Ramón Freixa estrena decoración y terraza después de 8 años en Madrid. Revisamos a uno de los clásicos contemporáneos mejor valorados de la capital, que mezcla con desenfado tradición catalana y modernidad cosmopolita.
En el casco histórico de Segovia, Villena sorprende por su ubicación, un antiguo convento capuchino del SXVII y por su cocina dedicada al bosque castellano de pinos. La cocina de Rubén Arnanz respeta el origen y sabor original del producto, que se toca lo mínimo, logrando la cercanía con el comensal.
En un elegante hotel gastronómico, dos restaurantes diferentes. Echaurren Tradición, especializado en cocina regional riojana y El Portal de Echaurren, donde Francis Paniego da rienda suelta al genio creador.
Embrujados por las medusas metálicas que flotan bajo el techo, obra de la artista austriaca Katrin Kirk, nos dejamos seducir por la cocina sabrosa y chispeante de Óscar Molina. Una fusión personal a tres bandas entre Perú, Japón y el Mediterráneo ibicenco.
Con el paso de los años se ha convertido en una referencia de la cocina mexicana en el mundo. La cocina de Roberto Ruiz se codea sin sonrojo con la de sus colegas y compatriotas Enrique Olvera, Jorge Vallejo, Edgar Nuñez o Daniel Ovadía. Cocina mexicana de autor, cocina iberomex: el dulce fruto del encuentro.
La cocina de David Muñoz no se parece a ninguna otra y transita por caminos inéditos. Ha creado un mundo propio en el que aromas dispares encuentran la armonía. Cocina al servicio del sabor y sólo del sabor.
Hay restaurantes que nacen con un objetivo claro. De antemano, sus promotores saben perfectamente a quién quieren llegar. Son negocios que surgen para cubrir un espacio, una necesidad, un nicho de mercado…
Uno de los referentes para comer bien en Madrid. Producto de temporada escogido, cocina inmediata, elaboraciones artesanas y todo el conocimiento de un refinado gourmet: Juanjo López Bedmar.
Jesús Segura junto a su joven equipo desarrollan una singular apuesta gastronómica en la ciudad conquense, con la nueva cocina de secano como eje principal. Además del restaurante merece la pena probar la oferta de tapas en el gastrobar.
Desenfadado, joven, moderno, informal, pero con una propuesta gastronómica seria y un cuidado servicio de sala: el local que hacía falta en Burgos.