La joven cocinera María Gómez y su marido el sumiller Adrián de Marcos ponen sobre la mesa de este elegante restaurante el recetario de Cartagena. La mejor opción para comer en la localidad murciana.

DIRECCIÓN: Plaza Doctor Vicente García Marcos, 5, Cartagena (REGIÓN DE MURCIA) .ESPAÑA

CONTACTO: 629 98 02 57   https://restaurantemagoga.com/


TIPO DE COCINA: Contemporánea

DÍAS DE CIERRE:Lunes comida, Lunes cena, Martes cena, Domingo cena


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APROPIADO PARA: Para ir en pareja, Comida de negocios, Con amigos, Urbano

TIPO DE DECORACIÓN: Contemporánea



Julia Pérez Lozano
Licenciada en Ciencias de la Información por la UCM. Especialista en gastronomía. Autora de numerosos libros y guías. Trabaja con lo que más le gusta: las palabras y los alimentos.
VALORACIÓN 7.5/10

El restaurante Magoga pone en el mapa gastronómico la ciudad de Cartagena. María Gómez, jefa de cocina, y Adrián de Marco, sumiller, sustentan un proyecto de alta gastronomía en una región, Murcia, poco amiga de la sofisticación culinaria. Por ello lo hacen apelando a la tradición popular y la calidad enorme de los vegetales de la huerta y los pescados del litoral.

María Gómez jefa de cocina del restaurante Magoga

Proyecto común

Se conocieron estudiando cocina en la escuela de Karlos Arguiñano. Luego pasaron por el Basque Culinary  y siguieron formándose en Arzak, elBulli, Zuberoa. Adrián fue elegido en 2018 mejor sumiller de Murcia y María candidata al premio Cocinero Revelación Madrid Fusión 2019. Lo que han aprendido lo vuelcan en su restaurante, en cada servicio. Junto a ellos un grupo de jóvenes profesionales de sala y cocina formados según sus criterios e igualmente entusiastas convierten el paso por Magoga en una placentera experiencia para cualquier comensal con sensibilidad.

 

Vinos, quesos, café…

La labor de ojeo y descubrimiento que Adrián lleva a cabo con los vinos de la región y de otros territorios y su capacidad para armonizarlos con los platos que elabora María marcan diferencia. Aunque la carta es completísima (90 Denominaciones de Origen), no es necesario consultarla, salvo por el placer de hacerlo. Basta ponerse en manos de este intuitivo sumiller y darle cuatro pistas sobre lo que a uno le gusta o no. La fiesta no tardará en comenzar. Reseñar los vinos no tendría mucho sentido porque cambian con la frecuencia que imponen las referencias agotadas. Basta mencionar el Alvear Tres Miradas 2017, el Tío Raimundo 2014 o el JM da Fonseca moscatel Roxo 2002, para hacerse una idea. Lo más importante es que cada elección se ajusta perfectamente al guión del menú, a la armonía con el plato. Las copas, la temperatura, la cantidad… todo está cuidado con tal mimo que no puede pasarse por alto.

Su dedicación llega también al carro de quesos, espectacular, que se ofrece al terminar la comida. Un guiño a Santceloni y al maestro Abel Valverde. Selección cuidada nacional e internacional, buen afinado y perfecta armonía de vinos para degustarlos.  Buena mantequilla Echiré y gran aceite de oliva. También el café y las infusiones se cuidan. No falta el asiático, café combinado con leche condensada y Licor 43 típico de Cartagena.

Carro de quesos seleccionado por Adrián de Marco

Cartagena en el plato

Mientras De Marco ejerce de anfitrión con su joven equipo, en la cocina se ponen a punto platos que retratan Cartagena desde perspectivas diversas y técnicas diferentes. Un recorrido completo por los paisajes de la región bajo el filtro de lo contemporáneo pero si caer en juegos efectistas ni complicaciones innecesarias. Ni trampantojos, ni sorpresas forzadas, ni creatividad o fusión a toda costa. Al contrario, una mirada serena y profunda que se fija en el producto, más en el fondo que en la forma, pero sin descuidar ésta.

Flor de novia, un frito de sartén recogido de la tradición popular

 

La flor de novia (tradicional masa frita con forma de flor cuyo popularidad se extiende desde La Mancha hasta el Mediterráneo) es una declaración de intenciones. Un no querer olvidar de dónde venimos, quién somos. Bajo una imagen contemporánea, todos los platos de María Gómez hablan de tradición, de historia, de sabores compartidos, de memoria y recuerdos. Con los salazones y las almendras, típicos de los aperitivos murcianos (y en general Levantinos) compone una deliciosa ensalada con base de cebolla asada que adquiere forma de espuma. El guiso de michirones (habas secas) aparece inyectado en una yema según la técnica de Carme Ruscalleda. La empanada murciana se transforma en el explorador, un bocadito sabroso y crujiente.

 

Ensalada de cebolla asada, salazones curados en casa y almendra marcona

Mano de cocinera

El espárrago blanco se aliña con su propia emulsión y caballa ahumada, ahora de temporada. La raya se prepara a la brasa con guiso de callos de bacalao y sus cartílagos se fríen para que queden crujientes y se lucen a modo de peineta.

 

Espárrago blanco con su emulsión y caballa ahumada en casa

 

Langostinos, pomelo y yema de sus cabezas

 

Raya a la brasa con su torrezno y guiso de callos de bacalao

 

La gamba roja y el calamar del puerto se cocinan con arroz, preparación a la que María da un punto excepcional. El grano terso con el alma entera y el guiso jugoso, goloso, deja en evidencia la buena mano de quien dirige la cocina. La mesura en la grasa garantiza la ligereza en un menú bien proporcionado con raciones generosas que no generan ansiedad.

En la carta queda espacio para algunos platos de la cocina internacional como el steak tartar de buey, cortado a cuchillo y aliñado con crema de huevo, al que en temporada se añade trufa. Francamente bueno. O el pichón de Mont Royal, un imprescindible para muchos cocineros, que se acompaña con maíz y algarroba, lo que aporta verdadero interés al plato. También para especialidades de otras tierras como las pochas a la navarra o el cochinillo confitado.

 

Arroz de gamba roja y calamar del puerto de Cartagena

 

Pichón de Mont Royal en dos cocciones con su jugo, maíz y algarroba

 

Postres que no empalagan

Los postres no logran mantener el nivel de la cocina salada, como ocurre en la mayoría de los restaurantes españoles. No están mal pero tampoco arrebatan. Ingredientes (piña y chocolate) comunes en composiciones previsibles que mantienen bajos los niveles de azúcar: eso es un punto a su favor. El empleo de diferentes texturas y temperaturas para conseguir una estructura compleja no logra el efecto deseado.  Una mayor presencia de la algarroba, que aparece en el postre de chocolate, sería un camino a explorar.

 

Piña en texturas, vainilla y vinagre de moscatel 33 años

 

Pasión de chocolate y algarroba

 

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INSTALACIONES PUNTUACIÓN [0-10]
Valoración general
Sala
Aseos
Bodega

SERVICIO PUNTUACIÓN [0-10]
Servicio sala
Servicio vinos

EQUIPAMIENTO PUNTUACIÓN [0-10]
Valoración general
Lencería
Vajilla
Copas

COCINA PUNTUACIÓN [0-10]
Valoración general
Cocina
Grado de innovación
Presentación
Pastelería
Equilibrio en los platos
Calidad materia prima
Valoración dietética
COMPLEMENTOS PUNTUACIÓN [0-10]
Valoración general
Café
Pan
Aceite
Infusiones

BODEGA PUNTUACIÓN [0-10]
Valoración general
Licores
Relación calidad/precio Seleccione relación

ELEMENTOS AMBIENTALES PUNTUACIÓN [0-10]
Valoración general
Ambiente
Decoración
Zona de copas
Ruido
Iluminación
Espacio
Confort

PRECIO PUNTUACIÓN [0-10]
Relación calidad/precio Muy buena
Relación precio/placer

GENERALES PUNTUACIÓN [0-10]
Puntuación total 7.5

2 Comments

  1. Alfonso el 12 noviembre, 2022 a las 16:27

    Se puede innovar, claro que sí. Se puede y hasta se debería sorprender al cliente en un restaurante de este nivel. Pero innovar sin ton ni son, cambiar porque sí, sin necesidad, sin mejorar, ¿para qué? ¿Por qué? ¿Qué sentido tiene hacer un arroz de marisco con un arroz integral que no coge el sabor del caldo? ¿Qué sentido tiene presentar una gamba fresca desmenuzada sobre media lima como bocado del mismo plato? ¿Para qué transformar un plato estrella como el arroz seco con gamba roja y calamar en un trampantojo de arroz con leche sin sabor con una textura del grano poco amable (no dura)? Una cosa es innovar, otra muy distinta «crear». Nada más lejos del resultado final.

    Menos mal que el chato estaba de categoría y que los petit fours, el monastrell del 2010, y, sobretodo, la buena compañía justificaron la ansiada visita algo accidentada.

  2. Tania el 25 agosto, 2021 a las 18:25

    No he tenido una buena experiencia, muy básico. Esperaba sabores nuevos y no los he encontrado.

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