Valdelacierva 2017, garnacha riojana en estado puro
Quizás el mayor encanto de la garnacha tinta sea su capacidad para ejercer de lupa del terruño del que procede. De allí que sean tan distintas las finísimas garnachas de los diferentes terroirs de Gredos, las voluptuosas de Calatayud y demás comarcas aragonesas, las fragantes garnatxas de la Terra Alta o aquellas que en Priorat se asocian con la cariñena, en una combinación vibrante y emotiva…
Pues bien, las garnachas de Rioja poco tienen que ver con todas aquellas. Incluso son muy distintas aquellas que crecen en la subzona oriental de la D.O.Ca. –la nunca bien ponderada Rioja Baja–, precisas y sutiles, aunque también más cálidas y suculentas que las que se cultivan en el entorno de la sierra Cantabria, tanto en los privilegiados pueblos de Rioja Alta (San Vicente, Haro, Briones…) como en la parte alavesa de la denominación. Aquí, la tinta española más extendida ofrece un perfil fragante y sedoso, rico en matices de fruta roja.
En cualquier caso, ningún garnachista confeso –los hay cada día más– debería dejar de probar algunos de los grandes tintos que se producen en Rioja con esta uva. Hete aquí uno de ellos, firmado por la inquieta enóloga Emma Villajos para Valdelacierva, bodega fundada en 1988 y hoy perteneciente al grupo Hispanobodegas.
Aún cuando pertenece a una añada difícil –y escasa–, Valdelacierva Garnacha 2017 luce todos los encantos de los mejores tintos que se elaboran con esta uva en Rioja Baja. Procedente de la Finca La Pedriza, sita en Tudelilla, de cepas plantadas hace 75 años en suelos de gravas y cantos rodados, este vino se vinifica en tinos abiertos y se cría en bocoyes de roble francés, de 500 litros de capacidad, para preservar todo su encanto: una nariz fragante, intensamente frutal, con finos matices minerales y balsámicos, y una boca elegante y sabrosa, de paso equilibrado y buena persistencia.
¡Qué viva la garnacha riojana!
Muchas gracias por la información, maestro.