Julia Pérez Lozano

Licenciada en Ciencias de la Información por la UCM. Especialista en gastronomía. Autora de numerosos libros y guías. Trabaja con lo que más le gusta: las palabras y los alimentos.

Publicado 06/03/2019

VALORACIÓN 7/7

Más allá de que la comida esté buena, lo importante en La Bomba Bistrot es el mimo con que Christophe París elige los productores con los que trabaja. Ahí empieza la verdadera calidad de un plato.

¿Dónde está?

En Madrid, el barrio de Chamartín, rodeado de un pequeño jardín sobre el que se extiende la terraza acristalada que funciona todo el año y es perfecta para ir con niños.

¿Cómo es?

Un espacio luminoso y acogedor, donde las mesas (veladores) están demasiado juntas, porque sino, no sería un bistró. Bajo un aspecto actual, con algunos guiños al pasado, La Bomba Bistrot conserva el espíritu de las viejas casas de comidas. Esas a las que la gente solía ir a comer a diario, esas en las que se conocía a los camareros y a los clientes se les llamaba por su nombre y se les guardaba la mesa. Hay en este lugar algo de entrañable, de familiar, de humano y eso siempre es un plus.  Otro es el hecho de saber que cocinan productos de cercanía, escogidos personalmente por Christophe París, quien obsesivamente sigue el rastro de cada proveedor y se encarga de que cada ingrediente llegue en su momento justo de maduración, el mismo va a recogerlos a las fincas de los alrededores de Madrid o de Castilla o donde haga falta: fresas, espárragos, coles,  pollos, huevos, quesos… Los pescados también proceden de pesca artesanal.

¿Qué comer y qué beber?

Cocina de temporada, de verdad. Sin aditivos, sin conservantes, sin colorantes…  Elaborada con ingredientes ecológicos siguiendo la pauta de la dieta mediterránea y… con un toque francés. La cocina de La bomba se mueve con gracia y soltura entre lo francés y lo español, construyendo con ambos un carácter propio. Los arroces en paella son su seña de identidad. Sin duda unos de los mejores de la ciudad. También el chuletón, heredado de Obelix (el de Asterix es más pequeño) y el pollo de los domingos (tan francés y tan español). Alcachofas a la italiana, callos, caracoles… En definitiva todo aquello que a Christophe y a Cristina les gusta comer y cocinar. Christophe, que es un personaje, sabe mucho de cocina porque lo ha leído todo y ha comido en los mejores restaurantes de Francia y España, cuanto menos.

No solo le preocupa el producto, también la técnica que hay que aplicarle para que de lo mejor de sí. Sus investigaciones -prueba/error- se prolongan durante años hasta que al final, el plato sale como el quiere.

Imagen Santi Burgos https://elviajero.elpais.com/elviajero

No faltan las ostras, ni el atún, ni la mejor trufa negra (Tuber melanosporum) en temporada, tampoco las mejores verduras. De postre, sí o sí, hay que probar la paulova: merengue francés con nata y frutas… ¡Una maravilla! Y como era de esperar, también hay sitio para los buenos quesos. ¡Ah! y de aperitivo un bloddy Mary sensacional, con jugo de tomate natural, algo impensable.

 

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Pavlova con frutas. Un postre clásico que me entusiasma #labombabistrot

Una publicación compartida de Jose Carlos Capel (@jccapel) el 22 Sep, 2018 a las 10:11 PDT

Para beber champanes excelentes a precios asequibles y vinos franceses por descubrir. También españoles, todos elegantes, delicados y con una excelente relación calidad precio.

¿Con quién ir?

Es ideal para ir con amigos y pasarlo bien. Entre semana se puede ir incluso a cerrar algún negocio, si no requiere mucha intimidad o con colegas de trabajo. El único problema es que resulta un poco ruidoso, depende de si hay alguna mesa grande cerca. El fin de semana con la familia, aunque no es el sitio más apropiado para ir con niños por la escasez de espacio.

¿Cuanto cuesta?

Entre 40 y 65 euros.

Ensaladilla (12€),  alcachofas a la italiana (16€), arroces (23), pescado del día (26€), pollo asado(22€),  postres (7€).

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