Abadal Nuat 2019, la esencia de la picapoll
Entre las muchas variedades de uva que a punto han estado de caer en el cajón del olvido está la blanca picapoll, materia prima que da lugar al Abadal Nuat 2019 que hoy nos ocupa.
También existe un clon tinto de la misma uva, aún más minoritaria, el cual ya merecerá la atención en otra ocasión. En este caso, centraremos el interés en la blanca picapoll, que da lugar a vinos tan atractivos como este Nuat 2019 que elabora la bodega más relevante de la D.O. Pla de Bages, Abadal.
Hace unos días, una cata vertical de este Nuat, de las añadas 2008 al 2019, puso en relieve no solo el carácter y la calidad de esta variedad autóctona catalana, sino también su extraordinaria capacidad para madurar con nobleza en la botella. Si los vinos de las cosechas más recientes se mostraron fragantes e intensos, los de las añadas ya maduras seducen por su complejidad y profundidad. Por eso no está de más recomendar hacerse con una botella de Abadal Nuat 2019 –la añada vigente en el mercado– para guardarla unos años en la cava: sin dudas el vino irá a más, ganando en matices oxidativos y especiados.
Abadal y la suerte de la picapoll
Sin duda, la picapoll debe mucho a Valentí Roqueta, que apostó por la la variedad cuando ya prácticamente nadie se acordaba de ella. En 1983, cuando este empresario vinícola –heredero de una heredero de una larga tradición vinícola, documentada hasta el siglo XII– se encontraba desarrollando el proyecto de Abadal en torno a la masía familiar de Santa María de Horta de Avinyó, tuvo el pálpito de que la picapoll le podría ayudar a diferenciarse.
El flechazo que tuvo entonces Roqueta por una uva autóctona casi extinguida, sin mayor pedigrí, resulta hoy toda una osadía considerado que, hace casi cuatro décadas, la mayor parte de las bodegas catalanas se rendían ante el cartel de la sauvignon blanc, la chardonnay y otras variedades blancas con relevante fama internacional.
Haciendo oídos sordos a las tendencias de entonces, don Valentí indagó entre los viejos viticultores del entorno de Manresa –cuyo esplendor vinícola declinó tras la epidemia de la filoxera y el arrebato industrial que afectó a Cataluña en los últimos años del siglo XIX–, para hacerse con el material genético necesario para recuperar a la vapuleada picapoll. El siguiente paso fue ensayar diferentes vinificaciones hasta dar con la más apropiada para alumbrar su primer Abadal Picapoll.
Hoy, este fragante blanco monovarietal, con sutiles notas cítricas, ricos acentos minerales y boca tensa y sabrosa, tiene merecido prestigio y es una de las banderas de Abadal.
Nuat 2019, las virtudes de una uva perdida
Si bien ya Abadal no está sola en la defensa de la uva picapoll en el contexto de la D.O. Pla de Bages, la bodega de la familia Roqueta es la que ha ido más lejos en el desarrollo del potencial de esta variedad.
Nuat 2019 es muestra de ello: un blanco que pone en relieve las virtudes de esta uva, aunque desde una perspectiva diferente, seleccionando minuciosamente las mejores viñas viejas de la variedad –conjuntándolas con un pequeño porcentaje de macabeo– vinificando con sumo cuidado, aplicando una maceración pelicular y una crianza de 10 meses, con un creativo trabajo en lo que respecta al contacto con las lías.
El resultado es un blanco de gran clase, con una finísima expresión aromática en la que aparecen matices almibarados, herbáceos y de fruta madura, sobre un fondo mineral, y una boca untuosa, suculenta y persistente, con una viva acidez que sugiere una extensa vida en la botella. ¡Así lo hemos visto en la cara vertical de este blanco tan rico como singular!