es el objetivo que se ha marcado Víctor Membribe, joven cocinero formado junto a su padre en los fogones de este establecimiento de Argüelles, donde se busca con esmero la mejor materia prima y se bordan platos de caza (magnífica liebre a la royale) y recetas de aves, llegadas desde la cercana pollería de Higinio Gómez.
Además Víctor se aventura en nuevas propuestas como el delicioso chili crab, elaborado con centollo. Una mirada al futuro desde la tradición y la memoria que tiene encandilados a los madrileños. En las mesas una mezcla heterogénea de clientela tradicional y foodies treintañeros curiosos e inquietos.
¿A quién se le va a ocurrir ir a cenar a un tablao flamenco? Pues visto lo visto a cualquiera que quiera comer bien. En un comedor anexo al propio tablado, se sirve un menú degustación para cuatro mesas exclusivas. Una apuesta original y diferente que surge de la pasión por la gastronomía que tienen los propietarios, hosteleros de rancio abolengo, descendientes de los dueños del famoso Riscal.
Al frente de los fogones, David García (ex Álbora) que compone recetas elegantes y contemporáneas con ingredientes de gran calidad para un único menú (65€). Son deliciosos los percebes asados en sartén con alcachofas guisadas y jugo de lombarda o la merluza asada con consomé de anguila. Un ejercicio de cocina de magnífico nivel, que compagina con la no menos importante tarea de preparar la cena (menú o carta) para los más de 100 comensales que llenan el tablao. Quienes optan por el espacio gastronómico pueden también asistir al espectáculo flamenco despues de la cena. La oferta de vinos de Jerez es realmente apabullante.
Aunque se inauguró después del verano, es la última propuesta de Sandro Silva (El Paraguas, Amazónico…) Esta vez en clave italiana, en un entorno suntuoso que recuerda a las grandes trattorias del país de la bota. Es un restaurante hecho a la medida de la burguesía madrileña, donde no es difícil encontrarse con rostros conocidos, desde futbolistas a Isabel Preysler con Mario Vargas Llosa. Pastas hechas en casa (agnoloti de calabaza, tagliatella con langosta, linguini gamberi e limone…) un buen vitello tonatto, steak tartar de ternera fassone y otras especialidades, casi todas en raciones abundantes. Productos italianos escogidos.
Tras la marcha de Manolo de la Osa, el que fuera su jefe de cocina, el joven Miguel Carretero ha transformado el proyecto y se ha hecho cargo de él. En la planta alta, una «barra fina de barrio» como ellos mismos la llaman, con varias mesas y taburetes para tapear o comer de manera informal y rápida. Abajo, un comedor más serio con un menú degustación, cocina de temporada de inspiración castellana: escabeches, caza, guisos… A los que Carretero (discípulo de Iván Cerdeño. El Carmen de Montesión) añade toques contemporáneos. No hay que perderse ni las croquetas, magníficas, ni los torreznos.
Un japonés donde no se come pescado es noticia por sí mismo. En Sinatra Ya, el rey es el wagyu. El propietario, Hidehisa Joden, cuenta con granjas propias de vacuno en Japón desde donde trae las carnes para sus restaurantes de Londres y Madrid. Diferentes calidades y diferentes precios. Una propuesta singular. El mejor sitio para probar wagyu auténtico a aprender sobre esta particular carne. Al frente de la barra Alex Moranda, un viejo conocido de todos los aficionados al japo, ahora enfrentándose el reto de la carne.
Entre los platos que más nos han gustado el carpaccio de wagyu de alta infiltración; los nigiris, con un buen arroz, y las gyozas (empanadillas) a la plancha rellenas de carne de res. La especialidad es el sukiyaki, y no hay que dejar de probarlo. Al mediodía, ofrecen un menú especial: un gran bol con cerdo, pollo o ternera sobre fideos o arroz, soja o curri japonés (20€). El nombre se debe a la amistad de Joden con Bobby Sinatra, hijo del popular cantante, cuyas fotografías se reparten por el local mientras sus melodías suenan en el ambiente.
El cocinero Rafa Cordón ha dado un giro a este luminoso espacio de la Gran Vía para conectarlo directamente con el corazón de Madrid. Un corazón castizo, pero contemporáneo, que parte de la tradición para mirar el futuro. Entre el bar y la tasca, a mitad de camino entre la barra y la casa de comidas, es un espacio multifuncional que se adapta bien a cualquier hora y propósito. Desde unos boquerones en vinagre o una patatas bravas al cocido de los sábados todo es posible en este espacio, incluso saborear el clásico besugo a la madrileña. Un homenaje a la ciudad en toda regla.
Un restaurante temático en el que todo gira en torno al hojaldre. Una tentación para los golosos, a pesar de que las recetas son saladas: quiches, Wellington burguer, sopa de cebolla… y otras recetas dispares en las que aparece el hojaldre. Aunque la idea es de Javier Bonet (Sala de Despiece), al frente de los fogones y del obrador, tres mujeres: Estela Gutiérrez y Jimena Cardoso, junto con la cocinera Arantxa Hoyas. Desde el desayuno hasta la cena funciona ininterrumpidamente, pasando del dulce al salado y viceversa. También venden especialidades para llevar. El hojaldre es, como se puede suponer, espectacular. Las palmeras se pueden personalizar con toppings al gusto del cliente ¡ojo!
Atocha, 49. Tel.: 910 88 33 83 Precio medio: 35€
Ambiente ochentero, que hace un guiño a la movida madrileña, y oferta gastronómica singular. El nombre es parte de la letra de aquella canción mítica de Santiago Auserón (Radio Futura) “Enamorado de la moda juvenil”. Una larga barra, mesas y varios reservados en los que se sirven latas, embutidos, patatas bravas, hamburguesas, un negro bocadillo de calamares, tartares, tiraditos, ceviches… Cocina ecléctica elaborada con buenos productos, que trata de gustar a muchos y ser original.
Mario Payán se ha puesto al frente de esta barra japonesa (12 comensales) para ser absolutamente fiel a la tradición nipona. En solitario prepara niguiris, de uno en uno como hacen los grandes maestros itamaes, que sirve al momento. Trata el arroz con vinagres añejos que lo tiñen de rosa y emplea productos de calidad excelente. El resultado, una propuesta diferente y original, muy personal que poco tiene que ver con los japoneses al uso. No hay carta, solo dos menús (54 y 65€) que Payán compone según la oferta del mercado.
Abrió sus puertas en 1974 y no hay madrileño que no lo conozca, fue el primer chino de la ciudad. Ahora se ha renovado por completo. De la estética se ha ocupado el Estudio Lavela y de la cocina Julio (Yong Ping Zhang) el famoso chino de Soy Kitchen y Lamiak. Platos de cocina china callejera, algunos poco conocidos en España. Una revolución total para un restaurante que hizo historia.
Cerca del Campo de las Naciones, perfecto si se va a estar en Madrid Fusión (aunque cierra el lunes), este nuevo local llega avalado por el buen trabajo de Sergio y Roberto Hernández en Latasia. Un local amplio, dividido en tres ambientes (barra, comedor con cocina vista, y comedor reservado) donde lo que cuenta es el producto de calidad y la cocina española, aunque no faltan algunos toques internacionales. Carta de bar, que se sirve durante todo el día, un plato de cuchara diario y oferta de coctelería.
Aunque lo hemos incluido en la lista de restaurantes nuevos de Madrid 2018, no es un restaurante. Es un punto de encuentro cultural en el corazón de La Latina, con una interesantísima programación de actividades y un espacio para comer y picar. Una oferta desenfadada que va de las hamburguesas a los fingers de pollo, el hummus o los brownies. Lo divertido es que ocupa la última sala de cine porno que funcionó en Madrid, de ahí el nombre.
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