Mujeres que cuentan: Isabel Coixet, «Donde no me importa gastarme el dinero es en restaurantes»
Hablamos con Isabel Coixet de cine y gastronomía, del papel que juega la cocina en sus películas y en su vida, y de su «saber comer».
Para Isabel Coixet, el cine es su vida, algo que podíamos imaginar, pero confiesa que la gastronomía se cuela en él, que sus personajes muchas veces se ven definidos por lo que comen. Quizá, ella también se define a través de sus decisiones gatronómicas. Recorrer 156 kilómetros para comer, saber lo que cuesta un gamba de Palamós y encontrar en el plato placer, sabiduría y cultura, dice mucho de la cineasta que presenta Le Sostre Groc en el Festival de Cine de San Sebastián, un documental que da voz a quienes se la quitaron, otra faceta que define a Coixet.
En alguna ocasión has explicado que a los 9 años te regalaron una cámara de 8mm y que te permitió darte cuenta de tu pasión por contar historias, pero ¿cuándo te diste cuenta de tu pasión por la gastronomía?
Comer siempre me ha gustado. Esa cosa de escoger, nutrirte de otras cosas que no son las que te pone tu madre. Creo que fue a los veintitantos, cuando tuve un novio que era supergastrónomo, de estos que eran capaces de hacerse los kilómetros necesarios para ir a comer a un buen sitio. Una vez me dijo de ir a Puigcerdá desde Barcelona (unos 156 Kilómetros) porque le habían dicho que allí se comían las mejores pizzas.
Para mí, la gastronomía forma parte de la cultura. Igual que te vas a Cáceres a ver el nuevo museo que ha puesto la Fundación Helga de Alvear, te vas al sitio que ha ganado un concurso de pinchos. Es un poco todo el pack. Me gusta descubrir sitios y lo que más me gusta es compartirlos con los demás. Aunque es cierto que no tengo ningún problema en ir a comer sola. Si hay que probar algo, se prueba; acompañada, sola o como sea.
Dicen que mejor sola que teniendo que explicar a los demás comensales por qué prefieres ir a este restaurante o por qué cobran lo que cobran, ¿no?
Ese es otro tema. Este fin de semana he estado en un sitio con varios amigos y se quejaban de los precios, sobre todo los hombres. Y yo les decía, ¿pero no vais al mercado? Las gambas de Palamós no sabéis a qué precio están. Todas estas elaboraciones tan trabajadas, este lugar tan bonito con camareras estupendas, todo esto vale dinero. Si hay algo en lo que me parece bien gastarme el dinero, es en restaurantes, la verdad.
¿Es equiparable a tu pasión por el cine y las historias? ¿Qué te gusta más, comer o contar historias a través del cine?
Es diferente porque el cine para mí es mi vida, pero sí que es verdad que de alguna manera la gastronomía también se ha metidos en mis historias y, de hecho, siempre hay personajes que se ven definidos por lo que comen y la alegría o la nada que les proporciona comer. Por ejemplo, a Hannah, de La vida secreta de las palabras (2005), una de las cosas que acompañan su depresión es que come siempre lo mismo: unos nuggets de pollo y una manzana, y eso es de una tristeza inmensa. El momento en que ella va la plataforma petrolífera y el personaje de Javier Cámara le descubre y redescubre los sabores y los placeres de la cocina supone un despertar vital en ella.
¿Qué papel tiene la gastronomía en tus proyectos cinematográficos y televisivos?
Tiene un papel muy importante, se mete en lo que cuentan mis personajes. Mis historias muestran todas las facetas de la vida de las personas y una de ellas es la gastronomía, y sobre todo las filias, las fobias, las cosas que te gustan y las que no, las que prepararías a otra persona y las que preparan para ti. Y la relación que tienes con el cuidado a los demás.
¿Cómo te sentiste al poder aunar dos de tus pasiones con la serie Foodie Love (2019)? ¿Cómo surgió la idea?
Un poco por casualidad. Un día se me ocurrió y escribí el guión. Creo que HBO lo entendió enseguida y creyeron en el concepto de aunar la comida y el amor, que es de lo que se trata. Una de las cosas que me permitió Foodie Love fue poner en la pantalla sitios que me gustan y sitios que no existen, pero me gustaría que existieran. Fue para mí un gran viaje, muy bonito la verdad.
¿Tienes más proyectos con la gastronomía como protagonista o una segunda temporada?
El cierre de Foodie Love es muy completo. Esa idea de exprimir las cosas al máximo siempre me ha parecido un poco obscena (bromea). Se me ocurren cosas que les podrían pasar a ellos o a otros personajes en esa tesitura, pero no veo la necesidad de una segunda temporada.
Ahora estoy grabando un documental en La Alberca, en Salamanca, sobre el cerdo de San Antón, que durante un tiempo está suelto por el pueblo. Forma parte de una serie para Apple TV en Estados Unidos que se llama Omnivore y habla sobre los elementos clave de la alimentación en el mundo. El guión lo ha escrito Matt Goulding, que es un guionista que trabajó muchos años con Anthony Bourdain, y es muy interesante. La serie tiene que ver con la gastronomía. Se habla evidentemente sobre la elaboración del jamón y todo lo que se saca del cerdo; pero también, muestra ese vínculo que tenemos con un animal del que lo aprovechamos todo. Estamos rodando a fragmentos, pero la matanza seguramente no saldrá. Su productor ejecutivo es René Redzepi, del Noma, y se está rodando en 20 países.
No todos los directores escriben sus guiones; tú formas de parte de la génesis de casi todas tus historias, ¿qué es lo que más te gusta de trabajar así?
He trabajado con guiones de otras personas, pero siempre los he adaptado o he intervenido en ellos, aportando las cosas que me interesan o que sé hacer. Sin embargo, para mí siempre es mejor y más cómodo trabajar con mis guiones porque creo que además es más divertido, me llena y me gusta. Si recibo un guión maravilloso, no lo toco, pero intento siempre escribir yo. En el caso de Foodie Love, lo pensé, lo escribí, lo produje y lo dirigí.
¿Dirías que no te cuesta escribir? Es bien sabido haces colaboraciones periodísticas y eres una persona prolífica en tus escritos en redes sociales.
Sí que me cuesta, le doy muchas vueltas y me lo pienso mucho. De alguna manera me cuestiono siempre si lo que escribo tiene o no sentido, si aporta algo, si hay mucha gente o no hablando del tema. Sobre todo, los artículos. Los guiones, cuando tienes una idea que se convierte en obsesión, tienes que escribirlo. Tienes que ver las cosas en tu cabeza.
Una vez dijiste que »En la comida está el placer, el consuelo, la sabiduría….». ¿Todas en igual medida? ¿Qué es para ti la gastronomía?
Es todo eso, te pondré un ejemplo. Vas a un bar y te ponen un bocadillo de fuet y puede ser un espanto, o puede que, casi con los mismos elementos, sea algo fantástico. Por eso creo que sí que hay algo de misterio, de sabiduría, de placer y de consuelo hasta en hacer un bocadillo. Habrá gente que pensará que no, pero todos estos elementos están en la gastronomía.
¿Cocinas? ¿Qué cocinas? ¿Consideras que sabes comer?
Cocino cosas muy simples, pero me gusta cocinar. Eso sí, creo que puedo afirmar que sé comer. Después de todos estos años comiendo en millones de sitios, desde la tasca más oscura que te puedas imaginar hasta el lugar más sofisticado, creo que es algo que puedo decir que sé hacer.
¿Si no te hubieras dedicado al cine, te hubieras dedicado profesionalmente al mundo de la cocina?
A veces pienso qué hubiera hecho si no hubiera hecho cine, pero no lo sé. Su vida es muy dura, pero la mía también lo ha sido. Yo he rodado en circunstancias que querría ver a algunas personas en ellas. Creo que es mucho mejor disfrutar de los que cocinan de puta madre (bromea).
¿Tienes algún restaurante preferido que destacarías?
De los estrellados te diría Disfrutar, me gusta mucho ese rollo lúdico que te dan, siempre sales bien. Les Cols, El cenador de Amós, La tasquita de enfrente; otros sin estrella como La Pepita por sus tapas o el atún del Topic, La Mundana… ¡Hay muchísimos!
Sé que apoyas mucho a mujeres que están empezando en cine ¿Qué piensas del lugar en el que está posicionada la mujer hoy en día en el mundo de la gastronomía? ¿Algún paralelismo?
Las mujeres necesitamos dar el callo tres veces más que un hombre para demostrar nuestra valía. Yo siempre se lo explico a todas las mujeres que empiezan en cualquier disciplina. Si eres mujer, ¿puedes llegar a donde quieres llegar? Puedes, pero prepárate porque hay peajes, hay que trabajar tres y cuatro veces más. En el mundo del cine, aún hoy, sigue siendo así.
Pero da la sensación de que cada vez hay más directoras, y cada vez con más éxito, ¿no? Carla Simón llevará Alcarràs a los Óscar, Alauda Ruiz de Azúa y sus “Cinco Lobitos”…
Sí, pero la cuestión es: ¿cuántas de ellas hacen la segunda película? ¿Cuántas la tercera? Yo he conseguido hacer 14 películas, por ello tengo cicatrices de todo tipo, por dentro y por fuera, de todas las cosas que he tenido que hacer para hacerlas. Soy gata inquieta, por eso he sido tan prolífica.
¿Qué podría hacerse para darle más visibilidad a la mujer en el mundo de la gastronomía? ¿Una película? ¿Alguna idea?
Ya se han hecho películas sobre mujeres cocineras… Yo creo hay una cosa de por qué les resulta tan difícil destacar a las mujeres cocineras y es que está claro que las mujeres todavía somos las que cocinamos en casa principalmente, eso no destaca, es lo normal. Pero eso sí, siempre oímos el comentario de alguna mujer que dice que su marido o pareja hace una barbacoa estupenda. Y claro, esto es una vez al mes. Pero el día a día son las mujeres, y partiendo de ahí no vamos bien.
Cuando realmente exista una división de las tareas domésticas igualitaria entonces igual las cosas pueden ser de otra manera. Pero eso sería en un mundo fantástico e ideal. Uno de película.