Ya sabemos que hay que comer varias piezas de fruta al día, pero tampoco está de más darse un capricho con zumos de fruta recién exprimidos o un buen vaso de verduras licuadas para combatir el calor y reponer vitaminas. Aunque estas bebidas se parecen ni son lo mismo ni se preparan igual.
El zumo o jugo como se dice en América Latina y en Canarias, es un viejo conocido de todos. El de naranja sea posiblemente el más popular en España, pero en países como Colombia, verdadera potencia en lo que a jugos naturales se refiere, los preparan con decenas de frutas diferentes, muchas de ellas amázonicas o tropicales, prácticamente desconocidas en Europa (açaí, camu-camu, guanábana, guayaba, etc).
Para conseguir un zumo basta con extraer el líquido que las frutas (y también las verduras) tienen en su interior; en este líquido además de todo el sabor están los azúcares y las vitaminas. No así la fibra que se queda en la pulpa; para que el zumo sea más saludable conviene dejar que pase parte de esta parte sólida y se mezcle con el líquido. Es decir, los zumos mejor sin colar.
Para extraer el zumo lo habitual es emplear un exprimidor, manual o mecánico, que al aplicar presión sobre la pulpa de la fruta logra extraer el líquido. El zumo natural se obtiene exclusivamente por medios mecánicos y nada tiene que ver con zumos industriales (ya sean 100 % zumo o partan de un concentrado) que se someten a diferentes procesos para facilitar su conservación, ni con los néctares de fruta que se venden en los supermercados.
El zumo puede ser de una fruta sola o una combinación de varias. Los cítricos son los que más se prestan. Además de la naranja, el limón o el pomelo, está delicioso el zumo de mandarina o el de yuzu, cítrico japonés que lleva de moda varios años.
Lo último en zumos son los llamados cold press que se preparan con máquinas de presión en frío. Este sistema evita que la fruta se caliente por rozamiento y se oxide rápidamente perdiendo parte de los nutrientes.
No es más que un zumo al que se añade hielo picado (pilé). Funcionan muy bien con frutas de sabor concentrado, como el limón, cuya acidez se rebaja gracias al hielo.
Un poco de azúcar y unas hojas de menta y tendrás una bebida perfecta para las tardes de verano. Curiosamente también se logran buenos granizados con frutas que tienen gran contenido en agua, como la sandía o el melón.
El licuado es un zumo al que se le ha retirado el 100% de la pulpa. Tiene una textura mucho más ligera y fina y en ellos no queda ni rastro de fibra. Para preparar un verdadero licuado es conveniente utilizar una licuadora el aparato que garantiza que se extraiga el líquido de frutas y verduras impidiendo que quede rastro alguno de la pulpa en la bebida. Las verduras son especialmente apropiadas a la hora de obtener licuados ya que de la mayoría es imposible lograr un zumo. Las licuadoras permiten mezclar frutas y verduras, por ejemplo: manzana, limón y espinacas o fresas y remolacha.
A los licuados, como a los zumos no hace falta añadirles azúcar ni sal, aunque aliñándolos ligeramente se obtienen muy buenos resultados: un poco de pimienta, unas gotas de tabasco, salsa Perrins… hasta unas gotitas de aceite.
Los licuados tienen una textura más fina que los zumos. Llega a ser una bebida que se caracteriza por ser ligeramente más espesa que el agua y en la que, a diferencia de los batidos o los smoothies, por ejemplo, predominan los elementos líquidos. En estos últimos, en cambio, son los compuestos sólidos los que tienen el protagonismo pues requieren de al menos un ingrediente que dote de un sabor específico y diferenciador al agua, a la leche, al yogur o a la que sea la base líquida empleada.
Por definición es una mezcla, un combinado de partes líquidas y sólidas ya sean de frutas o de otros ingredientes. Para prepararlo se suele utilizar lo que los norteamericanos llaman mixer, que es una turmix o batidora (de ahí el nombre).
El batido de frutas se diferencia del zumo en que se tritura la fruta entera, es decir con toda su pulpa y por tanto también con toda su fibra. Su textura es mucho más espesa, tanto que en ocasiones no queda más remedio que añadir un poco de agua u otro líquido para poder beberlo con la típica pajita.
También hay batidos que no son de fruta y en ese caso se convierten en un combinado de ingredientes, por ejemplo leche (líquido) y chocolate (sólido) o leche y turrón, por poner dos ejemplos clásicos.
Los batidos de fruta también admiten la adicción de leche, zumos de otra fruta (fresas+plátano+zumo de naranja); e incluso alcoholes con lo que entraríamos de lleno en el mundo de los combinados.
Bajo este nombre en inglés, que ya ha adquirido dimensión planetaria, se esconde un batido (mezcla de líquidos y sólidos), generalmente de frutas al que se añade un ingrediente helado o muy frío, casi siempre de origen lácteo lo que hace que la textura cambie por completo: leche fría, helado o yogurt.
También se bate mucho para lograr que la mezcla se airee y alcance una apariencia espumosa y blandita. Pero también hay smoothies que huyen de lo lácteo y utilizan hielo o sorbetes de fruta como base
Como se puede ver, estas cuatro bebidas son diferentes en cuanto a texturas, ingredientes utilizados, procesos realizados y sabores obtenidos. Lo que sí tienen en común es que pueden ser el alivio perfecto para los días de calor.
Para conseguir zumos, licuados y batidos de calidad es necesario contar con los aparatos adecuados. Licuadoras y batidos ofrecen una selección de los mejores, probados y analizados uno por uno.
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