Rosa Ruiz 2014, de tal palo, tal astilla
En un universo vinícola donde la competitividad y el marketing son cada vez relevantes, es prácticamente imposible encontrar a estas alturas una bodega que se consagre a un único vino. En las Rías Baixas, ejemplo de esa rara estirpe de monomarcas ha sido, hasta hace unas semanas, Santiago Ruiz. Justamente, la casa del pionero de los vinos de las Rías Baixas (que no de los albariños, porque el sabio don Santiago siempre afirmaba que los vinos de su pueblo, O Rosal, no debían ser monovarietales, sino un compendio de las virtudes y caracteres de unas cuantas uvas que crecen por esta zona: loureiro, caiño, godello… y la propia albariño, claro).
Pues bien, con el lanzamiento de Rosa Ruiz 2014, flamante novedad de esta bodega, los actuales responsables de Santiago Ruiz acaban de romper de un plumazo con dos de las normas que han fundamentado el buen hacer de esta bodega durante más de tres décadas: la unicidad de la gama de una sola marca, y la diversidad varietal del vino.
Pero que nadie de asuste, porque lo han hecho muy bien, con un vino que, para empezar, lleva el nombre de la hija menor del recordado Santiago, Rosa Ruiz, quien desde hace décadas mantiene vivo el patrimonio y la memoria de su padre en la bodega. Y, que, para terminar, ¡es un vino excelente! Monovarietal de albariño, sí –¡con perdón de don Santiago!– pero fino, delicadamente graso, floral, un punto mineral, con una boca plena y larga…
Como casi todo lo bueno, Rosa Ruiz 2014 es un bien escaso: apenas 3.500 botellas en los que se nota la buena mano de la enóloga Luisa Freire para elaborar blancos puros, auténticos y elegantísimos. Por fin, la etiqueta del nuevo vino es obra de la diseñadora Marta Lojo, con lo que queda claro que, en Santiago Ruiz, el albariño es cosa de mujeres. ¡Enhorabuena a las tres por este magnífico vino!