Julia Pérez Lozano

Licenciada en Ciencias de la Información por la UCM. Especialista en gastronomía. Autora de numerosos libros y guías. Trabaja con lo que más le gusta: las palabras y los alimentos.

Publicado 15/07/2017

VALORACIÓN 6/10

En su escueta carta y en las pizarras que los camareros pasean reúne una treintena de especialidades mallorquinas, mediterráneas y peninsulares. Platos informales que permanecen intocables junto a otros que rotan. Informalidad y dinamismo que alcanzan al servicio, avispado, como le gusta a Miguel Arias, patrón de esta taberna marinera entre popular y elegante.

Se puede empezar con un buen jamón ibérico con pan con tomate, con unas anchoas del Cantábrico, o con las típicas gambas al ajillo. El origen cordobés de su cocinero jefe, Javier Morales, explica el punto de sus sopas frías. Espléndidos el salmorejo y el gazpacho, que se presenta en un original cuenco de barro helado. Esta bien su tortilla de patatas y pasa con más pena que gloria el salpicón de marisco, menguado de aderezos. Tampoco entusiasman los chipirones a la plancha. Para terminar, pescados del día al horno o solomillo de vacuno gallego. “Seguimos enseñando a los extranjeros a comer pescado”, asegura Arias. También, arroces y pastas para compartir, que figuran entre sus especialidades más vendidas. Aceptable la fideuá de almejas y gambas, y correcto el arroz negro.

Y para concluir, la famosa tarta fina de manzana, uno de los hitos golosos de la repostería madrileña de los últimos 30 años. Como guinda la casa ha inaugurado “Único”, en la planta alta, un restaurante panorámico de precios elevados donde se ofrecen los mejores pescados y mariscos preparados de forma bastante sencilla.

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