Valencia, ¿qué hay de nuevo?
Siete fichajes (y flechazos) que han abierto en los últimos meses para descubrir esa nueva Valencia que tanto tiene que contar.
En Valencia hay una veintena de restaurantes que son apuestas seguras. La capital del Turia está llena de grandes nombres que siempre dan que hablar, pero en este listado hemos recopilado todas esas novedades que han abierto en el último año y que demuestran el buen estado de salud gastronómico de una ciudad en plena efervescencia cultural… a todos los niveles. Con esta guía queremos descubrirte los nuevos restaurantes de Valencia que realmente están agitando la ciudad.
Señuelo
Salvatierra, 39. Tel: 960 52 48 59. Precio medio: 25-35 € (bar) y 50-60 € (restaurante).
Aquí todo gira en torno al producto pero abordado desde un punto de vista creativo. Sergio Giraldo, otrora en La Sastrería, ahora lidera su proyecto más personal en un moderno local a unos pasos del Mercado de Colón. El cocinero extremeño pero afincado en el Mediterráneo está tremendamente influido por las cocinas por las que ha pasado: la primera fue la de Francis Paniego (El Portal del Echaurren), donde estuvo de los 14 a los 17 años. Allí, empezó fregando platos y terminó como jefe de partida de pastelería. Por la casa de Manolo de la Osa pasó dos veces, cinco años en total. También estuvo con Martín Berasategui, en Mugaritz o en Peix i Brases (Denia), desde donde aterrizó en Valencia por culpa de (y gracias a) Q Tomas?, de Tomás Arribas.
Su “cocina de mar con ancla en la tierra” seduce a todos los paladares: desde aquellos que son de rodaballo salvaje o de San Pedro a la brasa hasta los que prefieren sus menús degustación que son una oda al mar pero con un toque canalla, maridados con interesantes vinos (tienen una carta de más de 250 referencias) o con sugerentes cócteles. En su propuesta encontramos platos muy redondos como el de Quisquillas confitadas, gazpachuelo de cítricos y aceite de vainilla o su Foie a la brasa con bogavante y caviar beluga.
Pero Señuelo también ofrece una opción más informal, ya sin mantel blanco: si te sientas en su Barra del Bar San Pedro, arremángate, porque muchos de sus bocados se comen con las manos, como su Sam de shiso en tempura, clòtxina en escabeche y alioli de bogavante, su Pepito de titaina del Canyamelar y tonyina de sorra o su Brioche de rabo de toro al vino tinto y compota de manzana. De Señuelo siempre te vas con ganas de volver.
Bar X
Planta baja del Mercado de Colón. Precio medio: 25 €.
El nombre del quinto proyecto gastronómico de Ricard Camarena tiene una doble lectura: es Bar X, pero también Barx, “bar con equis”, como se llama su pueblo natal. Allí es donde comenzó su periplo gastronómico, cuando gestionaba el bar de la piscina. Tras Ricard Camarena Restaurant, Canalla Bistró, Central Bar y Habitual, a finales de 2021 abrió una propuesta más desenfadada, justo al lado de este último, en la planta baja del Mercado de Colón.
Bar X es un homenaje a su origen, donde comer mucho y muy bien… y casi todo con las manos: no te pierdas su pepito de secreto ibérico con «mullaor», feta y rúcula; su pan al vapor frito con titaina de atún, sus buñuelos de bacalao o sus flores de calabacín rellenas con harissa. Con tenedor, sus bravas o su ensaladilla rusa (siempre). De postre… dicen que su torrija no se parece a ninguna otra.
En su ventanal encontrarás escritas con rotulador sugerencias del día: desde albóndigas de sepia con salsa de almendras hasta apetecibles cócteles como su Komburita, su Bloody Mary o su Builet Sour. Te divertirás. ¿Lo mejor? Su cocina está abierta de 12 de la mañana a 12 de la noche. Ojo: hay que hacer cola, porque no reservan, pero Bar X lo merece.
Mimar
Avenida Mare Nostrum, 50, Alboraia. Tel. 670 22 58 22. Precio medio: 50 €.
Lo que antes era Brassa de Mar, en primera línea de la playa de la Patacona, es ahora Mimar. A los fogones, Raúl Aleixandre, Premio Nacional de Gastronomía 2004 y el primer cocinero que obtuvo una estrella Michelin en la Comunidad Valenciana.
Este espacio luminoso, moderno y minimalista frente al Mediterráneo ha sido remodelado íntegramente y diseñado por el estudio de arquitectura e interiorismo de Francesc Rifé. Sus líneas limpias y sus materiales nobles (como la madera de su mobiliario o el lino de sus manteles) transmiten paz. Y su enorme terraza de 750 metros cuadrados, con una larga barra con vistas a la playa, contagia ganas de empaparse del deseado estilo de vida mediterráneo que tan bien se le da a Valencia.
¿Qué pedir en MIMAR? Joaquín Collado, su director (que viene de proyectos tan sonados como Kaido Sushi Bar o Sucede), nos recomienda entrantes como su Gilda de la casa, su calamar o tellinas pero también, por supuesto, su Rossejat (de fideo fino con gambas receta de Mari de Ca Sento o con angulas y huevo de Víver). En su propuesta líquida, apuestan por pequeños vitivinicultores de la Comunidad Valenciana como Manu Guardiola, Aida i Luis o Bruno Murciano.
Para un aperitivo informal, su terraza exterior, en pleno paseo marítimo, tiene una carta de pequeños bocados como anchoas u ostras. Si quieres algo aún más exclusivo, reserva en el Champagne Bar. Su coctelería también promete.
Bar Trinchera
Pere III el Gran, 12. Tel. 686 82 46 62. Precio medio: 25 €.
“No te vamos a contar nada nuevo. Te vamos a contar lo de siempre. Pero a nuestra manera”. Esa es la contundente declaración de intenciones del Bar Trinchera, la nueva esquina de moda de Ruzafa. Este refugio gastronómico lo ha diseñado el Estudio Pont de Fusta con mármol, hierro galvanizado, azulejo y mucho aluminio. ¿Su objetivo? Quieren que nos atrincheremos desde el esmorzaret hasta la cena, de martes a sábado, en su barra o en su terraza (cierran domingo y lunes).
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La cocina del Bar Trinchera, con Marta Castillejo y Arturo Salvetti al frente, va de gildas, marineras, huevos rellenos o esgarraet pero también de platos calientes como su frito de pulpo “Sa Platgeta”; guiso de oreja; huevos rotos con atún rojo marinado y picante; bikini de mortadela, trufa y mozzarella; el Paquito de cordero o pataquetas de titaina y buñuelos de bacalao o de sardina, tomate y queso. En su “carta de guerrilla” también hay hueco para el postre.
Te prometemos que fotografiarás su pared de azulejos, en la que escriben (y tachan) con rotulador azul algunos de sus platos servidos en Duralex.
Villa Indiano
Camino de la Estación, 4, Burjassot. Precio medio: 40 €.
Dicen que es una nueva forma de habitar la huerta. Este restaurante de cocina tradicional valenciana es también un jardín gastronómico con programación sociocultural y espacio para eventos en plena huerta de Burjassot. Detrás de este bonito proyecto están los ideólogos de Convent Carmen, que cerró en marzo de 2020, y que ahora vuelven con fuerza desde esta villa de estilo ecléctico y aires afrancesados y modernistas con jardín de casi 2.500 metros cuadrados: un lugar vivo y cambiante, desde el cual ver la ciudad con perspectiva con la Sierra Calderona como telón de fondo.
En Villa Indiano encontrarás paella, pero también carnes y pescados a la brasa… y mucha estacionalidad debido a su huerta. En su jardín, una carta más informal a precios populares para poder picar bajo sus olivos o naranjos, tomar una horchata e incluso compartir mesa de manera espontánea.
Nota: recomiendan ir en metro, en bici o en patinete y evitar el coche.
Begin
Avenida de las Cortes Valencianas, 50. Precio medio: 25 €.
Dicen que son reales, pero no perfectos. Y que comer sano no tiene por qué ser aburrido: gazpachos, guacamoles, ceviches, ensaladas, hummus, angus de pastoreo, pollo campero, tataki de atún rojo salvaje o licuados mediante.
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En un espacio diseñado por Volca Interiores y cuya estructura ha desarrollado un maestro fallero, Begin acaba de abrir en julio para agitar el panorama gastronómico valenciano. Este concepto rupturista promete una vuelta al origen a través del empleo de productos de cercanía, ecológicos y asegurando el bienestar animal. Para ello, trabajan con un nutricionista y con agricultores locales y, cuando no es posible, apuestan por materias primas nacionales, que respetan el medio ambiente y contribuyen a desarrollar las zonas rurales. Sus vinos también asumen esa responsabilidad: por eso son de bodegas de proximidad y, prácticamente todos, veganos y ecológicos.
Su compromiso va más allá de lo que ves en el plato: los uniformes están diseñados con materiales reciclados y de manera artesanal por Top Manta, una iniciativa que emplea a personas en riesgo de exclusión comprometida con la solidaridad y los derechos humanos. Su vajilla también está hecha a mano por artesanos de Almería y Alicante. Uno de los nuevos restaurantes que hacen de Valencia un destino en alza.
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