La mesa es, por excelencia, un lugar para compartir, como ya probó en Tapisco, Lisboa, desde su apertura en febrero de 2017. Ahora el chef,
En el número 165 de Rua Mouzinho da Silveira se instalaron todas las referencias a las que el chef ya nos tiene acostumbrados en la capital… y mucho más. El menú tiene acento del norte y seis novedades frescas en la carta, además de algunas sustituciones.
El gran ganador de este nuevo menú es el capítulo de las Brasas, que gana tres nuevos platos: el Carabinero a la parrilla con alioli y ensalada de tomate (29€), el Pulpo estilo Lagarero con patatitas asadas (18€) y la Posta Miñota Gallega (chuletón de ternera) 300/400gr (23€), en una oda a las referencias norteñas.
En los “Tachinhos”, la Paella Negra con sepia y alioli se compromete a conquistar el paladar norteño, junto a los nuevos Arroz con bacalao, tomate y cilantro (19€) y las “Tripas à moda do Porto” (17€). El nuevo postre de Fresas con “bolo de aceite” y sabayón de vino de Porto (6€) es un rival a la altura de la Mousse de chocolate negro con aceite y flor de sal.
La famosa “La Bomba” asume el nombre de la ciudad donde ahora se instaló y la sepia frita se sirve aquí en un bocadillo con la irresistible mayonesa de cilantro y lima. Finalmente, los huevos revueltos pasan a servirse con “alheira” de caza, en vez de espárragos.
La vermutería adquirió protagonismo – creció en referencias y en tamaño y ahora tiene un lugar propio, independiente de la barra, a la entrada del restaurante. Porque la cultura española del vermut quiere conquistar también Oporto y, por ello, se trae en la manga los conocidos Príncipe, Monarca y Majestad (todos a 10€), los cócteles de firma que se mantienen en la carta.
Instalado en una de las principales arterias de la ciudad, ocupa la planta baja de un edificio rehabilitado con mucha luz natural, y es mayor que el de Lisboa. Con 200m2, el nuevo espacio tiene capacidad para 59 personas (9 de ellas en la barra).
En este estilo retro, inspirado en el ambiente elegante de los restaurantes y snack-bares de los años 50 a 70, el restaurante recurre a apuntes de latón diseñados a medida para el espacio y elementos originales para componer la decoración. Todas las sillas de madera del restaurante son de marca Olaio de los años 60 y fueron objeto de recuperación – además de restauradas, fueron forradas en piel natural verde seco, al igual que los sofás, pensados para momentos de confort. En rojo vino son los azulejos tridimensionales que cubren el zócalo alto, y contrastan con la piedra lioz crema de las tapas de las mesas, estanterías y barra.
De momento el restaurante tiene un horario reducido y solo está abierto a la hora de cenar, en soft-opening, de 19h a 24h.
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