Realfooding: volver a comer como lo hacían tus abuelos
¿Somos conscientes de lo que comemos? El movimiento «Realfooding» o «comida real» en español, trata de enseñarnos a alimentarnos de una manera consciente y responsable.
Comer es mucho más que ingerir alimentos. Es aportar al cuerpo la energía y los nutrientes que necesita para funcionar de una manera sana y consciente. Y es mejorar la salud. En función de lo que se come podemos mejorarla o empeorarla. Pero, realmente, ¿somos conscientes de lo que comemos? Esto es lo que el «Realfooding» trata de hacernos ver.
Ultraprocesados: una amenaza real
La epidemia de los ultraprocesados ha llegado para quedarse pero, a día de hoy, hay quien defiende el derecho a una alimentación saludable y consciente.
Hace ya varios años que Carlos Ríos, nutricionista y dietista, empezó a preguntarse a cerca del desconocimiento de la población en relación con los ultraprocesados. Sobre sus efectos en el cuerpo, así como sobre los mitos a cerca de la nutrición.
El 80% de los productos que encontramos en los supermercados son ultraprocesados. Alimentos que han sufrido algún proceso mediante el cual se les añade, retira, mezcla o texturiza otros ingredientes que merman su calidad. Refrescos, zumos, bollería, cereales refinados, pan blanco, galletas, patatas fritas, platos precocinados, helados o salsas, son sólo algunos ejemplos de estos alimentos.
El movimiento “Realfooding” o «Comida Real»
Bajo estas premisas, Carlos Ríos comenzó a difundir contenidos a través de sus redes sociales en pro de una alimentación saludable para la población. Su objetivo es claro: que cualquier persona sea consciente de lo que come y lo elija fundamentando sus decisiones en el conocimiento. Así surgió el movimiento de la comida real llamado “Realfooding”. Una corriente que lucha contra el entorno obesogénico y la epidemia de los ultraprocesados, a los que denomina “Matrix”, poniendo el foco en mejorar la salud de la población a través de la alimentación. Por fin las autoridades han caído en la cuenta de que estos alimentos son tan peligrosos como el tabaco y que consumirlos provoca grandes gastos a la sanidad pública. Solo falta que se pongan manos a la obra para evitar su consumo masivo.
“Estábamos inmersos en un mundo en el que comer ultraprocesados ‘era normal’. En el que si querías nutrientes, te ibas a una galleta enriquecida; si tenías colesterol alto, te tomabas un yogur líquido azucarado que te ‘baja el colesterol’. O si tenías deficiencia de hierro, te tomabas unos cereales ‘enriquecidos con hierro’ y un largo etcétera. Nos habíamos olvidado de que hemos vivido toda nuestra evolución de forma saludable con solo comer comida real y manteniéndonos activos”, explica Carlos.
¿Qué hacer para saber si lo que ingieres es comida real?
Una acción que te da una respuesta inequívoca es comer preguntándote si cada cosa que consumes la comían tus abuelos. Así de simple. Todo lo que esté envuelto en plástico y contenga más de cinco ingredientes, es susceptible de ser un ultraprocesado (también hay cosas envueltas en plástico que no lo son). “Aprender a cocinar con mi abuela me ha servido para darme cuenta de lo ‘fácil’ que es mantenerse saludable sin tener tantos conocimientos en nutrición. Mi abuela y mucha gente mayor no sabe qué son los nutrientes ni qué calorías tiene X alimento, pero sí saben que es comida y qué no lo es”.
Pero, ¡ojo!, también hay ultraprocesados de buena calidad. Carlos Ríos lo explica así a través de su cuenta de Instagram. “En la alimentación no todo es blanco o negro. Expongo con evidencia científica y práctica como existen una serie de alimentos buenos procesados que pueden complementar nuestra alimentación, haciéndola más fácil, accesible, saludable y rica. Es decir, hay una buena variedad de grises para crear nuestro propio patrón de alimentación saludable basado en el Realfooding”. Alimentos como el tomate triturado, el guacamole (con un 95% de aguacate), el requesón, los yogures (naturales y griegos), los vasitos de quinoa para microondas, las tabletas de chocolate (con más del 80% de cacao), el gazpacho o el salmorejo y los quesos, son algunos de ellos.
Come Comida Real
A sus 27 años, Carlos Ríos, está logrando transformar a través de sus redes sociales los hábitos alimenticios. Centennials y Millennials y algunos Babyboomers se han subido a su carro. Pues, como él mismo dice, en su libro Come Comida Real, vivimos en un mundo en el que no comemos comida real, sino productos que han sido puestos ante nuestros ojos. Para colmo, estos productos ultraprocesados resultan más caros que los ingredientes frescos, pero son más cómodos. Es más fácil meter un paquete de canelones al microondas que cocinarlos paso a paso. Por esta razón enormes franjas de población (incluidas las más vulnerables) caen en las garras de los ultraprocesados y abandonan la dieta mediterránea, esa que seguían nuestras abuelas aún sin saberlo.
En este mundo de ultraprocesados, Ríos ha venido a recordarnos que se puede cuidar el cuerpo a través de una alimentación saludable, creando platos exquisitos que no lleven más que los productos que nos ofrece la naturaleza. Y un detalle muy importante, Carlos anima a quienes le leen y le siguen a comprar en los mercados de toda la vida, a probar el producto fresco y a acercarse a las personas que mejor lo conocen: quienes trabajan vendiéndolo.
¿Es igual de sano un plátano que una galleta?
Aprender a medir los alimentos por si son saludables o no, en lugar de por el número de calorías que contienen es otro de sus retos. Como dice Ríos, “ante eso, lo que podemos hacer es educarnos para saber distinguir qué alimentos son comida real y cuáles no lo son. Esto sólo lo podemos hacer a través de su etiqueta. Es importante destacar que no son las calorías, ni las grasas o los hidratos de carbono del producto lo que determina si un alimento es saludable. Lo que lo califica son sus ingredientes”.
Entonces, si un plátano y una galleta son hidratos de carbono, ¿son igual de sanos? “Según la pirámide de la alimentación, así será. Según la ciencia de los nutrientes, parece que sí. Sin embargo, todos estos conocimientos sobre los nutrientes parecían dar lugar a conclusiones erróneas. Esto es lo que hizo que empezase a dudar de lo que estaba estudiando”, explica Ríos.
Todo comenzó cuando su abuela Lala comenzó a decirle que “la comida que venden hoy en día parece de mentira”. “Yo sonreía y pensaba que, con más de ochenta años a sus espaldas, hay cosas de la modernidad que se hacen raras para las abuelas. Sin embargo, con los años comprendí que detrás de lo que ella llamaba ‘comida de mentira’ podría haber una enseñanza muy importante en el ámbito de la alimentación, porque… ¿y si lo que llamamos ahora ‘comida’ no es realmente comida de verdad?”.
El procesado de los alimentos
Tenemos la percepción de la “comida basura” como “poco saludable” pero no de los peligros que puede provocar su consumo en nuestro cuerpo. “Para la mayoría de la gente, la comida basura son las chucherías, las hamburguesas o los refrescos. Pero, ¿qué pasa con todos esos productos que inundan a diario las estanterías de los supermercados y que acaban en nuestras cestas de la compra? ¿Qué pasa con aquellas personas que no perciben que unas galletas integrales, un zumo envasado détox o un paquete de embutido light como ‘comida basura’?”.
Lo que defiende Carlos Ríos es que el problema está en método de procesado de los alimentos, lo que sucede con ellos y lo que nos ocurre a nosotros como resultado. Una teoría que, simultáneamente, han estado investigando un grupo de científicos de la Universidad de Sao Pablo (Brasil), liderado por Carlos Monteiro, con la que han llegado a las mismas conclusiones. Lo que dice éste último es que a la hora de comprar determinados alimentos debes mirar más allá, buscar el método de procesado (hidrogenación, desnaturalización, pasteurización, refinado, etc) e interesarte sobre cómo afecta al alimento y, lo más importante, a tu salud.
Riesgos para la salud
Charles Simmons decía que “la enfermedad es la venganza de la naturaleza por la violación de sus leyes”. Así empieza el capítulo “Cómo nos matan los ultraprocesados” de Ríos. Según explica, los ultraprocesados no son tóxicos, son productos insanos crónicos. Esto quiere decir que no es que provoquen daños inmediatos, sino que con el paso del tiempo van lentamente dañando nuestro cuerpo hasta desencadenar fallos orgánicos. Tal vez esa sea la respuesta al incremento exponencial de alergias e intolerancias alimentarias que sufre la sociedad contemporánea.
“Éste proceso comienza con un deterioro a nivel celular que poco a poco va afectando a los órganos y, por último, a los sistemas orgánicos completos. Este avance gradual es lo que hace que sean tan letales, pues le confiere la habilidad de ser indetectables. Además, esta progresión lenta hace que te vayas acostumbrando a los cambios de tu organismo y normalices la nueva situación que va adquiriendo tu cuerpo. Te acostumbras poco a poco a ir teniendo cada vez más grasa corporal, más colesterol, glucosa o presión arterial. Vas cocinando tu enfermedad a fuego lento”.
Con su libro y a través de sus redes sociales, Carlos Ríos tiene como único objetivo que la sociedad sea consciente de lo que come para que los ciudadanos puedan elegir de forma honesta y responsable lo que es conveniente para su salud.
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