Dom Pérignon Rosé Vintage 2005, la supremacía rosa
"Si el milagro de Champagne se sustenta –entre otras cosas– en el arte de concebir grandes vinos blancos a partir de uvas tintas, los champagnes rosados son una fascinante excepción, o una vuelta de tuerca, porque se revelan a la supremacía del blanco para admitir la naturaleza cromática de las pinots y su irresistible expresión de fruta roja."
La autorreferencia –me he citado a mi mismo, con perdón del lector: la sentencia está extraída de un reportaje sobre champagnes rosados que firmo en el penúltimo número de la revista Selectus Wines– viene a cuenta del inminente lanzamiento del Dom Pérignon Rosé Vintage 2005, joya líquida que he tenido la oportunidad de probar hace un par de días, en una experiencia cuya emoción aún persiste: el bendito rosé se presentó a la prensa española en el Teatro-Museo Dalí de Figueres, con cena posterior en el monasterio de Sant Pere de Rodas, con un memorable menú a cargo del chef Paco Pérez, del vecino restaurante Miramar.
Ante el peligro que supone despertar insanas envidias, prefiero no abundar en los detalles de la cena, y rotomar el hilo: basta asomar la pituitaria a una copa de la nueva añada del monumental Dom P. rosado para concluir en que, en el universo del champagne, la supremacía del blanco termina allí donde la pinot noir descubre el color de su piel. Entonces, la majestuosa elegancia de la chardonnay, sus finos matices florales y paladar voluptuoso se rinden a la expresión vivaz, punzante, acerada, tensa y, si, vinosa, que despliega la reina de las tintas de Champagne cuando se le permite jugar el papel que le corresponde por naturaleza: el de la materia prima que da lugar a los vinos tintos más sensuales del mundo.
En el Vintage 2005 de Dom Pérignon, esta ecuación cobra aún más sentido, porque la añada resultó especialmente cálida, lo que agradecen sobremanera las pinots en una zona extremadamente septentrional como Champagne, donde alcanzar color y grado es un desafío para cualquier uva tinta.
Así, el champagne notabilísimo que se presentó aquella noche inolvidable y llegará al mercado, con cuentagotas, a partir de esta misma semana, es, en palabras de su intérprete –el chef de cave Richard Geoffroy– "pinot noir al cuadrado; existe algo que lo envuelve, que sobrepasa el champagne y que se acerca al vino" (tinto, hay que añadir).
Un portento burbujeante de raro color anaranjado, que envuelve la nariz en aromas sutiles de cerezas, piel de cítricos, curry… se hace fuerte en la boca con una estructura quizás inesperada y concluye con un final extenso a más no poder. Emocionante.