Hace unos días la DO Rioja presentaba una nueva campaña para dar a conocer e incentivar el consumo de vino riojano entre los jóvenes. Un problema que nadie parece saber solucionar. Es sólo una de las últimas acciones que ha realizado el inquieto Consejo Regulador. Rioja persigue acreditarse de cara a la opinión pública, esto es, el consumidor.
En buena medida no le hace mucha falta. Sin duda es la región vinícola número uno de este país. Lo es por historia, por vinos, por viñedos, por ventas, y lo es también como marca. Ninguna otra DO en España goza del reconocimiento que tiene Rioja, y por supuesto, ninguna otra tiene idéntico prestigio internacional.
¿Por qué entonces ha apostado por introducir nuevas categorías de sus vinos, enmarañando el mercado con nuevos tipos que el consumidor no domina? Esto viene a colación de los llamados Viñedos singulares (VS) una nueva categoría que la DO puso en marcha en 2017, aunque es ahora cuando está empezando a ver sus frutos en las estanterías de las tiendas y las cartas de los restaurantes. Las bodegas están sacando sus primeras añadas VS.
Esta calificación atiende al origen. Su objetivo es dar valor a unos viñedos determinados, de mucha calidad, y reconocer su diversidad. No es una calificación excluyente, porque cohabita con la tipología –mucho más popular- relativa al envejecimiento (así, vinos genéricos, crianzas, reservas y grandes reservas).
Para que un viñedo sea calificado como singular debe cumplir una serie de características. Deben tener, al menos, 35 años. Su rendimiento no excederá de los 5.000 kg. por hectárea (para tintos; 6.900 para blancos). Es preceptivo vendimiar manualmente, y deben estar reconocidos específicamente por el Ministerio de Agricultura. Además, los vinos elaborados con estos viñedos deben ser sometidos a una doble cata, una doble evaluación (recién elaborado y justo antes de su comercialización), y la segunda ha de ser excelente.
Según esto, un año el viñedo puede ser considerado como singular, y al siguiente no, si no ha pasado la auditoría del consejo regulador. ¿Al consumidor esto no le puede llegar a confundir? El público entiende que VS es la máxima calidad y no es fácil de explicar que una año un vino sea top y al siguiente no.
Y de cara a la bodega, ¿qué ocurre con el posicionamiento del vino en el mercado? ¿Y con el precio? Por lo general no son vinos baratos. Y es lógico por los cuidados especiales que precisa el viñedo, por la forma de trabajarlo y los vinos que en esos viñedos se producen, con pocos rendimientos y en consecuencia pocas botellas. Quizás así se explica que haya bodegueros que tienen certificados VS con tal, pero no elaboran vinos con la contraetiqueta ad hoc.
Es lo que da valor al origen singular en este caso. Una práctica contraria a lo que tradicionalmente es habitual en Rioja, donde históricamente las bodegas han ensamblado uvas y vinos de diferentes pagos y municipios. Así son los riojas más conocidos y muchos de los mejores que da la DO. Pero no es menos cierto que también cada vez más bodegas ofrecen otros estilos, vinos expresivos que provienen de parcelas determinadas, sean o no singulares.
Todo cabe en esta denominación vinícola de 65 mil hectáreas y tres subzonas (alta, alavesa y oriental) donde reina la tempranillo –el 80% del viñedo- (la viura lidera el 70% de las variedades blancas). Una región vinícola que se extiende en una franja de alrededor de 100 kms., a ambos márgenes del Ebro. Siete valles, cada uno con sus microclimas y suelos.
Buena parte de los vinos etiquetados con VS están saliendo ahora al mercado. Ocurre con Bodegas Sonsierra, que tiene nueve VS y tres vinos como tal en las tiendas. Su viñedo El Manao (data de 1952) da lugar a su tinto homónimo. Es su primera añada, la de 2017, ya muestra su potencial, su personalidad indiscutible.
Las 20 ha. de VS Zaco permiten a Bilbaínas –con uno de los patrimonios de viña más importantes de Rioja- que su tempranillo de 2017 (ya van por la segunda añada) muestre complejidad y equilibrio. Como la finca Alto Cantabria, de Bodegas Martínez Bujanda, otra histórica de la DO, les posibilita emplearse a fondo con sus 8,5 ha de VS. Es sin duda su viñedo más importante y representativo, ligado a la familia desde hace generaciones. De este terroir parte su Conde Valdemar Alto Cantabria VS 2020 viura, un goloso blanco de perfil borgoñón, que se bebe sin sentir.
Juan Luis Cañas, de Bodegas Amaren, cuenta con una preciosa finca denominada El Regollar, donde la viña tiene más de 100 años. Es pedregosa, al punto de que la trabajan con mulas y donde las cepas brotan entre losas de piedra. Una finca diferente, en el que las variedades (viura, malvasía, graciano, garnacha, bobal, tempranillo, moscatel rojo…) se cultivan todas mezcladas y se vinifican juntas: ésa es la personalidad del VS. Lo constatan joyitas como El Regollar 2016, un tinto serio, complejo, de autor, con larga vida por delante.
En ese mar de viñedo que es la Rioja perviven esos viñedos singulares, y los vinos de ellos obtenidos, con otra forma y otro estilo de vino. Siguen siendo emblemáticos los grandes clásicos, los reservas y grandes reservas que han dado fama, entidad y personalidad a Rioja. Tintos –y magníficos blancos de guarda- que gastan clase y mucha finura, sedosos, aterciopelados, con los aromas propios de una larga crianza en barrica.
Son la otra cara de los VS porque se hacen con viñedos de zonas muy distintas. Son la historia de la Rioja embotellada. Y se basan igualmente en viñedos muy especiales. Como los de Bodegas R. López de Heredia, ya en la 4ª generación, que posee uno de los más antiguos de la DO. Su finca Tondonia data de 1907, un precioso terreno plantado de viñas de más de 80 años, a los pies de sierra Cantabria, junto a un meandro del Ebro. En total unas 130 ha. O la mítica Finca Ygay, propiedad de las bodegas Marqués de Murrieta. 300 has. de cepas que comenzaron a plantase en 1872. La familia Cebrián, que la adquirió en 1983, acaba de poner en marcha una magnífica bodega recién estrenada que aloja 4 millones de botellas, entre ellas el Castillo de Ygay Gran Reserva Especial 2010. Ese tinto ha recibido el mes pasado el premio al mejor vino del mundo según la lista top 100 que elabora la prestigiosa revista vinícola internacional Wine Spectator. Lo elabora una riojana, la directora técnica de la bodega, María Vargas.
Y es que en Rioja hay hueco para todo y para todos. Siempre que sea de calidad (aunque ya sabemos que hay que vender 400 millones kilos de uva). La vinculación entre vino y territorio es necesaria, una relación que desde la DO se está potenciando como una marca de calidad que le dé valor añadido. Quizás el problema es cómo lo entiende el nuevo consumidor, que por definición es infiel, es curioso y huye de etiquetas. Máxime en un maremágnum vinícola saturado de marcas, denominaciones, indicaciones, estilos y categorizaciones que sin duda le confunden.
El I Congreso Internacional de Gastronomía Cinegética, celebrado Almagro, deja sobre la mesa interesantes iniciativas…
David Solana se ha proclamado vencedor del Campeonato Mejor Pan de Madrid 2024 que convoca…
La pastelera Noelia Tomoshige nos guía a través de locales increíbles y nos descubre dulces…
Después de la catástrofe, de la rabia y el dolor ha llegado el momento de…
Herederos del Marqués de Riscal lidera el listado que presenta World's Best Vineyards 2024.
Con motivo del I Congreso Internacional de Cocina Cinegética pasamos revista a las mejores recetas…