La Ciudad Condal también se mueve gastronómicamente. Nuevos locales y conceptos se unen en una oferta que comparte la tradición culinaria catalana, la imagen y diseño de los locales, y los precios competitivos


La Volátil. Muntaner, 6. Tel.: 93.172.11.99. Precio medio: 20-30 euros

Es un bar de vinos, de vinos naturales para más señas, pero no exclusivamente. Sus propietarios, los hermanos Susana y Víctor Company acompañan una bodega con etiquetas singulares, vinos ecológicos y de autor con una carta sencilla y de producto, de buenas conservas, embutidos, ensaladas, ostras francesas, mejillones al natural y guisos tradicionales, bien resueltos: fricandó de setas, cap-i-pota, albóndigas de sepia, empedrat de bacalao o canelón de carnes rustidas. Una cocina de fondos y a precios asequibles.

La Caputxeta. Tánger, 148. Tel.: 93.277.94.97.

Un nombre de cuento para una nueva bocadillería de espíritu gourmet. Bocatas de autor (entre 4,50 y 7 euros) que Marc Cuenca (Les Tres Porquets) ofrece en un local amplio y con cocina vista. En panecillos mullidos o panes de coca, se sirven bocadillos de nombres divertidos, ricos y de buen producto: el Canta Bro –de atún con pimiento-, Josete –solomillo y pimientos fritos-, Madriles –anillas de calamar con rebozado negro (tinta), mahonesa de plancton y lima-, El Farra –butifarra de payés ecológica, pisto y brie- o el Filemón –mortadela italiana-. Así hasta 24 diferentes, incluso con guisos, como el de carrilleras de cerdo. Para acompañar, una ensalada con verduras bio y patatas bravas o mansas (que no pican).

Cúbica. Regás, 30. Tel.: 93.512.48.00. Precio medio: 30-40 euros

No es una trattoria, no tienen pizzas; es un restaurante italiano en toda regla. Lo llevan dos jóvenes, Andrea Clerici y Matteo Gavazzi (sala y cocina respectivamente), que han apostado por un cocina tradicional y de temporada, con pequeños toques personales que Matteo (trabajó en Londres, Milán y los hermanos Roca en el hotel Omm) otorga a sus platos. Una carta que cambia con la temporada y que aborda recetas de todas las regiones italianas, desde unas berenjenas rellenas de paletilla de cordero a unos ñoquis de calabaza, osobuco en terrina o burrata a la florentina. Además, en la casa elaboran la pasta y el pan que sirven a diario, y no se olvidan de incluir siempre una opción vegetariana.

Osties Pedrín. Jesuralem, 30. Tel.: 93.277.82.08. Precio medio: 25-30 euros.

Jaume Muedre abrió L’Ostia en la Pza. de la Barceloneta con notable éxito, de ahí que ahora se haya animado con Osties Pedrín, en este caso junto al mercado de La Boquería. El espacio, remodelado por Estella Salietti, ocupa lo que fuera una fonda del siglo XIX, de la que se han dejado elementos decorativos, añadiendo otros como unas divertidas lámpara hechas con utensilios de cocina. Y para comer tapas tradicionales como la bomba, los buñuelos de bacalao o las croquetas de rostit, pero también platos típicos de la cocina barcelonesa, la escalivada, la carne a la brasa, las albóndigas de sepia, los macarrones gratinados, el arroz de verduras con rúcula fresca, e incluso carquiñolis con vino dulce.

La Bellvitja. Hospital, 38. Tel.: 93.461.82.46. Precio medio: 25-35 euros.

Junto al mercado de La Boquería, fue una antigua capilla del siglo XV dedicado a la virgen de la Bellvitja, pero desde principios del verano funciona como restaurante de cocina tradicional catalana. En el interior se conservan baldosas, arcos y elementos arquitectónicos antiguos, con un interiorismo contemporáneo. Con barra para tomar el vermut y comedor con vistas a la Pza. de San Agustín, el menú recupera algunas recetas del Libro del Sent Soví, como las patatas con butifarra negra y almadroc (salsa medieval a base de ajo, aove y queso de oveja), o las cocochas de bacalao con almejas y salsa oruga (otra vetusta elaboración a base de rúcula). También ofrece charcutería (sobrasada, bull), quesos y salazones de calidad.

Celery. Passatge Marimón, 5. Tel.: 93.252.95.94. Precio medio: 40-50 euros

Está en el sótano del Woki Organi Market, tienda de productos eco, platos sencillos y hamburguesas en horario non stop. Decorado por Sandra Tarruella –con patio al fondo lleno de luz-  la cocina –visible, abierta- está en mano del chef Xavier Pellicer (Abac, Can Fabes) que aquí también es socio. Una propuesta en la que triunfa el verde, los productos ecológicos, sean platos vegetarianos e incluso veganos, y donde carnes y pescados pintan poco. Productos de proximidad servidos en medias raciones: hummus de cúrcuma y flores, col asada con aceite de mostaza india y encurtidos, judías con patatas a los que Pellicer imprime su personal –y afrancesado- estilo. La costilla de cerdo tandoori o los mejillones escabechados con alcachofas son una muestra de que las proteínas, aunque poco, se trabajan con criterio.

● Nuevo proyecto de Jordi Vila en Cervecería Moritz. Ronda Sant Antoni, 30. Tel.: 93.426.00.50

Jordi Vila (director gastronómico de Moritz) ya cerrado su restaurante Alkimia está metido de lleno en los dos nuevos espacios de restauración de la marca cervecera en Barcelona. En noviembre abrirá el primero de ellos, un restaurante que aún no tiene nombre y que será, según nos cuenta “un homenaje a la cocina histórica europea, revisada, donde habrá una notable intervención de la sala”. Carros, grandes piezas que se trincharán delante del cliente, chateaubriand  clásico o de rape, calamar relleno, galantina de pollo, pâté en croûte, una cocina directa, no intelectualizada, de sabores claros, que reivindicará las salsas, las piezas para compartir, servida en vajillas clásicas, y donde no habrá menú degustación (el precio medio estará entre los 50 y 60 euros). “Una cocina de artesano, no de artista”, matiza el chef catalán. Se ubicará en la planta sótano.

Y para enero inaugurará el Alkimia, trasladado a su nueva ubicación, la primera planta de Moritz. Con algún cambio, será su cocina de autor en dos formatos: un más casual, más cercana, con cocina vista, donde se harán los platos en directo, y otro más gastronómico y de confort (precios, entre 40-150 euros).

Raquel Castillo

Raquel Castillo

Periodista gastronómica. Hace 20 años que observa la evolución de la gastronomía española y lo cuenta a través de sus reportajes y entrevistas.

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