La preciosa isla de Santorini es, probablemente, la más conocida de toda Grecia. Es un popular destino turístico de parejas y un lugar muy deseado para lunas de miel y viajes románticos. No es de extrañar. Las increíbles vistas al mar, desde cualquiera de sus ciudades, son un reclamo para obtener fotografías espectaculares. Además, se puede disfrutar de uno de los mejores atardeceres del mundo. ¿Pero qué pasa, cuando queremos comer en Santorini? Aunque no es fácil descubrirlos hay lugares en los que disfrutar de buenos pescados y cocina local a precios razonables.
En general, en la isla comer bien y pagar una cuenta moderada no es tarea fácil. Los precios de villas, hoteles y restaurantes son, muchas veces, desproporcionados para la calidad que ofrecen. Por eso, si se puede, conviene evitar la temporada alta.
Es recomendable hacer un buen rastreo antes de elegir se quiere disfrutar de una cena con vistas y con una puesta de sol de ensueño. Así se pueden evitar “trampas” para turistas, lugares que pretenden cobrar precios sin sentido. Aquí hablamos de algunas de las muchas opciones que hay en la isla, con precios sensatos, incluyendo tres bodegas en las que catar los fantásticos vinos blancos de Santorini.
Las ciudades principales son Oia, Fira, e Imerovigli. Las tres están ubicadas a una altura considerable, con inmejorables vistas, y muchas villas construidas en la ladera de la montaña. Los colores blanco y azul destacan y caracterizan las construcciones. Las piscinas y jacuzzis al aire libre son también parte del peculiar paisaje, casi tanto como las cúpulas y puertas azules.
Ammoudi Bay. Precio: 60 euros por persona sin bebidas.
Una apuesta segura para comer pescado fresco es ir a la Bahía de Ammoudi. Allí hay un montón de barcas de pescadores que auguran un buen resultado final. Hay tres restaurantes, todos con terraza y vistas al mar, pero la mejor es la popular Sunset Taverna. Allí han comido muchísimos famosos, cuyas fotos adornan las paredes.
Tienen un mostrador con la pesca del día para que el comensal elija su pescado o marisco al peso. La preparación es sencilla, respetan el producto y los puntos de cocción, dejando las piezas jugosas. Es el caso de las doradas, lubinas o pargos, que llegan abiertos y limpios a la mesa, acompañados de una salsa de aceite de oliva y limón para que el cliente añada a su gusto. También es habitual ver langostas, ostras y centollos.
De entrante se puede probar una ensalada típica de Santorini o la especialidad de la casa: el pulpo secado al sol. A la entrada de la terraza, se ven tres pulpos colgados, una foto típica del lugar. Lo cortan fino y lo aliñan ligeramente, el resultado es buenísimo. Preparación similar a la de algunas zonas de España, por ejemplo en Denia y Motril, y lo hacen genial en el Bar FM de Granada o en el Primera Línea de Denia.
La carta de vinos incluye algunas referencias excelentes de la zona, como un estupendo blanco de la bodega Vassaltis. Además, los precios están menos inflados que en otros restaurantes, más lujosos. Lo mejor, la agradable brisa que viene del Mar Egeo y las vistas, que alegran el alma, para completar una comida o cena inolvidable. Si se opta por lo segundo, se podrá, además, disfrutar de un atardecer de película.
Thira 847 02. Precio: 80-200 euros por persona sin bebidas.
En este restaurante y bar, dentro del Complejo Andronis Arcadia, todo está orientado para ver una puesta de sol impresionante en el norte de la isla de Santorini. Mesas, sillones y tumbonas se sitúan alrededor de una piscina y todo está mirando al mar. El lugar, de decoración lujosa y moderna, invita a relajarse escuchando música chill out.
Las cuentas son de escándalo, no tanto por la comida como por los vinos. La comida está bastante buena y la calidad del producto, unida a la ubicación, puede justificar los altos precios. En las bebidas se entiende peor. El servicio es bueno pero los precios son desorbitados. Los vinos más baratos de la carta están a 72 euros. Los de Santorini por encima de 80. Eso sí, la puesta de sol es impagable.
La cocina cumple, sirva como ejemplo el carpaccio de gambas rojas con hierbas y botarga. Una delicia de textura y sabor. La ensalada griega es más que aceptable, con buenos tomates y queso feta. Y lo mismo sucede con los aperitivos de la casa, con aceitunas de dos variedades y una pasta de tomate seco para mojar con pan de pita. Muy interesante es la tarama fish roe, que viene a ser una crema de huevas de pescado con una espuma que la aligera, versión moderna de la clásica taramosalata griega.
Entre los platos principales llama la atención un kebab de ternera y cordero. Llega a la mesa ligeramente especiado y poco hecho, muy jugoso. El rosado interior demuestra el buen hacer de la cocina. El pescado del día o la langosta disparan las cuentas y la carta de sushi no merece la pena.
Nik. Nomikou. Precio: de 100 en adelante sin bebidas
Dispone de una encantadora terraza, perfecta para ver el atardecer y con espacios semi reservados dentro de la misma. Todo muy exclusivo y con servicio, en general, atento y eficiente. Lujo y vistas al mar en pleno centro de Oia. Se puede ir solamente a tomar cocktails, pero lo mejor es probar su cocina, una de las más reconocidas de la zona. Platos de raíces griegas y con producto cercano, pero con una interpretación contemporánea y presentaciones muy trabajadas. Tienen opción de carta o un menú degustación a 170 euros.
Entre los entrantes destaca un sashimi de Mylokopi Shi Drum, para el que no he encontrado una traducción clara al español. En cualquier caso se trata de un pescado blanco mediterráneo, que se sirve acompañado de un sorbete de ensalada griega, pepinos laminados y una salsa de almendras que liga el conjunto. La composición del plato es bonita y se corona con un crujiente de almendra. La textura y el sabor del pescado merecen la pena.
Bastante peor resulta el “into a vegetable garden”. Tres hojas grandes de lechuga acompañadas de algunos vegetales cortados en diferentes formas, encurtidos, hierbas y flores. Todo bastante deslabazado. La vinagreta de queso liga y salva el plato. Tampoco emociona, a pesar de estar rico, el falso canelón (está hecho con col) de mejillones y lubina ahumada. Los aliños y salsas de ajo negro, bottarga y kéfir se mezclan sin brillar ninguna especialmente. A veces menos es más y aquí quizás sobra alguna de las salsas.
Lo que sí está espectacular es el pan, recién salido del horno. Una pequeña hogaza de masa madre que se acompaña de un excelente aceite de oliva virgen y una sabrosa crema de huevas de pescado. Se acaba pidiendo otra sin más remedio.
El arroz añejo es un plato muy especial. Se cocina en agua de tomates de Santorini y se sirve junto a un tartar de cangrejo de río, un crustáceo muy apreciado en la isla. El conjunto funciona perfectamente, suave, cremoso, con el grano en su punto. Bastante más flojo el besugo envuelto en calamar. A pesar de que el invento es bueno, y el calamar cumple su función en cuanto a textura, el pescado llega pasado de punto y desmerece el conjunto. Infinitamente mejor la pintada, un plato para recordar por su textura y sabor. La pechuga rellena llega bien tierna y jugosa, acompañada de una ligera salsa de huevo y limón. Al lado, una especie de rollito con la carne de su confit. Buenísimo.
Foinikia. Precio: 40-80 euros por persona sin bebida
Es un encantador restaurante griego situado en Finikia, a pocos pasos de Oia. En su preciosa terraza, o en su salón interior bien refrigerado, sirven platos tradicionales griegos pero con una visión actualizada. Algunas creaciones son originales y la mayoría honestas y sabrosas. Además, el equipo de sala es muy amable y trata de agradar.
Su tzaziki (crema de yogurt y pepino) casero es de los mejores de la isla, acompañado con pan de pita caliente. Las enormes croquetas de mousaka son una forma más ligera y divertida de probar el plato típico de Grecia por excelencia. Los kontosouvli son trozos de carne muy especiada, jugosa, servida con chiles y col encurtida. El conjunto es ligeramente picante.
El pulpo a la brasa con puré de chirivías y alcaparras es otro acierto. La textura de la pata es ligeramente crujiente por fuera y el sabor ahumado está presente. Una buena forma de finalizar la degustación es probar el orzo, una pasta con forma de arroz típica de la zona. Así preparan falsos risottos, como el que aquí denominan “surf&turf”. Lo que en España llamamos un “mar y montaña”. En este caso con gambas, integradas en la salsa de tomate y queso, y carne de ternera poco hecha por encima. La carta de vinos se presenta en una botella y es corta pero con algunas referencias griegas interesantes, sobre todo de vinos blancos de Santorini, a precios más moderados de lo habitual.
Vezené Greek Bistro. Vrasida 11. Precio: 80-120 euros sin bebida
Espectacular espacio y cocina el que ocupa este restaurante dentro del lujosos Hotel Cavo Tagoo. Se denominan a sí mismos como un bistró griego moderno y desde su terraza se pueden ver atardeceres inolvidables mirando al mar. Tiene cocina vista y un fuego central para sus carnes y verduras. Además, un horno de leña, del que sale pan de pita caliente, acompañado de unos pequeños y sabrosos tomates cherry a la brasa, y una salsa de pimientos rojos casera, ligeramente picante. De aperitivo sirven también unas aceitunas locales, con aceite de oliva virgen extra y limón, que son una maravilla.
La barra de crudos, con apartado propio en la carta, se encarga de preparar ostras, ceviches o sashimis. Las gambas rojas de la zona son una delicia, apenas atemperadas, con una textura melosa y un sabor realzado hábilmente con aliños frescos. Entre los fritos, además de langostinos, se puede optar por unos fantásticos chips vegetales de calabacines y berenjenas de la zona. Finos y crujientes, se acompañan de una salsa de yogur con hierbas.
Como plato principal, lo mejor es optar por pescado fresco del día o una de sus carnes a la brasa, ambas opciones con un precio bastante elevado (95 euros el ribeye). Si no se quiere gastar tanto, se puede pedir una pasta u optar por un muy buen katsu sando de pollo, una versión muy personal del sándwich japonés, en este caso con brioche de hamburguesa y jugosos contra muslos de pollo empanados. Para beber, cerveza griega artesanal o vinos blancos de la zona. El servicio es informal pero muy eficiente.
Imerovigli 847 00. Precio: 190 euros sin bebida
Está considerado entre los mejores restaurantes de la isla de Santorini. Su ubicación, en el Grace Hotel de Imerovigli, es espectacular por las vistas al mar desde su terraza y los atardeceres de ensueño. También tiene un pequeño salón interior bien acondicionado para las comidas estivales.
Ofrecen tres menús degustación (155, 190 y 240 euros) y también carta, todo diseñado por el prestigioso chef griego Lefteris Lazarou. Los platos están bien equilibrados y demuestra una sensibilidad especial en las cuidadas presentaciones. Se busca el producto de la región, modernizando recetas tradicionales griegas. Los tres tipos de panes acompañados de queso feta y aceite de oliva virgen extra son un acierto. Entre los entrantes destaca el fantástico carpaccio de pulpo acompañado de fava ahumada (un puré de legumbres amarillas típico de Santorini). La combinación funciona muy bien y el conjunto se refresca con una vinagreta de alcaparras, pimientos y aceituna negra.
Otro entrante notable es la tostada crujiente de carne de centollo al curry. El sabor del crustáceo, ligeramente especiado, predomina, mientras la manzana laminada y el toque de guacamole sirven para dar frescura el bocado. El tartar de cangrejo de rio con sorbete de pepino se termina en mesa con un caldo frío de hierbas. Un plato refrescante y ligero, que sirve además para limpiar el paladar antes de los principales.
Entre las carnes destaca una preparación griega, el sofigado, un guiso que se caracteriza por ser agridulce. En este caso lo preparan con costilla de ternera cocinada a baja temperatura en mosto de uva. El resultado es una carne sabrosa y tierna que se deshace en la boca. Se acompaña de dos purés, uno de apio y otro de zanahorias.
La carta de vinos, aunque tiene referencias internacionales, está bastante centrada en las griegas, destacando los fantásticos vinos blancos de Santorini. Se trata de vinos con mucha personalidad por las características volcánicas del “terroir”. Eso sí, no son baratos y en las cartas de los restaurantes de lujo inflan los precios en exceso. Aquí el más barato está a 80 euros.
Ipapantis, Thira 847 00. Precio: 30 euros.
Un lugar con buenas vistas y que ofrece buenos cafés con diferentes presentaciones y combinaciones. Hay café griego, potente, y también cappuccinos y cafés con helado. Además ofrecen zumos naturales y limonada casera con jengibre. Otra opción es picar algo de su limitada carta salada con una cerveza griega, como la Blue Monkey o la Malt & Marvel, una buena IPA elaborada en Santorini.
Se puede acabar con algún dulce, como el baklava, con helado de vainilla. Se trata de un pastel elaborado con una pasta de pistachos o nueces trituradas, distribuida en una masa filo y bañado en almíbar o miel. Fue uno de los dulces más populares de la gastronomía otomana y puede encontrarse en la gastronomía griega, turca, iraní y árabe, entre otras. Los cocktails son otra buena opción para contemplar un buen atardecer desde la terraza.
Tera. Precio: 50 euros sin bebida.
Este enorme local, con varias terrazas sobre el mar, ofrece comida griega tradicional con algunos platos típicos de la isla. Destaca la berenjena blanca, producto local, que preparan a la plancha. También tienen sardinas a la brasa, sabrosas, de tamaño pequeño, como gustan en Málaga. Además, hay mousaka, ensalada griega, tzatziki (salsa de yogur, pepino y ajo), fava (puré de legumbres que se suele tomar en frío como un hummus), langostinos Saganaki (con tomate, feta y ajo), orzo (pasta con forma de arroz que aquí preparan con gambas) o queso feta a la plancha, entre otros.
Como plato principal se puede optar por algún pescado fresco, por una langosta o por un tradicional souvlaki (lo que en otros países se conoce como kebab, que viene a ser una brocheta de carne a la brasa, normalmente envuelta en un pan de pita). Los tienen de pollo o de cordero, ambos muy jugosos y especiados. Se sirven con el pan de pita aparte, patatas fritas y salsa de yogur y ajo. La comida no es de altísimo nivel pero los precios son bastante más moderados que en otros restaurantes de Santorini. También los del vino. Aquí se pueden disfrutar algunos blancos de la isla a precios razonables. El servicio es informal y anda muy despistado, aunque es amable y simpático. Con todo, lo mejor son las impresionantes vistas desde las terrazas, especialmente para ver el atardecer.
La isla de Santorini destaca por elaborar vinos blancos de gran calidad. La variedad de uva más habitual es la Assyrtiko y seguida de la Aidani. Se trata, en general, de vinos secos y minerales, debido a las características volcánicas de la isla. Son numerosas las bodegas que ofrecen catas y degustaciones. Es el caso de la espectacular terraza con vistas de la bodega Santo Wines. Elaboran algunos vinos blancos mono varietales de la uva Assyrtiko. Especialmente bueno el Grande Reserve 2020, con dos años de barrica. Aunque para comer, mejor Venetsanos y Vassaltis.
Caldera Megalochori. Precio: desde 30 euros.
Ofrece un atardecer de ensueño en sus viñedos. Allí disponen de varias terrazas, una de ellas dedicada específicamente para que los clientes puedan ver la puesta de sol. En el horizonte se divisa el mar, con unas vistas impresionantes.
La carta de comida es muy sencilla. Un plato de embutidos y quesos griegos variados está incluido en la visita contratada para el “sunset”. Una entrada que cuesta 30 euros por persona e incluye una copa de vino a elegir. A ese plato se le puede añadir una ensalada de Santorini (una versión de la ensalada griega pero con queso local).
También se pueden pedir una tabla de quesos griegos o de embutidos de la zona. O, mejor aún, probar un original plato de “Santorinian fava”, una elaboración típica de la isla, parecida al hummus, preparada con una peculiar legumbre amarilla (fava). Lo sirven con alcaparras y cebolleta fresca. La carta de vinos es corta. Dos blancos secos, un rosado, un tinto y dos vinos dulces muy diferentes, uno elaborado con uvas blanca y otro con uvas tintas. Está especialmente bueno el aromático Nykteri 2021, un blanco seco con 95% de uva Assyrtiko , que en su elaboración pasa por barricas de roble francés. También es muy especial el Vinsanto (70% Assyrtiko y 30% Aidani), un vino dulce con matices de chocolate, miel, caramelo, naranja y café. Dulce final para una velada inolvidable.
Vourvoulos. Precio: 20 euros
Una bodega joven y moderna, abierta en 2015, que elabora vinos de baja producción y altísima calidad. Ofrecen catas guiadas, en las que explican todo el proceso. Disponen de un salón privado, dentro de la bodega, donde poder catar todos sus vinos. Y también de una terraza en la que se puede pedir algo de picar. La carta es corta y sencilla, bastante internacional. Están buenos los panes para untar con aceite, hummus o taramosalata (crema griega de huevas de pescado). Entre los entrantes fríos tienen también un carpaccio de ternera con salsa pesto.
De los platos calientes destacan las sardinas, los mejillones con chorizo, los tacos de pescado o las “palomitas” de calamares. Para algo más contundente se puede optar por las costillas de cordero con chimichurri, que no es muy griego pero está rico. Una comida que no emociona, pero cumple con su función de acompañar los excelentes vinos de la bodega.
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