Un remolino. Una imagen de la bailaora gaditana vista desde arriba, que se confunde con la sección del tronco de un olivo centenario. Así es la etiqueta de los aceites «Primer día de cosecha» de la nueva campaña de la almazara jienense Castillo de Canena, que ha diseñado Sara Baras. «De Sara cuando baila me gusta todo -ha dicho Rosa Vañó- pero sobre todo el movimiento de sus vestidos, por eso no puedo estar más encantada con el diseño de la etiqueta».
Pues sobre todo sé echarlo de menos cuando estoy fuera de España. Cuando salgo de gira por el extranjero me llevo una botella –o dos- en la maleta. El hecho de viajar tanto te hace probar todo tipo de comidas y hace ya mucho que me di cuenta de que las cosas no me sabían igual y la razón era que me faltaba el aceite de oliva.
En casa cocino como cualquier ama de casa. Mi plato preferido es el puchero que hace mi madre. Y si tuviera que elegir un plato mío, para darte la receta, elegiría los fideos con gambas y almejas o el arroz, que le tengo muy cogido el puntito. De hecho hay recetas mías en algún libro de cocina.
Mucho (risas). Es muy importante comer bien para bailar, hay que estar bien alimentada para soportar cien funciones (más risas). Cuando voy a Londres, por ejemplo lo noto mucho, todo me sienta peor, tardo en hacer la digestión. Cuando estoy preparando un estreno, a veces no puedo comer por los nervios, pero necesito estar fuerte para bailar, y ahí el aceitito de oliva me ayuda, una pasta con un buen chorrito de picual Castillo de Canena, y listo. Si no es un aceite así de bueno no vale. Por eso me llevo la botella conmigo.
Claro, el aceite, tan andaluz, forma parte de la cocina de mi madre. A ella le gusta sobre todo que la comida siente bien. Cocina muy bien, sencillo y elegante, y el buen aceite siempre ha estado presente en casa. Cuando pienso en mi madre, cocina y baile se unen, también. Ella es mi maestra en todo, en la vida, en el baile y en la cocina.
Aunque el que es un fan del AOVE es mi hermano Vivi, mi manager, por él descubrí Castillo de Canena y así surgió la colaboración con Rosa y Paco Vañó.
Justo, así es. Tienen muchas cosas en común. Los productores de aceite, como Rosa y Paco, viajan como yo por todo el mundo enseñando un trocito de nosotros, de nuestra cultura, ellos el aceite y yo el flamenco. Con el AOVE pasa como con el flamenco, que se mezcla bien. El aceite es como nuestro baile, porque es muy puro, muy especial, como con mucha tradición, de mucha calidad. Yo puedo mezclar mi baile con otros y eso le pasa al aceite, que lo puedes incorporar en otras cocina y siempre las enriquece, como el flamenco enriquece a otras músicas.
Pues, nunca lo había pensado, pero la picual sería una soleá, que es majestuosa y fuerte. La arbequina una bulería o una alegría. La próxima vez cuando pruebe el aceite voy a pensar como “lo bailo” (risas).
Durante la presentación, Paco Vañó ha explicado las dificultades de una campaña marcada por las altas temperaturas que han obligado a recolectar las aceitunas de madrugada y a extremar el celo a la hora de elaborar los aceites. «Aunque la climatología no nos lo ha puesto fácil, hemos superado el reto logrando unos aceites armoniosos y muy equilibrados con unos frutados muy complejos», ha declarado.
Primer día de cosecha es una edición limitada, procedente de una cuidada selección de aceitunas en su grado óptimo de maduración. Dos monovarietales virgen extra, de picual y arbequina.
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