Julia Pérez y Fernando Calero

Publicado 15/02/2024

VALORACIÓN 7.5/10

Un festival de sabores, un viaje culinario por el mundo, una bacanal hedonista, una orgía gastronómica y una montaña rusa de picantes, dulces y ácidos. Una cocina fusión perfectamente estudiada, equilibrada y ejecutada. Un lugar donde se crean platos únicos que mezclan culturas gastronómicas de continentes lejanos. Una genialidad al alcance de muy pocos. Todo esto es StreetXo Madrid, donde se puede uno acercar al mundo de Dabiz Muñoz a un precio mucho más asequible que en DiverXo, aunque ojo, no hay que confundir lo uno con lo otro: DiverXo es alta costura y StreetXo es pret a porter, para entendernos. El mejor cocinero del mundo está en “Madriz” y no decepciona en ninguno de sus conceptos. Su mundo XO es un paraíso para amantes de la comida a los que les guste explorar nuevos sabores.

Barra central de StreetXO al rededor de la cocina

No se admiten reservas

StreetXo Madrid marca sus reglas y hay que seguirlas. La principal es que no admiten reservas. Hay que acercarse al restaurante y hacer cola, te guste o no, como si estuvieras sentado en la parada del metro.  El restaurante abre todos los días a las 13h por las mañanas y a las 20h por las tardes. A última hora es siempre más fácil, a eso de las 16h. suele haber sitio libre, también a las 23.30h.

Entre tanto, para hacer la espera más agradable está el bar y sus deliciosos cócteles.  Abre de 12 de la mañana a 12 de la noche de forma ininterrumpida. Otra opción para no hacer cola, es reservar el salón privado para 10 personas y montarte la fiesta con los amigos por una consumición mínima de 100 € por cabeza. El precio medio comiendo en la barra son 70€ por persona. No hay ni manteles, ni servilletas de tela, solo pequeñas servilletas de papel, más propias de un bar, pero puedes usar cuantas quieras para limpiarte las manos… Las vas a necesitar.

Zona de bar en StreetXO Madrid

StreetXO Madrid tiene personalidad propia: decoración transgresora, música a tope, caos controlado, camareros y cocineros con camisas de fuerza. Una imagen muy bien estudiada que traslada los colores, olores y sabores de la cocina callejera asiática al centro del Madrid, pasado por el filtro XO, es decir, por la mirada de Dabiz Muñoz. Ahora que el madrileño acaba de inaugurar  StreetXO en Dubai, nosotros volvemos al original para comprobar que está mejor que nunca: rodado y redondo.

Ambientes del restaurante StreetXO

Más espacio mismos comensales

El nuevo espacio que se inauguró  hace ahora un año, tiene el doble de metros que el local anterior y varios ambientes, a cuál más apetecible. La barra, donde se puede ver a los cocineros terminando los platos, es el más animado. Y, además, es el que ha caracterizado a Streetxo desde su primera ubicación en el edificio del Corte Inglés de Callao en 2012 hasta la actual, pasando por el de Serrano 50 donde estaba hace un año. La terraza del fondo es ideal para los que quieran una atmósfera algo más tranquila y sentarse en una mesa. Y el comedor privado,  llamado el Callejón Estrella Damm, que es una novedad que se acaba de poner en marcha. Y el bar, un espacio muy atractivo permite tomar unos tragos mientras se espera turno para comer o cenar. 

Los cócteles juegan un papel casi tan protagonista como la comida. Algunos de ellos incluyen algún bocado salado, como el Japo Jerez, que lleva un sashimi de gamba blanca. Otros llevan una ostra esferificada o un trozo de panceta ahumada. En una enorme copa se sirve el DiverXO Líquido que, al llevar lima y jengibre, es estupendo para refrescar los picantes. Muchas de estas bebidas son perfectas para acompañar los platos del menú, difíciles de armonizar con vino.

1.- Vieira asada al josper con gazpacho de jalapeños, fresco y ligeramente picante. 2.- Sashimi de pez limón peruano-madrileño. 3.- Croquetas de la Pedroche. 4.- Croqueta nigiri de gambeta roja

Para abrir boca

La carta no diferencia entre entrantes y principales. En realidad, la comanda puede componerse como uno quiera, si bien los platos más ligeros están al principio del listado. No está mal la vieira asada con gazpacho de jalapeños (18€), fresco y ligeramente picante; y  es delicioso el sashimi de pez limón peruano-madrileño (22 €), en el que el pescado crudo se ve realzado por las salsas. Claramente los aliños son una de las bazas fuertes de Muñoz y su equipo. Todas son chispeantes y tienen algo de adictivas. Una mezcla de ácidos, picantes, dulces, saldos, amargos, que zarandea el paladar y estimula las papilas.

Llama la atención el trabajo que Muñoz está desarrollando con las croquetas convirtiendo la típica receta española en un trasunto del nigiri. Utiliza la croqueta -de delicadísima bechamel y rebozado crujiente- como base para añadir otras cosas, ya sea un gambeta en las las nigiri-croquetas con sashimi de gambeta roja y su cabeza a la brasa (19€) o una lámina de atún rojo en las «croquetas de la Pedroche» (19€) a las que también añade kimchi.

Un sabroso viaje de Asia a América con parada aquí

Tres de los platos clásicos son el dumpling pekinés con oreja crujiente (15 €), absolutamente adictivos.  La original versión del sandwich club (14 €) y el ssam de panceta y mejillones (22€). Los tres únicos platos que llevan en la carta de StreetXo Madrid desde su inauguración, por algo será. Bocados tan sabrosos, tan logrados, que uno no se cansa de comerlos. La cantidad de unidades por plato varía de unos a otros, de modo que si se quiere compartir es probable que haya que agregar algunas unidades y pagar un suplemento.

Entre las novedades destacan el wontón frito de txistorra de Arbizu con torreznos de maíz (18€), un platazo en el que la textura marca casi tanto como la mezcla de sabores, y la vaca viajando de Tailandia a México (24€): una carrillera de vaca gallega en curry verde de jalapeños, una aparente “ida de olla” que se convierte en una triangulación maravillosa.

1.- Dumpling pekineses con oreja crujiente. 2.- Ssam de panceta y mejillones. 3.- Wonton frito de txistorra con torreznos de maíz. 4.- Vaca viajando de Tailandia a México

La calidad del marisco no se ve perjudicada por la acumulación de ingredientes en otras dos de las creaciones más sobresalientes. El carabinero Singapore (30€), a la brasa, con una sopa laksa que tiene tanto protagonismo como el crustáceo, pero que le hace de perfecto contrapunto. Tampoco sale perjudicado el marisco del chili bogavante con churros de tomate (55 €), una versión del chili crab típico de Singapur. Un plato para no dejar de mojar pan chino, brioches crujientes, en la salsa de tomates, chiles chipotles y oloroso.

Muñoz también se atreve con Japón, preparando un ramen XO de foie gras y jabugo (24€) con alitas de pollo a la brasa, trompetas de la muerte y yema curada. Una versión única, una maravillosa evolución del plato popular del país del sol naciente.

Otro plato que emociona es el llamado robata pichón tandoori (38 €), un pichón de sangre cuya pechuga llega roja y sabrosa, espectacular. Las especias indias realzan el producto. Las patas se sirven aparte para comer con las manos y rebañar hasta el hueso.

1.- Carabinero Singapore. 2.- Chili bogavante. 3.-  Ramen XO. 4.-Robata pichón tandoori.

Los postres aunque son golosos y originales, no están al nivel de la cocina salada. El soufflé líquido de avellana con núcleo de chocolate y chile a la brasa, es un plato conceptualmente fallido ya que un soufflé solo queda líquido cuando está mal elaborado. Precisamente la gracia de esta especialidad francesa, que se prepara «a la minute» es su textura esponjosa y etérea, que  técnicamente es muy complicada de lograr.  Si la pierde ¿dónde está la gracia? El soufflé se reduce a una crema dulzona a medio hacer. El maíz y caramelo, es una mezcla acertada pero la crema de maíz se sirve en una cantidad excesiva y no cuenta con ningún contrapunto que le aporte chispa. Se trata de un postre dulzón y sin relieve. 

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El chef: Dabiz Muñoz

Su imagen punk es, en cierto modo, un anticipo de su cocina: radical, descarada, inconformista, verdadera y genial. Entrenado en cocinas dispares (Viridiana, Hakkasan) ha hecho de la fusión su bandera. No entiende de códigos, ni normas.