El buñuelo es un dulce típico de Fallas, este es un recorrido por la capital en busca de los mejores.


Los buñuelos, de viento, de calabaza, de naranja o de higo, son una tradición gastronómica estrechamente ligada a las Fallas desde sus orígenes. Consideradas la gran fiesta de Valencia, las Fallas preceden al día de San José, celebrado el 19 de marzo. Pero, ¿qué tienen que ver los buñuelos con esta celebración?

El verdadero origen de las Fallas sigue siendo un misterio, aunque su vínculo con la tradición religiosa es innegable. La teoría más aceptada sostiene que los gremios de carpinteros, cuyo patrón es San José, lo honraban quemando trastos viejos con la ayuda de un candil llamado parot. Durante la quema, las mujeres quisieron amenizar la velada y llevaron a las calles grandes ollas en las que comenzaron a freír buñuelos, dando inicio a la tradición. Esta herencia cultural ha llegado a nuestros días y sigue siendo igual de icónica no importan los años que pasen. Por ello hemos recopilado algunos de los lugares donde disfrutar de los mejores buñuelos en la ciudad.

Buñolería-Churrería El Contraste 

Calle de San Valero, 12. Barrio de Ruzafa.

Con más de un siglo de tradición, El Contraste se distingue por la excelencia de sus productos. Actualmente, lo dirige Mariano Catalán, cuarta generación al frente de esta buñolería que ha llevado el sabor de este dulce a las calles de Ruzafa. A principios del siglo XX, los abuelos de Catalán, de tradición feriantes, llegaron a Ruzafa y abrieron una casa de comidas donde también ofrecían buñuelos y churros. Durante la Guerra Civil, el local fue destruido y trasladado a su ubicación actual en la calle San Valero.

En El Contraste se elaboran buñuelos de calabaza y de naranja. Estos últimos solo se preparan dos veces por semana para garantizar su calidad, pero sin duda vale la pena probarlos. Tanto la calabaza como la naranja utilizadas proceden de Valencia. Más allá del sabor, la diferencia clave entre ambos buñuelos está en su textura. “El de naranja es más seco por dentro, pero absorbe mejor el chocolate. El de calabaza es más esponjoso y meloso”, explica el propietario.

Aquí se apuesta por la tradición, incluso en la fórmula de sus buñuelos: “Desde sus inicios, la receta apenas ha cambiado. No hay que modificar las fórmulas. Siempre he defendido la elaboración artesanal”. Y aunque ya no los sirve con aguardiente o anís, como antaño, ofrece un reconfrotante chocolate caliente: “El chocolate también lo hacemos nosotros, sin conservantes”, añade Catalán. Durante la época fallera, la buñolería instala un puesto como los de las ferias para cubrir la alta demanda de esos días. Parte de la clientela es fija y acude porque el local es “el de toda la vida”. La otra llega atraída por la fama que ha ganado la buñolería.

Buñuelos de calabaza y naranja

Churrería Casa Piloto 

Calle de Gayano Lluch, 32. Rascaña.

Casa Piloto es una churrería con más de 70 años de historia, donde la tradición familiar es su sello distintivo. Actualmente, el negocio está en manos de la tercera generación: Luisa Garrido y su marido José. Sus hijos también trabajan en el local, manteniendo viva la tradición familiar. Fundada en 1954 por el abuelo de Luisa, oriundo de Castilla-La Mancha. Antiguamente, la churrería abría todo el año, excepto en verano, cuando se trasladaban como puestos ambulantes a las ferias de la región. Hoy en día, casi todo el equipo de trabajo está formado por familiares. En especial, José y el hermano de Luisa, quienes supervisan cada etapa de la producción.

“No permitimos que nadie ajeno a la familia manipule el producto, porque no alcanzan la calidad que exigimos. Tal vez sea un error trabajar así, pero es nuestro sello y lo que nos distingue”, explica Luisa. La especialidad de Casa Piloto son los churros y porras: “somos buenos haciendo buñuelos, pero somos manchegos, nuestro punto fuerte son las porras”. Sin embargo, sus buñuelos de calabaza han conquistado a los clientes gracias a una receta muy tradicional. “Solo usamos calabaza, levadura y un punto de sal. No añadimos esencias, colorantes, conservantes ni canela. Lo mismo con el chocolate: lo hacemos con leche y sin espesantes”, añade Luisa. En Casa Piloto, la calidad y la tradición son un compromiso inquebrantable.

Buñuelos de calabaza y porras

Horchatería El Collado 

Calle Ercilla, 13. Ciudad Vieja.

El Collado es una de las horchaterías más antiguas de Valencia, con más de 130 años de historia. Aunque se desconoce la fecha exacta de su fundación, el registro más antiguo que se conserva data de 1892, según nos cuenta José Civera, uno de los actuales propietarios. Desde finales de la Guerra Civil, El Collado ha permanecido en manos de la misma familia.

Aunque es una horchatería, buena parte de su fama en el centro de la ciudad se debe a sus buñuelos. “Seguimos la misma receta de siempre. Lo único que ha cambiado es la tipificación de las harinas, lo que nos ha permitido estandarizar el producto y garantizar su seguridad alimentaria. Antes, eso no existía”, comenta José. La fama del negocio hace que, en Fallas, la demanda se dispare. “Hacemos lo que podemos. En esta época, preparamos buñuelos todo el día”, cuenta José. Además de los buñuelos, también elaboran su propio chocolate “a la española”, con agua en lugar de leche.

A diferencia de otras buñolerías, en El Collado solo se confeccionan los tradicionales buñuelos de viento, sin calabaza, naranja ni higo. Según José, los buñuelos deben saber únicamente a masa frita cuando se acompañan con chocolate. Ni más ni menos. Su hijo es el encargado de la producción de los buñuelos y se ha convertido en un experto en lograr un sabor y una esponjosidad inigualables.

Buñuelos de viento

Horchatería Mari Toñi

Calle de Alboraia, 23. La Saïdia.

Ubicada en el barrio de La Saïdia, la Horchatería Mari Toñi lleva más de 50 años en funcionamiento y, desde hace pocos meses, está regentada por Germán Polo, la segunda generación del negocio.

En sus inicios, no fue una horchatería, sino un salón de té. Sin embargo, mantener un negocio de este tipo en la zona resultó complicado, por lo que decidieron cambiar su enfoque y transformarlo en una horchatería justo en época de Fallas. La decisión fue un éxito total y le otorgó al local una sólida reputación entre los vecinos.

Durante la temporada fallera, han experimentado con distintas estrategias para hacer frente al aumento de la demanda, como la instalación de puestos auxiliares fuera del establecimiento. Esto ha llevado a un gran incremento en la producción: “Normalmente producimos 24 litros de pasta de buñuelos al día, pero en Fallas esta cantidad se multiplica por cinco. También adaptamos los horarios de producción según los eventos que haya”, explica Germán.

Los buñuelos de Mari Toñi son de calabaza y se elaboran a partir de calabaza confitada. Se caracterizan por su esponjosidad y por el respeto a la receta original: “Para estandarizar la producción, muchas personas hacen masas duras. Dicen que masas más duras son masas más seguras, pero a mí no me convence. Prefiero una masa líquida, casi imposible de trabajar, pero que garantice un resultado de calidad”, comenta Germán.

Además de los buñuelos, su chocolate, cuya receta tiene más de 25 años, es otro motivo de orgullo: “Es la fórmula con mayor porcentaje de cacao de toda Valencia”, añade. Mari Toñi ha logrado mantenerse como un referente gracias a su apuesta por la calidad y la tradición. Con la segunda generación al mando, el negocio continúa evolucionando sin perder la esencia que lo ha convertido en un clásico del barrio.

Buñuelos de calabaza

 

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Gabriela Sánchez Martín

Gabriela Sánchez Martín

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