Para acertar en una selección de vinos clásicos de la Ribera del Duero hay que conocer los rasgos e historia de esta fulgurante D.O. castellana, cuya trayectoria es relativamente breve. En muy poco tiempo, algunas de sus referencias se han convertido en imprescindibles.
Observando la trascendencia que tiene Ribera del Duero en España –y en la proyección internacional del vino español–, ¿quién diría que hace ocho lustros esta D.O. recién estaba empezando a escribir su historia?
Pues así es: antes de que, en los albores de la década de 1980, un pequeño grupo de bodegas se decidiera a sentar las bases de la D.O. e impulsar la producción de tintos de calidad, en la región solo existía una bodega de gran prestigio –Vega Sicilia–, amén de una cooperativa, en Peñafiel, que consolaba a aquellos que no podían acceder a los exclusivos cupos de su célebre vecino con sus vinos, comercializados bajo la marca Protos. El resto de los viticultores de la comarca aún estaba consagrado a la producción de modestos claretes.
De ello han pasado ya 40 años y hoy la Ribera del Duero es un valor consolidado. Una región vinícola de prestigio, asentada en una franja territorial que, siguiendo el curso del río Duero, se extiende sobre unos 115 kilómetros de longitud y 35 de anchura, a través de cuatro provincias (Soria, Burgos, Valladolid y Segovia), que suman una superficie de viñedo de algo más de 26.000 hectáreas y concentra el trabajo de cerca de 8.000 viticultores y más de 300 bodegas.
Con este potencial –y una producción que en la vendimia de 2022 alcanzó los 105.031.589 kg de uva, la Ribera del Duero estuvo a punto de morir de éxito. Porque, una vez aprobada la D.O. rápidamente se intuyó el potencial de la zona y el éxito no tardó en llegar. Jalonados por las alabanzas de los gurús del vino, los mercados respondieron con entusiasmo y, de la noche a la mañana, la región se pobló de enólogos, empresarios y toda suerte de aventureros. Algunos de ellos contribuyeron a enriquecer el catálogo de la D.O. con vinos de culto –como el cotizadísimo Pingus del danés Peter Sisseck– aunque tampoco faltaron los advenedizos de siempre, que se apuntaron al boom creyendo que el nuevo El Dorado de la vieja Castilla sería una mina de oro.
Muchos se bajaron del tren cuando arreció la última crisis económica. Esto no ha impedido, en cualquier caso, que Ribera del Duero se situara en el segundo lugar entre las preferencias vinícolas del consumidor local, por detrás de Rioja. Aunque ahora los blancos de Rueda le discuten el puesto.
En cualquier caso, valga todo lo dicho para comprender por qué es tan importante escoger bien las referencias si se pretende hacer una selección de los tintos «clásicos» de la Ribera del Duero. Porque hoy son numerosos los vinos de calidad en la región, pero no todos responden a ese espíritu original. Ni tampoco –hay que decirlo– todas las bodegas fundacionales han mantenido la calidad y regularidad como para formar parte de este Top 7. Sin duda, no faltarán lo que echen en falta algún gran vino en esta lista, con mucha razón sin duda. Pero, en fin, como sucede en todos listados: son todos lo que están, pero no están todos los que son.
Dicho esto, hete aquí nuestra selección de 7 magníficos de la Ribera del Duero, de corte más clásico, que hay que probar al menos una vez en la vida.
Hermanos Sastre
DO Ribera del Duero
75 cl
PVP: 18,40 €
Referente de calidad en la Ribera del Duero, los antecedentes de la bodega de los hermanos Sastre se remontan a los años 50 del pasado siglo, cuando Severiano Sastre explotaba las primeras viñas de su propiedad, en el entorno de La Horra, obteniendo una fruta de calidad sobresaliente que durante décadas abasteció las mejores bodegas de la región. En 1992, su hijo Rafael pudo cumplir el sueño de fundar su propia bodega y dar inicio a una trayectoria que hoy prosigue Jesús Sastre, tercera generación de una saga de viticultores arraigados al territorio.
Concibiendo sus vinos desde el viñedo, sin emplear abonos minerales, herbicidas o insecticidas, este sabio intérprete del terruño burgalés ha consolidado una gama de vinos mayúsculos, entre los cuales su tinto Crianza es quizás uno de los más sencillos y asequibles. Pero que con su perfil complejo, frutal, goloso, amplio y persistente, representa muy bien el estilo de la casa y la esencia de la Ribera del Duero.
Bodegas Protos
DO Ribera del Duero
75 cl
PVP: 28,95 €
Como bodega pionera en la región, Protos no podía faltar en esta selección. Y aunque podríamos haber escogido uno de sus grandes reservas, que representan muy bien el estilo de la casa y el perfil de los tintos castellanos solariegos, nos quedamos con Protos ’27, cuvée de look premeditadamente vintage que se presentó por primera vez en la añada 2014 como homenaje los 11 viticultores que en 1927 establecieron en Peñafiel la bodega que tiene el mérito de ser «la Primera» en la comarca (tal como señala su nombre). De perfil fresco,
armónico, dotado de una notable personalidad, con la expresión nítida de una tempranillo de gran calidad –seleccionada de los mejores viñedos viejos que gestiona la bodega– sorprenderá a los que están habituados a los tintos más tradicionales de Protos. Y gustará a unos cuantos más. Porque tiene la capacidad de conciliar los gustos más diversos.
Bodegas Valduero
DO Ribera del Duero
75 cl
PVP: 67,90 €
La bodega que fundó en 1984 Gregorio García en Gumiel de Mercado y hoy dirigen sus hijas Yolanda y Carolina García Viadero es otro de los referentes que hay que tener en cuenta de los vinos que representen los rasgos clásicos de la Ribera del Duero. En el caso de Valduero, la excelencia reside especialmente en los tintos de larga crianza.
Los hay más longevos –y caros– pero las virtudes de los los vinos de reserva de esta casa se aprecian ya con claridad en este tinto de tempranillo con 6 años de añejamiento –36 meses en barrica, y otros tantos en botella– lo que redunda en un vino complejo, maduro, pleno de matices, que aún conserva la impronta de la fruta de calidad, bien ensamblada con los acentos especiados que aporta la crianza en roble. Un ejemplo del buen hacer en el arte de la crianza del vino, lo que no es poco.
Finca Torremilanos
DO Ribera del Duero
75 cl
PVP: 33,00 €
La historia de la bodega de la familia Peñalba López no tiene parangón en el contexto de la Ribera del Duero. La finca Torremilanos, asentada en Aranda de Duero, tiene su origen en 1903, aunque sus actuales propietarios la adquirieron en 1975, ampliando la extensión de sus viñedos e impulsando, junto a otras bodegas de la comarca, la creación de la DO Ribera del Duero, que se oficializó en 1982. Pero Torremilanos no solo ha sido pionera en este aspecto. Ricardo Peñalba, segunda generación de esta familia de emprendedores, es el actual responsable de la enología de la casa y un convencido de los fundamentos de la biodinámica.
Lo que le ha llevado a conseguir que, desde 2015, todos los vinos de Torremilanos cuenten con la certificación Demeter, la de mayor reconocimiento internacional en el ámbito de la agricultura que sigue los preceptos naturalistas del doctor Rudolf Steiner. Todo un mérito considerando que la bodega cuenta 200 hectáreas de viñedo en propiedad, nada menos. Valga este dato para apuntar el peculiar perfil de Torremilanos, en cuya gama de vinos conviven claretes naturales y cuvées parcelarias con tintos de reserva de corte más clásico, como este Torre Albéniz, suculento, complejo y de gran personalidad.
Pago de Carraovejas
DO Ribera del Duero
75 cl
PVP: 37,90 €
Si no es un clásico, el tinto señero de Carraovejas sí es un imprescindible, un best seller que desde su primera añada (1991) conquistó el corazón de los amantes de los vinos castellanos, que desde entonces le rinden culto. La bodega que fundó en 1987 el restaurador José María Ruiz, para complementar la oferta líquida de su asador segoviano, hoy ha devenido en dinámico grupo (Alma Carraovejas), que elabora vinos notables en diversas regiones del viñedo español y cuenta con un eminente restaurante enogastronómico (Ambivium). Tangencial artífice de ese desarrollo, el tinto Pago de Carraovejas renació en 2015 con un nuevo concepto, abandonando la clasificación tradicional de Crianza y Gran Reserva. En su sexta añada desde entonces, se muestra ágil, sabroso y pleno. A la altura de su renombre.
Viñedos y Bodegas Gormaz
DO Ribera del Duero
75 cl
PVP: 30,00 €
Bodegas Gormaz es uno de los actores destacados de la Ribera soriana, donde los vinos del Duero tienen una impronta muy diferenciada, gracias a las singulares características geoclimáticas del territorio, así también como consecuencia del valioso patrimonio de viñas viejas que atesora esta zona. En esta bodega, además, coinciden componentes relacionados con la historia y tradición vinícola de la región, junto a otros que tienen que ver con la vanguardia y las nuevas perspectivas enológicas que se plantean en pos de la calidad.
Porque la bodega principal de la villa de San Estaban de Gormaz tiene, por un lado, la relevancia histórica haber integrado del grupo fundacional que impulso la D.O. Ribera del Duero. Hoy, sin embargo, liderada por la joven enóloga Emma Villajos, esta casa presenta vinos de corte contemporáneo y perfil diferenciado, que exprimen la calidad de pequeñas parcelas de viña vieja. Sin abandonar la búsqueda de tesoros perdidos para sus nuevos vinos, Villajos mantiene celosa la calidad de los tintos más clásicos de Gormaz, como este 12 Linajes Reserva, que con cariz elegante, sedoso y persistente es un valor seguro para los amantes de los riberas «de toda la vida».
Vega Sicilia
DO Ribera del Duero
75 cl
PVP: 170,00 €
¿Qué crédito tendría esta selección de «imprescindibles» de la Ribera del Duero si no tuviéramos en cuenta a Vega Sicilia, la bodega española de mayor prestigio en el mundo? Con permiso del soberbio Único de esta casa –y el virtuoso y singular Reserva Especial– incluiremos esta vez Valbuena 5º año, que resume la expresión más elocuente de los vinos de esta casa. Un vino de inmensa nobleza, gran estilo, bien conjuntado y que llega al mercado tras cinco años de crianza –entre barricas y botella– lo que da origen a su nombre.
La añada 2018, la más reciente, tiene una expresión vivaz, amplia, rica, que invita al precoz descorche. Aunque si bien es cierto que Vega Sicilia siempre presenta al mercado el Valbuena en un momento de sensata evolución, quien tenga la paciencia para conservarlo unos años más, podrá extremar el placer disfrutando de un vino aún más interesante. No por otra cosa, Gonzalo Iturriaga, enólogo de la casa, advierte que «nuestros vinos inician su evolución como bordeleses y la culminan como borgoñones». Habrá que armarse de paciencia, pues.
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