Rebels de Batea 2013, las garnachas de Terra Alta sacan pecho
En un momento crucial para la evolución del consumo del vino, en el que las nuevas generaciones exigen a las bodegas un mayor compromiso en términos de autenticidad, originalidad, fidelidad a las raíces y respeto ecológico, el grupo Torres sabe bien que hay que mover ficha para que los jóvenes dejen de dar la espalda al vino.
Ese debe ser sin duda uno de los objetivos primordiales de 7 Magnífics, el proyecto que ha llevado al equipo enológico de este gran grupo bodeguero a internarse en los viñedos de las siete comarcas tradicionales del vino catalán, en busca de vinos sencillos y honestos, que conecten con los anhelos de aquellos aficionados que desean encontrar en cada copa los rasgos del terruño de origen y la impronta de los viticultores que lo trabajan.
El discurso con el que se presenta 7 Magnífics recurre también a otros factores emocionales: el valor de la tradición, el esfuerzo que supone la labor del viticultor, la riqueza de las variedades autóctonas, la herencia cultural… incluso cierto orgullo nacionalista, bien entendido.
En todo caso, todos estos argumentos certifican su validez cuando se descorcha cualquiera de los dos vinos que inauguran la serie de 7 Magnífics, Rebels de Batea, blanco y tinto, de la añada 2013.
Ambos proceden de Terra Alta, una D.O. con profundas raíces vinícolas y privilegiadas condiciones para la elaboración de vinos de gran calidad, pero que sin embargo tiene una presencia discreta en el mercado.
De allí que los flamantes Rebels de Batea tengan visos de reivindicación. Tanto el tinto que aquí nos ocupa –100% garnacha tinta– como su hermano blanco –100% garnacha blanca–, ofrecen naturalidad, autenticidad, carácter y una encomiable calidad por un precio moderado.
En concreto, Rebels de Batea tinto 2013 enamora con un color rojo brillante, aromas francos de fresas y cerezas negras y un amable paso por boca, donde las sensaciones frutales conviven con taninos redondos y golosos, recuerdos de hierbas de monte y un fino matiz mineral muy propio de los terrenos calcáreos propios de la bendita Terra Alta.
Es, como Rebels de Batea blanco 2013, un vino para sentirse orgulloso, qué duda cabe.