Hacienda La Quintería 2018, petit verdot con acento andaluz
La petit verdot es la más discreta de las variedades tintas bordelesas: apenas participa en unos porcentajes mínimos en los grandes vinos de su origen, eclipsada por la alargada sombra de la cabernet sauvignon y la merlot, incluso por detrás de la cabernet franc. El menosprecio que sufre esta noble uva en los solemnes châteaux no tiene razón de ser: gracias al grosor de su piel, se comporta con entereza cuando llegan las temidas plagas, y en los años más cálidos ofrece una calidad notable.
Pero nada de esto se ha salvado de la marginación que comenzó a sufrir en Burdeos a partir de la década de 1950. Por el contrario, fuera de las fronteras francesas ha sido recibida con entusiasmo. Tanto en California como en Chile y Argentina ha alcanzado incluso el absoluto protagonismo en tintos monovarietales, sabrosos y suculentos. Y también en España, aunque más excepcionalmente.
En cualquier caso, no somos pocos los que mostramos cierto escepticismo a la hora de dar crédito a los petit verdot vernáculos. Pero el prejuicio se acaba donde aparece un buen vino.
Tal es el caso de Hacienda La Quintería Petit Verdot 2018, el tinto gaditano que integra la amplia propuesta que argumenta el enólogo Santiago Jordi para poner en el mapa los vinos de su tierra (más allá del emérito jerez, claro está).
Los tres frentes de Santiago Jordi
El joven Jordi, coetáneo de los viticultores de nueva hornada que están transformando la realidad del viñedo gaditano –como Willy Pérez y Ramiro Ibáñez– lidera un proyecto con varios frentes abiertos, que tiene como fin poner en relieve la riqueza y diversidad de la España más meridional.
La aventura personal de Santiago Jordi tiene en este momento tres patas: con Patrick Murphy exhibe su respeto por la elaboraciones ancestrales a través de vinos de pasto elaborados con variedades autóctonas y crianzas estáticas en botas envinadas en Jerez de distintos palos; Hacienda La Quintería, por su parte, presenta vinos de varietales autóctonos y universales, que expresan un peculiar carácter en los suelos de albariza de pagos excepcionales gaditanos; y por fin, Finca Los Pinos es su proyecto más personal, limitado a dos hectáreas e viñedo en Jerez Superior, en una finca que pertenece a su familia desde 1974.
Así, la gama de vinos que presenta este viticultor desde hace un par de años es tan extensa como interesante. No podíamos esperar menos de un profesional cuya fina pituitaria le ha valido para proclamarse como el mejor catador de España en 2009 (con el premio Nariz de Oro) y que durante una década a estado al frente de la Federación Española de Asociaciones de Enólogos, de la cual saltó a la presidencia de la Unión Internacional de Enología.
Hacienda La Quintería 2018, un petit verdot diferente
Sin duda, el brillante curriculum de su autor pone en foco el interés del vino que hoy nos ocupa. Un monovarietal de petit verdot cuya calidad hace de su origen una auténtica sorpresa. ¿Cómo se puede elaborar un tinto tan amable y satisfactorio a partir de una variedad que en su territorio de origen tiene fama de dar lugar a vinos rotundos y poco elegantes?
El secreto, como siempre, está en el trabajo en la viña. Y en la intuición que ha tenido Santiago Jordi para reinjertar petit verdot en cepas del pago Montealegre. La cuidada vinificación y crianza –20 meses en barricas de roble francés– ha redondeado el carácter de este petit verdot sabroso, de aromas frutales exuberantes pero no exento de tipicidad y frescura. Bien vale la pena probarlo. Como el resto de los vinos de los proyectos de este joven viticultor gaditano.