St Germain, París huele a flor de saúco
Aunque los obsesos del gin&tonic y los fóbicos de los brebajes dulzones consideren que los licores –de hierbas, flores o lo que sea– son cosa de tías ancianas y sobremesas trasnochadas, lo cierto es el universo goloso-espirituoso continúa deparando placeres y unas cuantas sorpresas.
Y no sólo para satisfacer a los insaciables de siempre a la hora del sempiterno chupito: los licores mantienen su vigencia en el mercado porque son una rica fuente de inspiración para la coctelería.
De allí, sin duda, que el poderoso grupo Bacardi haya decidido recientemente incorporar a su portfolio el veterano licor francés St. Germain, que tiene el honor de ser el primer destilado artesanal del mundo aromatizado con flores de saúco.
Desde que se destiló por primera vez, hace más de un siglo, St. Germain, mantiene el mismo proceso de producción: al final de la primavera, las flores de saúco, que crecen de manera silvestre en los Alpes franceses, son recogidas con primor por un centenar de granjeros locales, que las llevan rápidamente –en bicicleta, cuenta la leyenda– a centros de recolección. Luego, en la región de Saboya, la flores se maceran en aguardiente vínico, al que posteriormente se añade azúcar de caña.
Hay que decir que la velocidad con la que se lleva a cabo todo el proceso es crucial para que el licor resultante conserve los finos matices que caracterizan a St. Germain: delicados aromas florales y de fruta blanca madura (melocotón), recuerdos de piña y maracuyá en el paso por la boca, generoso dulzor y fresco final.
El otro elemento que hace de St. Germain un atractivo objeto de seducción es la bellísima botella de diseño decimonónico, de base octogonal y rematada con un pesado tapón en el que se indica el número de botella y el año de la cosecha. Sin duda, estos detalles favorecen la exposición de este licor de acento parisino en las coctelerías de moda, que lo emplean como versátil ingrediente para todo tipo de alquimias: con champagne, con vodka y zumo de lima, para añadir un punto exótico al gin&tonic…
En fin, por lo visto –y bebido– el saúco da para todo.