Ecuador Exquisito
Una marca para promover la gastronomía de aquel país y un embajador para representarla. Miguel Xavier Monar ha sido el elegido, y su restaurante, Paralelo Cero, el valedor de una culinaria desconocida. Un menú ad hoc nos descubre sus peculiaridades.
“Ecuador, como la vida” es el lema que agrupa los proyectos comerciales y de turismo, que en eventos e iniciativas internacionales sirve para vender la marca Ecuador. Pero gastronómicamente el país de las orquídeas –como se le denominó oficialmente en 2013- es prácticamente un desconocido. Un dato curioso si se tiene en cuenta que España es junto con Italia la nación que más ecuatorianos acoge de Europa. Conscientes de esta circunstancia Pro Ecuador, el instituto de promoción de exportaciones e inversiones extranjeras del Ministerio de Comercio Exterior ecuatoriano, ha decidido promover una campaña que dé a conocer la rica y variada gastronomía de su país, y para ello ha decidido poner en marcha una marca que sirva para difundir la culinaria ecuatoriana pero también sus productos. Esa marca es Ecuador Exquisito y su embajador el cocinero quiteño Miguel Xavier Monar, a la sazón chef y director de Paralelo Cero, el único restaurante ecuatoriano de nivel que existe en la Península.
Radicado en nuestro Madrid desde 2003, Monar hace algo más de una año que se hizo cargo de este establecimiento del barrio de Salamanca, en pleno centro de la capital. El negocio ya venía funcionando desde tiempo ha, pero con su llegada la carta se ha ecuatorianizado. Buena muestra de ello es el menú que lleva el mismo nombre de la marca de la que es promotor, “Ecuador Exquisito”, y que viene a ser un resumen con los platos más tradicionales de su país. La cocina de los pescados y mariscos de la costa del Pacífico, la de las carnes, el maíz, la quínoa y la patata de la Sierra, o de las raíces, frutos del manglar y peces de río de la Amazonía están presentes en la degustación de ocho platos que contempla un poco de cada región.
Con un precio cerrado de 25 euros (bebidas aparte) el menú empieza con el canelazo, una infusión de canela, clavo, y piel de naranja con aguardiente de caña de azúcar. Hay una refrescante representación de ceviches –de corvina, de camarones- donde a la acidez típica de los zumos de naranja, lima y limón se une el de la fruta de la pasión, con su agradable toque dulce. La degustación incluye atún con frutos tropicales (un tartar del pez marinado con frutas tropicales, sésamo y soja), una versión aligerada del tradicional llapingacho (contundente plato indígena a base de tortillitas de patata, salsa de cacahuete, chorizo criollo y huevos fritos), seco de gallina con guayaba (clásico guiso de ave), hornado de chancho asado en cerveza (pata de cerdo macerada 24 horas en cerveza y asada que va servida sobre puré de patatas violeta) y para terminar un quinoto, un risotto de quínoa con polvo chulpi (maíz tostado). Para el final un postre para golosos: chucula de plátanos maduros (que van cocidos en almíbar de caña). Un menú largo y nada estrecho en el que Miguel Xavier muestra su visión de la cocina ecuatoriana contemporánea, una cocina que parte de la tradición y los productos de su país pero que actualizada en conceptos, técnicas y presentaciones se acerca al gusto europeo, huyendo de tópicos y folclorismos.