Ha sido un año raro. La vendimia en La Rioja no ha terminado a pesar de que se ha adelantado mucho. Octubre es ideal para disfrutar de un paisaje único, visitar bodegas, comer platos típicos de la región y hacer compras gastronómicas. Ahí van cinco pistas, algunas clásicas y otras no tanto para una feliz escapada en La Rioja.
Logroño es famoso por su tapeo. En torno a la calle Laurel y aledañas (San Juan, San Agustín…) se concentran los bares más populares de la ciudad. Cada uno tienen un pincho especial y una buena selección de vinos por copas. En el Blanco y Negro lo famoso es el matrimonio de anchoa y pimiento verde en lugar del tradicional boquerón; al asador El Tahití se va a comer tortilla de patata; en Soriano las reinas son las setas pinchadas sobre un trozo de pan y una gamba; los forofos de las patatas bravas tienen que hacer un alto en el Bar Jubera; en el Bar Lorenzo Tío Agus, se comen pinchos morunos metidos entre dos panes y en Villa Rica, zapatillas, una rebanda de pan de hogaza con aceite, tomate y jamón que se pasa por la plancha.
No te vayas sin probar los famosos helados de Della Sera: para celebrar la vendimia Fernando Sáez elabora un increíble helado de “zurracapote” a base de vino y melocotón, además de otros helados con vinos, uvas y aromas vinícolas como las duelas (madera de barrica) con las que compone el choco-barrica, una verdadera delicia. La heladería cierra después de la fiesta del Pilar.
Pasear por el Jardín de Baco, donde se han reunido 200 variedades de vides de todo el mundo es hacer un recorrido por un atlas botánico imaginario, pero nada virtual. Deambular por las salas de exposiciones supone descubrir cientos de pequeños (y grandes) objetos relacionados con la cultura del vino: aperos de labranza, de poda, prensas, depósitos, toneles y barricas, sacacorchos, obras originales de Picasso, Sorolla, Dalí y un largo etcétera de lienzos, esculturas, grabados y otras obras que no dejan indiferente al visitante. De lo global a lo local, el museo recorre la viña y el vino en toda su extensión. Por tanto, este espacio no se limita a La Rioja, sino que se abre al mundo, aportando una visión total al aficionado y ofreciendo una cantidad de información apabullante que te hace sentir –aunque sea por unos minutos- el síndrome de Stendhal.
Su bodega no se queda atrás, es una de las 100 mejores del mundo según la lista «Wine&Spirits Top 100 Wineries of the Year for 2015«. Prestigiosa gracias al trabajo de recuperación de las variedades autóctonas riojanas y a sus vinos sinceros y con personalidad.
Inaugurado hace apenas un año el restaurante El Puntido forma parte de la misma bodega, propiedad de la familia Eguren a los pies de Sierra Cantabria. Cocina tradicional con un toque moderno que se disfruta en un espacio amplio y luminoso que mira a los viñedos. Antes de la comida (solo abren al medio día) se puede hacer un recorrido por la bodega, más de un kilómetro de túneles excavados en roca, algo único y no fácil de encontrar por aquí. También ofrecen catas dirigidas de sus vinos tanto riojanos como de Toro. En el restaurante no hay carta, sólo dos menús (70 y 90€). Al frente de la cocina Sandra Carvajal, formada en Alameda entre otras casas, trabaja con productos de temporada de muchísima calidad y se centra sobre todo en las verduras y pescados. Para terminar un estupendo cabrito asado.
El Echaurren de Ezcaray siempre ha tenido una vocación gourmet ¿Es un hotel con restaurante o un restaurante con hotel? Qué más da, lo que importa es que quien llega allí disfruta seguro. Situado en el centro del pueblo, frente a la iglesia, es un lugar de referencia. Los arquitectos Picado y De Blas le dieron un aire contemporáneo, cálido y acogedor a todo el edificio en el que se respira al mismo tiempo tradición y modernidad. La planta baja se la reparte dos restaurantes y una agradable café con terraza. En El Portal la oferta más contemporánea incluye un gran menú degustación que hace especial hincapié en la casquería. Tradición mantiene las recetas de siempre: patatas a la riojana, merluza rebozada, chuletillas al sarmiento… En ninguno faltan las famosas croquetas de Marisa, entre las mejores de España.
En La Rioja no se puede ir a los toros sin bota de vino, pero tampoco se entiende salir de excursión sin ella. Un accesorio muy español que a los extranjeros les resulta tan exótico como práctico, que pusieron de moda Hemingway y sus amigos, entre otros ¿Pero tú cómo la prefieres de cabra, toro o gacela? Estas son algunas de las pieles con las que se fabrican las botas de vino. Botas Rioja (Sagasta, 8) es un taller artesano, de tradición familiar, que está en el centro de Logroño, donde no solo te explicarán cual es la más adecuada para tus necesidades, sino que sino que te explican cómo se fabrican. Un trabajo delicado que requiere experiencia y pericia. También te enseñan a cuidarla para que no se reseque y esté siempre perfecta. Si no puedes escaparte a Logroño y te pica la curiosidad, echa un vistazo a este video
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