No se puede negar que todo eso existe: el cine se ha encargado de popularizarlo y las multinacionales estadounidenses lo han propagado por todo el mundo. Pero no es lo único. Porque allí ya hace tiempo que existen tendencias como el comfort food, que hacen referencia a una forma de comer que enlaza con la memoria de la niñez, comidas reconfortantes, de familia y tradición. Y muchos de los productos que los norteamericanos consumen en las casas están unidos a esa forma sencilla de concebir la cocina.
No son pocos los que piensan que es injusta la mala prensa que tiene la gastronomía de aquel país, y que aunque las pizzas o las hamburguesas se quedan para la rapidez que exige la comida, la cena es el momento en que la familia se reúne para tomar un plato principal acompañado siempre de ensalada, además del postre. Es más, en EEUU gracias a la inmigración se han ido cogiendo y adaptando los mejores productos de cada país, de ahí que existan magníficas pastas italianas, los mejores noodles o una estupenda y golosa repostería.
Todo lo relacionado con el dulce apasiona a los yankies. Las tortitas que riegan convenientemente con sirope de arce, los muffins (esas magdalenas de chocolate, arándanos, canela, etc., tan tradicionales), los contundentes brownies, los cheese cake (tarta de queso), el appel pie (pastel de manzana), las mil y un galletas, se elaboran en todas las casas con unos preparados especiales, fáciles y prácticos, con los que nunca se falla, porque vienen perfectamente explicados para conseguir la receta. Ese pragmatismo, la sencillez y el ahorro de tiempo, es una constante en muchos de sus productos: mezclas para hacer bebidas como el tropical punch, salsas de todo tipo para aliñar ensaladas, barbacoas o espaguetis (son muy conocidas las que comercializa Paul Newman), mezclas para dips (salsas como la de cebolla y nata agria para tomar con verduras crudas), latas de sopa de almejas, de ponche de huevo (típico en Navidad), se encuentran en todos los supermercados. Esos, y los sabores característicos de las gelatinas, mermeladas e incluso chicles de uva, de la mantequilla de cacahuete (en crema o con trocitos) que untan en los sándwiches o los bagel (el pan típico neoyorkino), los copos de avena que utilizan en sopas y postres, o los krispies para empanados salados. Les gustan las mezclas de sabores, combinaciones extrañas para el paladar europeo, como la coca-cola de cerezas o vainilla, sumamente dulces. Y no perdonan los marshmallows (que en España dio a conocer Ferrán Adriá en la alta cocina), una especie de esponjitas dulces que se toman solas o calentadas en la sartén, formando parte de una especie de sándwich de galleta relleno de chocolate.
Si se animan a vivir de cerca el american way of life, acérquese a cualquiera de los locales de Taste of America, con numerosas tiendas por toda España (Madrid, Barcelona, Valencia, Málaga, Toledo, Sevilla, etc.) y venta on line, surtida de todos éstos y otros muchos productos.
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