Volcán de Mi Tierra Blanco, cuando el tequila se asocia al lujo
Hace unos días, la isla de Ibiza se pobló de catrinas y colorido mexicano para acoger el estreno europeo de un tequila que va dar que hablar (y de beber). Volcán de Mi Tierra, notable aporte a esta categoría espirituosa, nace de una singular joint venture entre la familia Gallardo, asentada en el estado mexicano de Jalisco desde 1766, y Moët Hennessy, filial de la multinacional del lujo consagrada a la producción de champagne y grandes destilados.
Con el hacendado Juan Gallardo y el presidente de Volcán de Mi Tierra, el francés Julien Morel, como anfitriones, durante la puesta en largo ibicenca, los tres tequilas de la nueva marca –Blanco, Reposado y Añejo Cristalino– pudieron degustarse solos y en deliciosos cócteles, que preparó con buen tino Miguel Angel Monroy, mentor y propietario de Piñata Cocktail Cantina de Barcelona, en una comida en el chiringuito más lujoso de la isla, Casa Jondal –donde ejerce y selecciona magnífica materia prima el chef Rafa Zafra– y una cena en el rooftop del Bless Hotel de Santa Eulalia, con un menú elaborado al alimón por el mexicano Roberto Ruiz (Barracuda MX) y el chef anfitrión, Raúl Gutiérrez.
Volcán de Mi Tierra
Considerando que el tequila tiene en España una cuota de mercado muy modesta, una presentación como la que ha tenido Volcán de Mi Tierra en Ibiza da pistas de la relevancia que da Moët Hennessy a la incorporación de un espirituoso de este género en su gama, donde luce grandes single malts (Glenmorangie, Ardbeg), un vodka magnífico (Belvedere), además de cognac (Hennessy), por supuesto, e incluso ha sumado recientemente un ron cubano (Eminente), pero nunca un destilado de agave con el que situarse en mercados estratégicos, como Estados Unidos, donde esta bebida es líder.
Producir tequilas de alta gama
Por eso, no sorprende que Moët Hennessy llegara a buen entendimiento con Juan Gallardo –cuenta la leyenda que el primer contrato se firmó en una servilleta de papel, en una cantina– para producir tequilas de alta gama.
El socio que ha encontrado la multinacional de lujo se antoja ideal: la familia Gallardo se asentó a los pies del volcán Tequila en 1766, adquiriendo la hacienda La Gavilana, consagrada al cultivo y producción de diversos productos agrícolas, el agave entre ellos.
Los Gallardo han producido su propio tequila desde principios del siglo XX, aunque en 1922 fueron expropiados por el gobierno y hasta 1986 no pudieron recuperar su finca, retomando la destilación en su propia destilería familiar, NOM 1523.
Pero la asociación con MH ha dado lugar a una gama de tequilas completamente nueva, que vio la luz en 2017 aunando procesos artesanales con la selección de la mejor materia prima –los agaves de dos parajes con climas distintos, los valles Altos y Bajos de Jalisco– y la innovación en el proceso se destilación.
Sin duda, los tres tequilas que presenta Volcán de Mi Tierra destacan tanto por su singularidad como su calidad, indiscutible.
Si bien el Añejo Cristalino es el que probablemente llame más la atención (sometido a un novedoso proceso de filtrado al carbón, resulta completamente límpido, en contraste a su expresión compleja y especiada, propia de un destilado añejado en barricas); y el Reposado es más goloso y expresivo que la norma habitual en esta categoría, debido al uso de barricas nuevas de roble americano; el responsable de El Bar de Gastroactitud anima a los lectores a probar primero el que más le ha gustado: Volcán de Mi Tierra Blanco, aparentemente el más sencillo, es también el más auténtico y el que mejor expresa la naturaleza del agave y el buen hacer de los destiladores a la hora de extraer los matices vegetales de la planta, con todos sus acentos herbáceos, notas frutales y sutilmente especiadas, con un paso untuoso y equilibrado por la boca.
Es un tequila blanco ejemplar, delicioso para beber solo o dar alas a cualquier cóctel o combinado.
Más que un tequila lujoso, un lujo de tequila.