Restaurante Tohqa (Cádiz)
El restaurante de los hermanos Pérez Pérez pone chispa y embrujo en el panorama hostelero de El Puerto de Santa María. Recetas con alma en un patio encantador.
DIRECCIÓN: Calle de los moros, 4 El Puerto de Santa María (CÁDIZ) .ESPAÑA
CONTACTO: 635 25 89 08 http://tohqa.com/
Tohqa (Cádiz) es un patio lleno de encanto donde la vegetación, el suelo de albero y el sonido de la fuente recrean el escenario de una Andalucía ideal. De fondo flamenquito y sobre las mesas platos con productos de la tierra que se interpretan en versiones libres, unas de raíz local y otras nacidas de la inspiración del cocinero Eduardo Pérez Pérez, un personaje peculiar. El nombre hacen referencia a la piedra tosca. La que se encuentra debajo de la albariza, el suelo donde se crían las viñas en el marco de Jerez. Con ella se construyen los anafes, hornillos tradicionales casi en desuso. Pérez, emplea la transcripción fonética del nombre tal como lo pronuncian en Cádiz, aspirando la s que se convierte en h: de tosca, tohqa.
El sociólogo que quiso ser cocinero y su hermano el sumiller
De vocación tardía, Eduardo dejó la facultad de sociología para ser cocinero. Se formó en la Escuela de Luis Irizar. El País Vasco, tan lejano a su Sevilla natal, dejó una huella en su forma de interpretar la cocina, por eso terminó en las cocinas de Cataria (restaurante dirigido por Aitor Arregi de Elkano) después de pasar por A fuego Negro -donde cocinó junto a Edorta Lamo- y tras una breve estancia con Ángel León que también le marcó. Pescado, locura y parrilla.
Radical, inconformista, perfeccionista, un poco insensato y bastante cabezota, tienen muchas de las cualidades de los grandes cocineros. En Tohqa (Cádiz) ha involucrado también a su hermano Juan José, sumiller notable, que ejerce también de jefe de sala. Sin disponer de una gran bodega logra que la experiencia gastronómica sea redonda gracias a la inteligente selección de vinos que hace. Mucho de la zona, pero también referencias de otras latitudes que se integran de maravilla con los platos que prepara Eduardo. Entre los dos han encontrado caminos personales que se complementan.
Las verduras de El Puerto
Eduardo es tan impredecible como talentoso; tan cuidadoso con su trabajo como anárquico. Pero sobre todo tiene chispa cuando toca el producto, y eso no se aprende. Le interesa el pescado, pero también las verduras. Su medio es la parrilla, aunque no renuncia al guisito a fuego lento como el de garbanzos verdes, producto de temporada cortísima, con pieles de atún, para chuparse los dedos.
O el de papas nuevas con alga codium de Barbate, un mar y montaña muy peculiar en el que no hay proteína animal, pero sí unos sabores muy marcados, una de las señas de identidad de Tohqa (Cádiz).
Es delicadísima la receta de calabacines tiernos (diminutos) con kéfir yodado: una acidez sorprendente que conjuga bien el lácteo (leche de cabra) las notas de mar que aporta el jugo de ostras con que prepara el kéfir de agua.
La cebolla asada en encina con almendra es un espectáculo. Tierna y dulce, el praliné de almendras que la acompaña redondea su sabor que encuentra la prolongación en el fruto seco: tostados, dulces, matices de flores. El trabajo de Pérez con las verduras que le llegan de proveedores locales alcanza también al tomate morisco que se asa con orégano quemao, y que pinta con la grasa del atún. Un bocado que es parrilla pura.
Los pescados a la parrilla
También tiene el arrojo suficiente como para untar unas gambas blancas con la grasa de la chuleta “descubrí que era la mejor manera para que al comerlas tuvieras la sensación de la parrilla, al chupar la cáscara te sabe a parrilla, el cuerpo nunca llega a tener ese sabor”.
Le gusta cocinar pescados poco utilizados o partes que apenas se comen. Y cuando decide emplear algo tan común como una sardina, la sirve a contra corriente. Abierta por el centro sobre la parrilla y acompañada de pimientos verdes. Podría haberla calcinado, pero no: la piel churruscada y la carne jugosa.
De la morena elige la ventresca que cocina a la brasa antes de poner sobre un guiso en amarillo con su piel crujiente. Está delicioso el pescado, pero aún más el guiso, delicado y suave con un profundo sabor a azafrán, como los amarillos de antes cuando nadie usaba colorante.
Casquería a la brasa
En Tohqa (Cádiz) el corazón del atún rojo recuerda a un anticucho peruano. Guisado, insertado en una vara y pasado por la parrilla. Un homenaje de Eduardo Pérez Pérez a su amigo Edorta Lamo que en Arrea prepara el corazón del jabalí. Una pieza difícil, incluso para los amantes de la casquería marina por su potente sabor, que encuentra un acomodo aceptable.
Tampoco se resiste a jugar con otras partes complicadas del atún con las que prepara lo que llama «gelatinas» de atún. Un plato de estética fallida, sabores potentes y texturas complejas propias de la casquería del mar. Otros ejemplos son la gónada de atún con aliño de perejil y cebolla y el hígado de brótola con cerezas que sirve a modo de aperitivo al comienzo del menú.
Final helado
Con los postres no se complica. O se complica mucho, depende cómo se mire. Recurre a los helados de Fernando Saénz del Obrador Grate (Logroño) y los aliña con un desparpajo poco usual. Ajilimojis de cocinero, con frutas, hierbas o verduras, para realzar unos helados que de por sí son magníficos. Simple, sí, pero no tanto. Hay que tener sensibilidad y talento para resolver un capítulo tan complejo como el dulce con este golpe de imaginación. Es sensacional el helado de naranja aliñado con cream, licuado de hierbas y naranja amarga, una complejidad cítrica que limpia el paladar y estimula para seguir comiendo.
No podía haber encontrado mejor compañía el famoso helado de sombra de higuera de Fernando Saénz que estos higos a la brasa que preparan en Tohqa (Cádiz). El sabor de la hoja de higuera encuentra su prolongación en el del higo natural con toques de brasa. Un aliño tan lógico como acertado. Para el helado de lías de vino blanco elige Eduardo Pérez Pérez un melocotón asado, ahora que está en temporada, aunque antes fueron cerezas. Lo importante es no romper el ritmo de la naturaleza y dejar que la vida y la cocina fluyan.
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INSTALACIONES | PUNTUACIÓN [0-10] |
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Valoración general | 5 |
Sala | 5 |
Aseos | 5.5 |
Bodega |
SERVICIO | PUNTUACIÓN [0-10] |
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Servicio sala | 6.5 |
Servicio vinos | 7 |
EQUIPAMIENTO | PUNTUACIÓN [0-10] |
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Valoración general | 6 |
Lencería | 5 |
Vajilla | 5.5 |
Copas | 6.5 |
COCINA | PUNTUACIÓN [0-10] |
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Valoración general | 7.5 |
Cocina | |
Grado de innovación | 7 |
Presentación | 6.5 |
Pastelería | 6.5 |
Equilibrio en los platos | 7.5 |
Calidad materia prima | 7.5 |
Valoración dietética | 7.5 |
COMPLEMENTOS | PUNTUACIÓN [0-10] |
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Valoración general | 6.5 |
Café | 6 |
Pan | 6.5 |
Aceite | 7 |
Infusiones | 6.5 |
BODEGA | PUNTUACIÓN [0-10] |
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Valoración general | 6.5 |
Licores | |
Relación calidad/precio | Muy buena |
ELEMENTOS AMBIENTALES | PUNTUACIÓN [0-10] |
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Valoración general | 6.5 |
Ambiente | 7 |
Decoración | 5.5 |
Zona de copas | |
Ruido | 6 |
Iluminación | 6 |
Espacio | 8 |
Confort | 6.5 |
PRECIO | PUNTUACIÓN [0-10] |
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Relación calidad/precio | |
Relación precio/placer |
GENERALES | PUNTUACIÓN [0-10] |
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Puntuación total | 6.5 |